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Kunduz: el fin de la inocencia

Florian Weigand/ CP7 de octubre de 2013

La misión de la Bundeswehr en Afganistán comenzó bien. Los alemanes llegaron como amigos y ayudantes. Pero bajo la presión de los talibanes, el Ejército alemán dejó de ser una fuerza de paz, opina Florian Weigand.

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Imagen: picture alliance / JOKER

Al buscar en la palabra “Kunduz” en internet suelen aparecer los mismos resultados: el ataque a dos camiones cisterna cuyo saldo fue de 100 muertos, combates con los talibanes, 54 soldados alemanes fallecidos y una difícil –si no fracasada- cooperación con las fuerzas afganas de seguridad. “Aquí fue donde la misión pasó de centrarse en perforar pozos de agua a convertirse en un combate armado”, explica el ministro alemán de Defensa, Thomas de Maizière. Para ponerlo en términos más tajantes: en el norte de Afganistán, la Bundeswehr dejó de ser un ejército de paz y perdió su inocencia.

Sin embargo, todo había comenzado bien en aquel otoño de 2003, cuando llegó la primera unidad militar alemana de avanzada a Kunduz. Pronto la Bundeswehr compró terrenos en la ciudad y protegió el área de manera provisoria con un muro y alambre de púas. Las fuerzas de seguridad afganas se ocuparon de la vigilancia. Los soldados alemanes habían llegado como amigos, para liberar a Afganistán y ayudar a su reconstrucción. Ese era el rol en el que se veían a sí mismos los soldados de la Bundeswehr, y así también fueron aceptados por la población. La situación era tranquila, tanto, que ya se hablaba del “Spa de Kunduz”.

Florian Weigand, de Deutsche Welle.
Florian Weigand, de Deutsche Welle.Imagen: DW/P. Henriksen

Pero en 2006 aumentó la presión a los talibanes en el sur de Afganistán y los insurgentes se desplazaron al norte. En ese momento, la Bundeswehr ya se había mudado a un nuevo campamento, un fuerte imponente ubicado en una colina sobre la ciudad, y por muy buenos motivos, ya que la tranquilidad de Kunduz pronto pasaría a la historia. Los convoys del Ejército alemán fueron atacados una y otra vez, y se vieron implicados en luchas armadas. Por primera vez desde la II Guerra Mundial se volvió a hablar en Alemania de soldados caídos en combate. Por primera vez desde 1945 las tropas alemanas iniciaron ataques. Todo eso tuvo consecuencias desastrosas: el bombardeo preventivo de dos camiones cisterna en 2009 le costó la vida a muchos civiles afganos, un caso que aún está siendo juzgado en la corte alemana.

Esas imágenes no fueron vistas con buenos ojos en Alemania. La misión de Kunduz se transformó en piedra angular y símbolo de un debate –en el cual las emociones jugaban un papel importante- sobre el sentido y la legitimidad de una intervención armada de la Bundeswehr en el extranjero.

Proyectos sociales en peligro

El indiscutible éxito de los últimos diez años en Afganistán ha pasado a un segundo plano, pero la presencia alemana en Kunduz y sus alrededores hizo posible la construcción de nuevas calles, escuelas, hospitales, centros de educación con más de 1.600 alumnos y también ayudó a crear una fábrica de enlatado de tomates. Se brindó entrenamiento a policías y fuerzas de seguridad. Se organizaron cientos de proyectos, grandes y pequeños, algunos con cooperadores independientes, pero todos anclados al campamento militar, que pasó a ser un factor relevante en la economía del lugar.

Esos proyectos se encuentran actualmente en peligro. Solo alguien muy optimista creería que las fuerzas afganas de seguridad pueden ocuparse de restablecer el orden y la tranquilidad sin mayores problemas. La Sociedad Alemana para la Cooperación Internacional (GIZ) anunció que iba a proseguir sus tareas aun después del retiro de las tropas, pero pronto deberá vérselas con la nueva situación de poder en Afganistán,cualquiera que ésta sea en el futuro.

Los talibanes están ganando terreno y ya tomaron el control de algunos distritos en los alrededores de Kunduz, la capital de la provincia del mismo nombre. Después de todo, Kunduz es un lugar altamente simbólico para los rebeldes y fue el bastión talibán en el norte hasta la intervención militar de EE. UU. tras los atentados del 11/9. Si lograsen recuperar el mando en esa zona luego del retiro de tropas de la Bundeswehr, Afganistán estaría enviando una poderosa señal que alentaría a los extremistas.