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¡Klopp, klopp! ¿Quién es? ¡Los alemanes!

8 de noviembre de 2016

Jürgen Klopp puso este fin de semana al Liverpool a la cabeza de la Premier League y su buen desempeño con los "reds" podría abrirle la puerta a más técnicos alemanes.

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Fußball Liverpool v Watford - Premier League Trainer Jürgen Klopp
Imagen: Getty Images/C. Brunskill

El extrenador del Dortmund está en plan grande en Inglaterra y por primera vez (desde la jornada 35 de la campaña 2013-2014) el Liverpool está ubicado como número uno en la tabla general de su liga. Los "reds" se cuentan entre los clubes con mayor tradición del continente y, además de su larga historia y carisma, son la escuadra más ganadora de Reino Unido, solo por debajo del Manchester United. En los últimos años, sin embargo, habían perdido protagonismo tanto en la liga casera como en la Champions. Si bien la primera campaña del alemán frente a los diablos no fue espectacular, relegados de competencias europeas y sin poder alcanzar título alguno, ahora han vuelto a acaparar reflectores.

Rebelde con causa

Los cabellos alborotados, saltos que bien podrían darle una medalla de oro en los Juegos Olímpicos y sonoros gritos que -al menos en volumen, no en entonación- podrían competir con los de Pavarotti: así es Klopp, un rebelde de las canchas.

Su temperamento desatado, además de sus éxitos con los aurinegros, lo han convertido en uno de los entrenadores más mediáticos del mundo. Contrario al último grito de la moda (para directores técnicos), al germano no le gustan ni las corbatas ni los trajes. Él prefiere la ropa deportiva y cómoda.

Tampoco mantiene la etiqueta. Se mueve de un lado a otro, salta, vibra con cada partido y durante las conferencias de prensa no se acartona, ni adopta esa postura pseudo-intelectual, que también se ha puesto en boga. No habla del fútbol como si fuera arte o ciencia, sino que trata a este deporte como lo que es: fútbol.

Jürgen Klopp
Klopp, al estilo Klopp.Imagen: Imago/BPI

Cuando lo clásico se vuelve transgresor

Su fórmula probablemente es ser auténtico. En la era "guardiolística" pareciera que cada estratega tuviera que redefinir las bases del balompié, confeccionando formaciones tan variadas que no cabrían en la "National Gallery" de Londres.

Klopp no. Klopp es un rebelde, tan rebelde, que no busca la rebeldía. Se viste como siempre se habían vestido los de su gremio y para a su escuadra con la más clásica de las formaciones, la más antigua y la más tradicional: un simple 4-3-3. Lo demás es para hipsters.

Probablemente todo el tiempo que no gasta tratando de descubrir el hilo negro le sirve para ensayar la fórmula de su éxito: pressing, fondo físico, cambio de ritmo y… ¡al ataque!

Cuando lo alemán es no ser alemán

Los equipos de Klopp muerden al contrario desde la salida, achican la cancha a base de dobles marcas y cuando recuperan la pelota saben complementar los trazos largos con veloces combinaciones en espacios reducidos. El Dortmund de Klopp y este Liverpool bajo sus órdenes buscan la posesión del balón, para después mantener hasta treinta minutos de trepidantes ataques al arco rival. Su punto flaco es la defensa, pues a veces, en ese afán por irse al frente, pierden la pelota y su esquema se desdibuja, permitiendo goles que nunca le harían a Conte o Ancelotti. El antídoto de Jürgen para su propio mal es ignorar su debilidad y seguir generando la mayor cantidad de oportunidades adelante.

Nada de esto suena muy alemán. Las escuadras germanas se caracterizaban por su extremada cautela y por la excesiva importancia que cobra la táctica, a grado tal que esta corriente se calificaba como uno de los mejores somníferos naturales que existen. Pero, ¿a quién le importa el espectáculo, si se puede ganar? ¿Por qué asumir riesgos, si se puede ganar?

Abrazos en el Liverpool.
Abrazos en el Liverpool.Imagen: Getty Images/C. Brunskill

Sobrio, calculador, conservador. Los clichés se quedan chicos cuando se habla de "Kloppo". Su formación es tan "oldtimer" como un Mercedes-Benz 280, pero la ejecución de su estilo de juego está inspirada en el "Totaalvoetbal", en donde si bien el orden de los jugadores plantea ese 4-3-3 inicial, ningún elemento es dueño de los metros de cancha donde inicia el partido, sino que debe intercambiar posiciones constantemente, pues cada atacante se entiende al mismo tiempo como un defensor, mientras que cada defensa tiene la libertad de atacar.

A Klopp le gustan los riesgos. Algo no muy germano… si aún viviéramos en los años 50. La puntualidad y la rigidez no son necesariamente características que definan al alemán moderno, que es cada vez más flexible, espontáneo, capaz de improvisar, fresco.   

Los técnicos alemanes ya no se amarran tanto al librito y su mayor fortaleza es la de buscar el equilibrio entre el fútbol físico de los ingleses, el amor por el balompié muy técnico de los españoles y el cultivo de la táctica que les gusta a los italianos.

No obstante, la base para que este concepto funcione sigue siendo un elemento tan alemán como una ensalada de papa con una salchicha al lado: disciplina, porque entre más libertad, más necesario se hace responsabilizarse de los deberes que a cada individuo (en este caso, a cada futbolista) le toca cumplir. 

Los entrenadores alemanes

Pero Klopp no es un loco solitario reinventando la forma en la que se dirigen los encuentros desde el área técnica en un estadio que se ubica en la ciudad de los Beatles, sino que pertenece a una escuela que aún no sabe que está haciendo escuela.

Löw y Klopp
Klopp y Löw: dos estrellas en AlemaniaImagen: Lars Baron/Bongarts/Getty Images

La nueva corriente de entrenadores alemanes no solo es más estética, sino que ha vuelto a la senda de las victorias, que escasearon durante los 90 y a principios de siglo. Joachim Löw, Thomas Tuchel, Roger Schmidt, entre otros, practican en mayor o menor medida una doctrina parecida a la de Jürgen Klopp.

No son muchos los entrenadores teutones que inician una aventura en el extranjero, pero si los éxitos siguen acompañado al DT de los "diablos", los alemanes podrían comenzar a ponerse de moda y así como han desplazado a Italia y España a nivel de selecciones, podrían empezar a ganar más prestigio a ras de césped, en el borde del terreno de juego.

Israel Dehesa