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La elección de Putin: “entre dos extremos”

Richard Walker (CP)24 de julio de 2014

Tras la caída del vuelo MH17, el presidente ruso, Vladimir Putin, se encuentra bajo gran presión, interna e internacional. ¿Qué rumbo tomará? William Pomeranz, del Wilson Centre, en Washington, habló con DW al respecto.

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Imagen: Reuters

Deutsche Welle: ¿Cuáles serían los rumbos a tomar que considera Putin en este momento? Algunos analistas señalan dos extremos: deescalar y tratar de perfilarse como un pacificador, o arriesgarlo todo y enviar tropas a Ucrania. ¿Qué piensa usted al respecto?

William Pomeranz: Esos son extremos, y Putin se ha puesto a sí mismo en una posición en la que tiene que confrontarse con esos extremos tan difíciles. Si eligiera la deescalación, corre el riesgo de que eso repercuta políticamente en Rusia, ya que sería visto como si abandonara a los que hace pocos meses dijo que defendería a toda costa. Como alternativa, puede doblar la apuesta y, teóricamente, incluso intervenir directamente, aunque no creo que haga eso. Si estuviese pensando en intervenir directamente, es obvio que el nivel de las sanciones aumentaría significativa y rápidamente, y eso causaría un gran daño económico a Rusia.

Si se toma en cuenta, en primer lugar, la deescalación, ¿de qué manera podría Putin minimizar las repercusiones políticas internas?

Haciéndolo lentamente, enviando mensajes sobre la seguridad en Rusia. Ayer, Putin dijo al Consejo Ruso de Seguridad que las fronteras de Rusia eran seguras, que no existían amenazas a la integridad territorial. Si puede transmitir de algún modo que Rusia ha salido más fortalecida o al menos como un actor internacional respetado y comprometido, entonces es posible que logre deescalar la situación.

Si se contempla el otro extremo, es decir, si Putin enviara tropas a Ucrania, algo que usted no cree que haga, ¿quiénes en el círculo de Putin argumentan a favor de eso?

Creo que es posible que los servicios de seguridad insistan en que Rusia no puede abandonar a los separatistas, y que no puede dar la impresión de que está “perdiendo” a Ucrania. Si se interpreta el resultado final de toda esta crisis como que Rusia ganó a Crimea pero “pierde” a Ucrania, entonces pienso que en Rusia eso se entendería como que toda esta serie de eventos no cumplió con las expectativas. Putin no quiere que se lo perciba como al líder ruso que “perdió Ucrania”. Crimea le va a costar muy caro. Para los que ven a Crimea como un gran motivo de gastos, el hecho de haberla ganado no compensará por la “pérdida” de Ucrania.

Ya hablamos sobre los dos extremos. Ahora, ¿cree usted que hay una solución moderada que Putin pueda elegir?

La solución moderada ha estado allí durante casi todo el tiempo. En primer lugar, ese camino implica que Ucrania no se convierta en miembro de la OTAN. Nadie en la OTAN, en mi opinión, puede querer verdaderamente a Ucrania, en especial en su situación actual. Sin embargo, no estoy diciendo que Ucrania no pueda ser miembro de la OTAN alguna vez. Rusia obtendría una especie de garantía de que Ucrania fuese un país que no forma parte de la OTAN y, en segundo lugar, aceptaría que Ucrania introdujera reformas constitucionales para que las regiones recuperen su poder. Aquí, la condición esencial sería que Ucrania decidiera cómo se transferiría ese poder, y que eso no fuera dictado por Rusia. Eso seguramente permitiría que se transfieran determinados poderes a Donetsk y a Luhansk sin destruir la integridad territorial de Ucrania.

¿Cuál sería la mejor estrategia para EE. UU.? ¿Cuál sería la postura diplomática más adecuada para que Putin optara por la deescalación?

Cuando EE. UU. elevó el nivel de sanciones, lo hizo de manera intermitente, con la esperanza de que Rusia accediera a negociar. EE. UU. envió una fuerte señal de que no tolerará la interferencia de Rusia, pero claro que hay un cierto margen posible dentro de las negociaciones.

William E. Pomeranz es director del Instituto Kennan de Estudios Avanzados sobre Rusia, del Centro Woodrow Wilson de Washington.