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Sociedad

Las moribundas comunidades de Alemania del este

Jefferson Chase
11 de diciembre de 2017

Los alemanes están abandonando los pueblos pequeños y marchándose a ciudades más grandes. Y esto ocurre en el este más que en ningún otro lado.

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Deutschland - Dorf Alwine soll versteigert werden
Imagen: picture-alliance/dpa/P. Pleul

En Berlín, con 140.000 euros (165.000 dólares) puede uno costearse un apartamento de una habitación en la periferia urbana. Y sería un golpe de suerte. Sin embargo, con solo conducir 90 minutos al sur de la capital alemana, la misma suma basta para hacerse con todo un pueblo.

La noticia de que la aldea de Alwine, de tan solo 15 habitantes, ha sido subastada pone nuevamente de relieve una dolorosa división de la sociedad alemana. Mientras que en las ciudades de Alemania los alquileres aumentan con rapidez y el espacio habitable mengua, las zonas rurales se desangran en residentes. Y el desequilibrio es especialmente agudo en el este excomunista.

Mientras que Alemania occidental ha ido ganando habitantes poco a poco, y la población total del país se ha mantenido estable, el este (especialmente si no se tiene en cuenta Berlín oriental) no ha dejado de perder población en los últimos años. En 2015, la Oficina Federal de Estadística estimó que, excluyendo la capital, 12,5 millones de personas vivían en la Alemania excomunista. Es decir, 2,3 millones menos que cuando la nación se reunificó en 1989-90. Y los expertos temen que esta cifra pueda haber caído a 11 millones para 2030.

Las ciudades más grandes de esta zona (lugares como Leipzig, Dresde, Magdeburgo o Erfurt) están creciendo. Mientras tanto, las comunidades más pequeñas pierden residentes, a medida que la población que envejece se ve obligada a mudarse a poblaciones mayores para tener acceso a los servicios esenciales que necesitan. Alwine, por ejemplo, no tiene tiendas y la línea de autobús rural no para allí.

Lugares pintorescos y despoblados

El declive de Alwine empezó poco después de la reunificación, cuando cerró la fábrica de briquetas de carbón. Basta una mirada a los ruinosos edificios que se alinean a lo largo de la solitaria calle de la aldea para entender por qué tan poca gente querría vivir en lo que parece un pueblo posindustrial fantasma. Pero también lugares mucho más atractivos que Alwine también están en decadencia.

Deutschland Altstadt von Wittstock-Dosse, Mecklenburg-Vorpommern
Wittstock-Dosse se ha acicalado, pero sus habitantes siguen yéndose.Imagen: Imago/Chromorange

El pintoresco pueblo de Adorf, con una población de 5.078 habitantes y situado en el estado de Sajonia, en la frontera con Chequia, era conocido en el pasado por la fabricación de instrumentos musicales, pero entre 2000 y 2015 perdió un 20% de su censo. La ciudad de Wittstock-Dosse, entre Brandenburgo y Mecklenburgo-Pomerania Occidental, con su hermoso centro histórico, ha pasado de tener 18.000 habitantes en 2004 a 15.000 en la actualidad.

Comunidades como estas son bien conscientes de la amenaza de la despoblación. Pero las mejoras urbanas y los proyectos de infraestructuras rara vez son suficientes para combatir el drenaje de las ciudades pequeñas y los pueblos del este. Los potenciales residentes no parecen muy impresionados por la restauración de los edificios históricos de Wittstock-Dosse o su óptima localización entre dos importantes autopistas.

"¿Qué se supone que tenemos que hacer?", dijo Ina Muhss, parlamentaria por Brandenburgo, al diario Berliner Morgenpost. "Quizás simplemente tengamos que aceptar que en el futuro solo 8.000 personas vivirán en el centro".

Muhss añadió rápidamente que las infraestructuras tendrán que mantenerse igualmente para los futuros residentes. Pero para otros no está tan claro que valga la pena preservar servicios en lugares en los que poca gente parece querer vivir.

