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Kirchner: David contra Goliat

Eva Usi14 de abril de 2005

El presidente argentino Néstor Kirchner, arremetió contra el FMI, y pidió su reestructuración argumentando que sus políticas son ajenas al bien común y provocaron en Argentina la catástrofe más profunda de su historia.

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El presidente argentino Néstor Kirchner y el canciller alemán, Gerhard Schröder, hablan ante la prensa.Imagen: AP

El presidente argentino, Néstor Kirchner, criticó duramente el modelo político económico del Fondo Monetario Internacional, cuyas políticas impuestas a su país lo condujeron a una de las catástrofes socioeconómicas más graves de su historia. "Esa catástrofe, dijo Kirchner, fue producto de un modelo al servicio de intereses ajenos al bien común que favoreció la proliferación de genocidas, ladrones y corruptos".

El mandatario argentino arremetió contra los modelos importados e impuestos "que están más interesados en recuperar el dinero prestado que en el desarrollo positivo de los países afectados". Durante su intervención en la Fundación Friedrich Ebert, en Berlín, Kirchner pidió una reestructuración del FMI y de otras entidades financieras internacionales que presentan nuevas exigencias ante el proceso de negociación de la deuda impaga.

Negativa a abrir el canje

Durante su visita de Estado en Alemania, Kirchner rechazó categórico la posibilidad de abrir el canje y lanzó una velada advertencia al FMI de que si no llega a un acuerdo con dicho organismo financiero pronto, dejará de considerarlo acreedor privilegiado, priorizando el pago a los bonistas que aceptaron la propuesta de canje. El mes pasado tres cuartas partes de los 700 000 acreedores privados aceptaron la oferta de canje de Buenos Aires por miedo a quedarse con las manos vacías.

Kirchner, quien considera superado el colapso de la economía argentina del 2001, ha desoído las reiteradas exhortaciones del FMI a su gobierno para que adopte reglas firmes y claras ante inversionistas extranjeros.

Respaldo alemán

Durante la jornada más importante de su gira de 5 días en Alemania, Kirchner se reunió con su homólogo alemán, Gerhard Schröder y posteriormente con el presidente alemán Horst Köhler, quien fuera director del FMI en el momento en que se produjo el default argentino.

Schröder elogió los logros alcanzados por Kirchner en la estabilización de la economía argentina y lo instó a continuar por éste camino con toda resolución. Según el ejecutivo alemán, hubo consenso entre ambos en dar un impulso a las negociaciones entre la Unión Europea y el MERCOSUR, que quedaron empantanadas debido a diferencias en cuestiones agrícolas.

Schröder aludió a ‘los nada fáciles problemas político financieros’ de Argentina con el Fondo Monetario Internacional y a nivel bilateral y exhortó a que sean resueltos en un espíritu amigable. El canciller destacó su personal amistad con Kirchner, lo que, dijo, facilitó un diálogo directo. Analistas alemanes señalaban que Berlín está dispuesto a interceder por Argentina ante el FMI, y a cambio, espera el apoyo argentino en la aspiración alemana a ocupar un lugar en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas.

El presidente argentino, dijo que su país siempre estará agradecido con Schröder, ‘el único líder internacional que se animó a visitarnos en plena crisis’ y agradeció a Alemania su solidaridad en los momentos ‘más amargos que vivió el país la última década y que nos seguirá ofreciendo en la próxima’. Kirchner fue recibido en la cancillería alemana con honores militares.

¿Supermán?

El presidente argentino recibió en Alemania el respaldo político que buscaba y se esfuerza por mostrar los atractivos de Argentina como polo de inversión. ¿Quién hubiera deseado estar en sus zapatos, cuando Kirchner asumió el cargo de presidente de un país en bancarrota, con un mínimo respaldo político? A la vuelta de casi dos años, el presidente parece estar mejor que nunca.

Su espectacular éxito en la renegociación de la deuda extranjera, le ha valido el apelativo de ‘Supermán’ por parte de la prensa alemana, aunque no pocos consideran ‘poco seria’ su estrategia que dejó incumplida la deuda pública del 24% de los acreedores privados, que no aceptó la propuesta de reestructuración, y que poseen bonos por unos 20.000 millones de dólares.

Pero los hechos son los que cuentan y en Alemania el presidente ha cosechado más elogios y reconocimientos que críticas.