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La Revolución Mexicana, precursora de la Revolución Rusa

Eva Usi
7 de noviembre de 2017

El movimiento comunista, con excepción de unos pocos casos, está muerto, según expertos. La Revolución Rusa dejó una larga huella global, pero se olvida que tuvo una precursora: la Revolución Mexicana.

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Russland Moskau - Unterstützer der Kommunistischen Partei am Lenin Mausoleum
Imagen: Reuters/G. Dukor

"La Revolución Mexicana fue precursora global de la Revolución Rusa. Pese a sus diferencias tenían algunos objetivos comunes. La Revolución Mexicana aspiraba a una distribución social equitativa de la tierra y de la riqueza. Su punto culminante: a principios de 1917 fue adoptada una Constitución con los mayores estándares de derechos sociales a nivel mundial", destaca el historiador Stefan Rinke, catedrático de la Universidad Libre de Berlín.

El historiador lamenta que ahora que se recuerda el legado de la Revolución Rusa se olvide el de la Revolución Mexicana, precisamente en Europa, pero destaca que eso se debe a la visión eurocentrista. México comenzó su propia revolución siete años antes, y fue el primer país en establecer relaciones diplomáticas con la Unión Soviética en 1924. También tuvo un importante impacto entre intelectuales y figuras destacadas como Diego Rivera, Frida Kahlo y el entonces joven escritor Octavio Paz.

"Aunque fueron dos revoluciones, ambas a principios del Siglo XX, pueden verse como una unidad, precisamente por los vínculos de los intelectuales mexicanos de izquierda que veían con esperanza lo que ocurría en la Unión Soviética, pero también provocó temores", advierte Rinke. 

Emiliano Zapata, líder de la Revolución Mexicana.
Imagen: AP

Movimientos reaccionarios

"En toda América Latina la Revolución Rusa despertó temores en las viejas élites, que desde un inicio la consideraron como un gran peligro para su papel de liderazgo y trataron de defenderse. En 1917 y 1918 se formaron los primeros movimientos radicales de izquierda en América Latina, los primeros partidos comunistas, que establecieron vínculos internacionales. Pero también se formaron movimientos políticos reaccionarios, autodefensas, antisemitas y antibolcheviques que actuaban de manera muy violenta contra las protestas de los trabajadores y de los movimientos de izquierda".

En cierta medida las dictaduras militares en Chile y Argentina fueron la consecuencia de ese legado. "Con el telón de fondo de la Guerra Fría las juntas militares argumentaron que la gran amenaza eran el comunismo, la guerrilla urbana y los movimientos de izquierda que se formaron en esos países. Hoy en día sabemos que esta amenaza no era tan grande como la pintaban los militares y por supuesto que con nada pueden justificarse los crímenes cometidos por ellos", destaca el investigador.

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Cuba, la esperanza perdida

El historiador recuerda que Cuba, en la década de los 50 y 60, era el país de la esperanza para los que creían que la gran revolución podría ser el salto hacia un proyecto sostenible. "También en Nicaragua en donde los sandinistas, aunque bajo nuevos lineamientos, siguen en el poder, y en la Venezuela chavista y su sueño del Socialismo del Siglo XXI". Rinke reconoce que la implementación del socialismo real ha estado bastante alejado de los ideales, incluso para los que siguen practicando el comunismo, como los cubanos.

Rinke destaca que, pese a que los ideales revolucionarios siguen vivos en algunos países, el desencanto que provocó el desplome de la Unión Soviética en la izquierda, sobre todo en América Latina, ha sepultado la utopía de un paraíso terrenal bajo la dictadura del proletariado.

 El historiador Stefan Rinke, catedrático de la Universidad Libre de Berlín (FU).
El historiador Stefan Rinke, catedrático de la Universidad Libre de Berlín (FU).Imagen: privat

Parteaguas histórico

La Revolución de Octubre en Rusia fue un parteaguas histórico cuya huella sigue vigente en mayor o menor medida a nivel global. "El proyecto de Lenin e, incluso después, el Estado soviético de Stalin despertaron una gran esperanza a nivel mundial, pero también desde un principio generaron temor en las élites burguesas que temían un contagio", coincide por su parte Jan Behrends, del Centro de Investigación Histórica de Potsdam.

"Como consecuencia, en las décadas posteriores a la revolución se vivió una fuerte polarización política. Eso se vio no sólo en Latinoamérica, sino también en España durante la Guerra Civil, en donde grupos de derecha y de izquierda luchaban por la hegemonía en el país".

En Europa un fracaso, en China un éxito

Behrends, que dirige una red internacional de investigación sobre la violencia y la legitimidad del Estado socialista, destaca que en Rusia misma y en Estados del este de Europa, en donde el comunismo se mantuvo largamente en el poder, puede verse una continuidad en su legado. "Ahí ha sido un problema revisar el dominio comunista en la propia historia, en la historia de la violencia, del terror y de la represión".

En Alemania la consecuencia de la Revolución de Octubre es la división de la izquierda en el ámbito político. "Tenemos por un lado al Partido Socialdemócrata y por el otro al partido La Izquierda, que es el heredero del Partido Comunista. La división entre la izquierda moderada y la radical es una consecuencia directa en Alemania." El caso que despierta el mayor interés del investigador es China, un país fuertemente agrario cuando ingresó al sistema comunista.

Jan Behrends, dirige una red internacional de investigación en el Centro de Investigación Histórica de Potsdam (ZZF).
Jan Behrends, dirige una red internacional de investigación en el Centro de Investigación Histórica de Potsdam (ZZF).Imagen: DW/N. Jolkver

"Bajo el Partido Comunista, China se ha modernizado. Es la economía más dinámica del mundo globalizado en donde un capitalismo autoritario gobernado por un partido que se hace llamar comunista ha conducido con mucho éxito a un bienestar a amplios sectores de la sociedad, inimaginable hace tres décadas, claro, bajo un alto costo social y de derechos humanos".  

En Rusia las celebraciones del centenario han tenido un bajo perfil. El presidente Vladimir Putin consideró este día como cualquier otro día de trabajo. "Putin no celebra este centenario porque tiene miedo a una revolución como las que se vio en Ucrania o en Georgia, tiene miedo a una revolución burguesa en Rusia que no ha tenido lugar, pero no le tiene miedo a un retorno del comunismo. El movimiento comunista, con excepción de unos pocos casos, está moribundo o muerto", concluye Behrends.

Autora: Eva Usi (VT)