Deutschland Vogtland Freiberg Freiberger Tor mit Perlmuttmuseum in Adorf
Adorf es un pintoresco pedazo de la Sajonia más tradicional.Imagen: picture-alliance / HB Verlag

Puedes construirlo, pero no necesariamente vendrán

El director del Instituto de Investigación Económica de la ciudad oriental de Halle, Reint E. Gropp, dice que Alemania tendrá que dejar que las infraestructuras desaparezcan en algunas partes del país escasamente pobladas. También cree que el Gobierno federal debería forzar a las comunidades a invertir en el futuro y no solamente en sus necesidades del presente.

"Por supuesto que es importante tener en cuenta las necesidades de hoy, pero una calle construida ahora dura 20 años", dijo Gropp al periódico Die Welt. "Incluso aunque su construcción parezca necesaria en la actualidad, quizás nadie viva en el área dentro de diez años. Si esto es así, hacerlo es una locura".

"Si lo construyen, vendrán", la famosa frase de la película Field of Dreams no parece aplicarse a los pequeños pueblos de Alemania oriental. Además, la historia del antiguo este comunista ilustra la ineficiencia de los proyectos de infraestructuras como motor de un crecimiento económico duradero en zonas rurales deprimidas.

Berthold Wigger, profesor de economía y gestión pública en el Instituto de Tecnología de Karlsruhe, cita el hipotético ejemplo de dos pequeñas comunidades vecinas con poblaciones en caída libre, pero ambas tienen piscinas y malgastan dinero compitiendo la una con la otra.

"Ambas comunidades tienen un incentivo para mantener tantos servicios públicos como sea posible, de manera que no sufran pérdidas de población", explica a DW. "Pero eso no evita que la población se reduzca. Lo que ocurre es que se ofrecen demasiados servicios públicos. Están gastando demasiado dinero en las cosas equivocadas".

Wigger pide poner fin a lo que llama el "principio de la regadera", que consiste en distribuir los fondos para proyectos de infraestructura de forma uniforme por todo el país, y se inclina por apoyar proyectos que tienen una posibilidad realista de producir beneficios a largo plazo. ¿Pero qué político firmaría una propuesta como esta?

Über den Dächern von Berlin
Cuanto más cerca están de grandes ciudades como Berlín, más ricas son las comunidades del este de Alemania.Imagen: picture-alliance/dpa/R. Schlesinger

El señuelo de las ciudades

La Constitución alemana establece que lograr la "igualdad de las condiciones de vida" es uno de los objetivos del gobierno. Y, mientras los dos principales partidos, los conservadores de Angela Merkel y los socialdemócratas, pugnan por cultivar apoyos en el este de Alemania, es probable que ninguno de los dos admita su disposición a dejar que algunas de las pequeñas comunidades orientales desaparezcan. En sus plataformas oficiales, ambos partidos han prometido ayuda adicional para las comunidades rurales en dificultades e inversiones en infraestructura, como llevar el internet de banda ancha al medio rural.

Pero, por otro lado, la ayuda federal destinada específicamente para el este se terminará en 2019. Y los expertos están de acuerdo en que hay un límite en lo que los políticos pueden hacer por comunidades rurales en las que la gente no quiere vivir.

De acuerdo con un estudio sobre Brandenburgo recientemente publicado por la Universidad de Leipzig, ciudades de menor tamaño situadas cerca del área metropolitana de Berlín, como Neuruppin, también están atrayendo población de lugares como Wittstock-Dosse. Quienes abandonan el campo no siempre acaban en las grandes ciudades. A veces basta con estar cerca de ellas.

Wigger cree que este traslado interno de población es una evolución normal de la sociedad alemana.

"Tenemos que aceptar que hay procesos de autorrefuerzo", afirma el docente. "Por decirlo un poco a la ligera, la gente quiere mudarse allá donde hay cosas que hacer,  y hay muchas cosas que hacer en los sitios a los que se muda la gente. No es algo malo, si la gente se desplaza es porque tienen una buena razón para ello".

Por ahora, el pueblo de Alwine sigue existiendo. Pero padece una tendencia que a corto plazo no da signos de detenerse.

Autor: Jefferson Chase (EAL/VT)