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Los católicos alemanes: enfadados con la Iglesia

Luna Bolívar/ dpa/ ap9 de febrero de 2009

“Recibimos cartas a montones. La conmoción es grande. La gente quiere saber qué está pasando en la Iglesia”, dice Matthias Kop, portavoz de la Conferencia Episcopal Alemana, y reza por evitar una sangría de feligreses.

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"Nos guías al exterior, hacia la amplitud": el lema de las Jornadas Católicas de 2008 adquiere nuevo significado.Imagen: AP

Llegan cartas y correos electrónicos. El teléfono no para de sonar. Los comentarios en la radio y la televisión reflejan el descontento. “Cada vez más personas nos comunican su intención de abandonar la Iglesia”, dice preocupado Claudius Stoffel, el párroco de la catedral de Friburgo.

Richard Williamson y su negación del Holocausto, Bendicto XVI y su decisión de abrirle los brazos a la conservadora Hermandad Pío X, el Vaticano y sus problemas de comunicación: todos ellos dominan el debate social y han colmado la paciencia de muchos católicos alemanes.

En Alemania, los contribuyentes tienen la opción de dejar de pagar el mensual impuesto destinado a la Iglesia. “Algunas personas nos manifiestan su ira”, confiesa Matthias Kop. Y aún así, el portavoz de la Conferencia Episcopal Alemana es optimista. Al menos, asegura, aún no puede hablarse de “ola de abandonos”, como afirman algunos medios de comunicación.

¿Una brecha profunda?

Las cifras concretas todavía no existen, así que la Iglesia aún desconoce el alcance real de lo que ya puede llamarse escándalo. Sin embargo, lo que la Iglesia sí sabe es que en Alemania los feligreses se le escapan desde hace años y que darles motivos para que prosigan el abandono no le viene nada bien a su base ni a sus finanzas.

Quizás algunos de los que en plena indignación anuncian su retirada del padrón de católicos, una vez solos ante el funcionario, se arrepientan y decidan que aunque el club no sea perfecto merece la pena quedarse. Pero también puede ser que esta vez la brecha sea más profunda de lo que la sacra institución está en condiciones de soportar. “A muchos les preocupa la Iglesia católica que esté definiendo su nuevo curso”, comenta Ingmar Neumann, de la Asociación de Juventudes Católicas de Friburgo.

Son sobre todo los jóvenes quienes menos comprensión muestran con las recientes decisiones de Bendicto XVI. “La Iglesia representa que todos somos iguales ante Dios. No puedo entender que precisamente el Papa apoye a alguien que propaga el antisemitismo y desprecia con ello a un grupo determinado de personas”, critica la estudiante Katharina Dannhausen.

Hotline para iracundos

En las oficinas católicas de Mannheim el teléfono suena ininterrumpidamente. La parroquia ha instalado una línea al servicio de todos los “enfadados y asustados”, y al parecer son muchos. La rehabilitación parcial de los cuatro obispos lefebvristas envía la señal equivocada, opina el sacerdote jesuita Hans-Joachim Martin.

“Muchas personas nos llaman y nos preguntan cómo puede ser que el Papa tenga tan poca sensibilidad”, cuenta Martin. En Mannheim intentan responder a todo el disgusto que les llega por teléfono y se esfuerzan por mantener el contacto con la comunidad judía. “Nuestra fe”, dice Martin, “no depende del Papa”.