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La vuelta a las raíces "verdes"

28 de febrero de 2012

¿Cómo contemplan los niños la naturaleza y qué es lo que les atrae de ella? Nuestro autor se ha sumergido en un viaje a su propia infancia para ofrecernos respuestas a estas preguntas.

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Cada vez más jardines de infancia alemanes apuestan por la educación medioambiental.Imagen: Jens Schlueter/ddp

Nos hallábamos de pie, con las botas de agua amarillas hincadas en las sucias y turbias aguas del Modau, un pequeño río que atraviesa el bosque de Odenwald para desembocar en un antiguo recodo del Rin. Éramos tres: uno sostenía una bolsa de basura azul mientras los otros dos introducían en ella todo lo que eran capaces de hallar en el agua. Latas de refresco oxidadas, bolsas de plástico aceitosas, tornillos, un zapato,... En definitiva, los desechos que los habitantes del pueblo habían lanzado a nuestro río durante años.

Estábamos furiosos. Queríamos ayudar al río, cambiar algo, sencillamente actuar. Y, sobre todo, perseguir nuestra gran meta: la reintroducción del salmón. Pescábamos desde que teníamos seis años y conocíamos las diferentes especies. Además, los pescadores veteranos no hacían más que decir tonterías sobre el programa "Salmón 2000" para el Rin, que a finales de los años 80 era un río de aguas turbias y malolientes. Hoy, los salmones vuelven a nadar en él. Pero entonces, en 1992, las cosas eran muy distintas.

Entusiasmo juvenil y el ejemplo de los adultos

De repente, mientras nos hallábamos en el agua, un hombre se detuvo junto a la barandilla del paseo y nos llamó. Era un educador juvenil de nuestro pueblo. Cuando le explicamos cuáles eran nuestras metas, nos comunicó que él también tenía una: había fundado el grupo ecologista juvenil Mühltal y, con él, el primer lugar en el que poder hacer pedagogía medioambiental en nuestra comunidad. Durante los tres años siguientes hubo acciones lúdicas y auténticas lecciones. El educador reclutó a una pedagoga ambiental con la que plantamos pequeños alisos negros en la orilla del río, hicimos salidas nocturnas con detectores de murciélagos y cazamos insectos en los riachuelos.

Kinder spielen in der Natur
Jugar con la tierra: una actividad siempre atractiva para los niños.Imagen: Jens Schlueter/ddp

Con la edad, llegó un momento en el que dejé de participar en el grupo ecologista. Con 16 años me volví más comprometido políticamente, quería salir a la calle a protestar contra la energía nuclear y, como una especie de "opositor de pueblo", contribuir a cambiar las cosas a nivel local. Y no faltaron simpatizantes con la causa, a los que encontré de la forma más inesperada. Que todos ellos también practicaran el tenis de mesa fue una casualidad. Entre ellos, Tarek, sin golpe de revés pero lleno de ideas, como la de convertirnos en jóvenes militantes socialistas. Y así sucedió. Pronto quedaron claras nuestras metas: un autobús juvenil nocturno, carriles para bicicletas a lo largo de las autopistas, manifestaciones antinucleares y, sobre todo, energía solar para los municipios. Investigamos durante meses y redactamos un informe al respecto. Mi primera nota de prensa la escribí sobre ello.

Cuando hoy echo la vista atrás, me pregunto qué ha ido bien y qué no. Creo que fue decisivo actuar en un entorno tan inmediato. Trabajar entre conocidos fue muy provechoso. También recibir la aprobación por parte de ese mismo entorno. Pero para que eso suceda, para que las cosas funcionen, hay que poner los medios necesarios sin confiarlo todo a la casualidad. En nuestro caso, que nos topáramos con el educador juvenil fue un golpe de suerte, lo mismo que nuestra afición por los salmones.

Nueva era para la educación medioambiental

Hoy hay un mejor clima para la formación medioambiental. Mi impresión es que, a inicios de los años 90, la cuestión quedó más bien relegada a un segundo plano. La reunificación alemana y sus consecuencias dominaron la agenda. Hoy, sin embargo, son cada vez más las personas que se cuestionan abiertamente qué naturaleza queremos para nuestros hijos. El filósofo medioambiental Andreas Weber aboga en sus libros y ensayos por poner en contacto a los niños con la naturaleza más a menudo. El sociólogo de la naturaleza Rainer Brämer investiga la relación de los más pequeños con la naturaleza y reclama familiarizarlos de nuevo con ella. El debate nos llega también procedente de Estados Unidos, donde el libro "El último niño en los bosques", publicado en 2005, tuvo un gran impacto y desencadenó un amplio debate.

Kinder untersuchen Wasser
Insectos en el agua: estudiando su presencia se puede analizar la calidad de la misma.Imagen: ddp/Martin Oeser

Tengo la sensación de que algo ha empezado a moverse. Una opinión que comparte Hannah Heinevetter, quien se pasa el tiempo viajando de una conferencia a otra en calidad de asesora medioambiental. Ella se hace eco de las numerosas nuevas ideas que aparecen en el ámbito de la pedagogía del medio ambiente: por ejemplo, las denominadas "rutas geocaching", que conducen a los escolares de forma interactiva por el entorno fluvial de Hamburgo tras la pista de las nutrias de mar. También el Campamento de Vivencias del Clima, que ella misma proyecta, así como cursos de "naturaleza salvaje" para niños, programas de formación para profesores y nuevos ciclos de estudios. Además de programas como "Kita 21", donde jardines de infancia se implican en la defensa de una vida sostenible. A ello hay que añadir otras ideas completamente diferentes, como las empresas creadas por estudiantes que son administradas de forma ecológica bajo las directivas de la Universidad Libre de Berlín. Una manera de mantener el entusiasmo por la sostenibilidad de los adolescentes cuando se acercan a la edad adulta, una época en la que pierden el interés por las cosas con facilidad.

La actual diversidad de ideas da ánimos. Nos hace pensar que quizás nuestros hijos tengan mayor entendimiento, protejan más y construyan de forma más inteligente que nosotros. Algo que solamente podrán conseguir en la medida en que no se les mantenga alejados de la naturaleza.

Las prohibiciones nos alejan de la naturaleza

La cultura alemana tan generalizada de la prohibición y la separación ha conseguido que la naturaleza, en realidad tan al alcance, hoy se haya convertido en algo extraño, alejado, que puede ser admirado tras las vallas y en las pantallas de televisión. "Prohibido tocar" o "No traiga nada" figura en letreros invisibles.

También intentamos liberar al mundo de nuestra hija de estas barreras. Pero nosotros mismos las hemos interiorizado. Y siguen creciendo: los arroyos vadeados durante la infancia se me antojan tan lejos de mí como los insectos coleccionados o los árboles plantados en la niñez. Y mis textos periodísticos no son capaces de vencer esta distancia. Aunque, a veces, crea que sí es posible. Hoy, por ejemplo. Justamente, acabo de concluir un artículo en el que figura un párrafo en el que se habla de los salmones en el Rin y de un triunfo.

En Bonn, los salmones saltan en otoño por encima de una presa de 1,80 metros de altura. Como en Alaska. La gente se acerca y se queda boquiabierta. Hace 20 años, nadie hubiera imaginado algo así. Ni allí ni en nuestro pueblo.

Autor: Torsten Schäfer / Emili Vinagre
Editor: Emilia Rojas-Sasse