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Libia y Siria, los regímenes más represivos

26 de abril de 2011

La prensa europea opina sobre las situaciones de Libia y Siria y las compara, en contraste con otros países árabes.

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Imagen: dapd

Süddeutsche Zeitung, de Berlín: “El establecimiento de zonas de protección en Libia sería una clara señal político-militar; sería precisamente el mensaje que los opositores de Gadafi en el país necesitan para recibir una seguridad satisfactoria ante el impredecible dictador. El mandato de la ONU prohíbe la ocupación de Libia, pero las zonas de protección no son zonas de ocupación. Son enclaves libres de lucha armada que constriñen el campo de juego de Gadafi, y que ante todo, expresan un mensaje inconfundible: el dictador no ganará esta guerra.”

"Sin EE. UU, a la OTAN le falta peso"

De Volkskrant, de Ámsterdam: “Esperemos que el ataque aéreo de la OTAN a un centro de comando en una residencia de Gadafi sirva de señal clara de que no dudará en atacar el corazón del régimen. Se necesita algo así urgentemente, ya que el comportamiento de la OTAN durante el devastador asedio de Misrata por tropas gubernamentales dejó mucho que desear. (…) Es comprensible que el presidente de los EE. UU., Barack Obama, no quiera verse envuelto en una tercera guerra, y por ello haya dejado el liderazgo de las operaciones en Libia a los franceses y británicos. Pero con los Estados Unidos en un pequeño papel secundario, la OTAN no parece tener el peso necesario para seguir atacando Libia.”

"Un ataque al Mandato de la ONU"

Gazeta Wyborcza, de Varsovia: “Italia, Francia y Gran Bretaña envían asesores e instructores militares a Libia sin un mandato de la ONU. (…) Los asesores y las armas ponen en peligro la resolución de la ONU de 1973. Los rusos y chinos, que observan detenidamente los movimientos de la OTAN, se han dado cuenta de ello y protestan a voces, señalando que con ello han herido el mandato de la ONU y que se ha roto el embargo de armas.

La instrucción militar de los civiles durará largo tiempo, habrá más armamento, más consultores de nuevos rangos, más hipocresía, la guerra escalará y la disputa interna de la coalición empeorará. Incluso la lucha más justa necesita una estrategia militar, una clara lógica política y un diálogo sincero con la población. En la operación “Libia” falta todo eso. La intervención de los EE. UU. En Vietnam comenzó, de hecho, hace medio siglo con el despliegue de asesores”.

"Libia y Siria, los países árabes menos queridos"

Der Standard, de Viena: “Libia y Siria, los dos países en los que la lucha por la libertad ha escalado hasta los mayores niveles de violencia, no sólo tienen en común que pertenecen a los regímenes más represivos de la región, sino que además son los menos queridos entre sus semejantes. Un ejemplo de lo contrario sería Arabia Saudí, una dictadura islamista, pero muy respetada en la región, y también con amistosas relaciones con occidente (y por ello, denominada “moderada”).

En los casos de Libia y Siria, todo depende también de la persona al mando: prácticamente no existe país árabe que no haya chocado en su larga historia con Muammar al-Gadafi. Pero éste al menos ha creado su propia revolución, al contrario que el presidente Bashar al-Assad, que con su eterno afán catedrático, según dicen, heredado de su padre, enerva a los veteranos gobernadores árabes, desde Mubarak hasta el rey Abdullah, de Arabia Saudí.”

"Una lucha contra la población insurgente"

La Montagne, de Clermont-Ferrand: “Cientos de muertos, detenciones masivas. Una vez más en 30 años de opresión, el gobierno sirio saca sus tanques, ametralladoras y francotiradores para atacar a sus manifestantes, incluso durante funerales. Ya no se trata de deslices de las fuerzas de seguridad, sino de una lucha contra la población insurgente. Es la misma situación que ha llevado en Libia a un ataque militar decidido por la ONU en nombre de la responsabilidad de proteger a la población civil de los graves crímenes de un estado. Aplicado a Gadafi, este derecho humanitario no vale para Baschar el Assad.”

Autora: Lydia Aranda Barandiain / dpa

Editora: Emilia Rojas Sasse