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Un año de gobierno: Macron en la encrucijada

Andreas Noll
7 de mayo de 2018

Macron fue elegido presidente de Francia hace un año. Durante la campaña se presentó como reformista. Ahora se encuentra en un momento crucial, a juicio del politólogo Emiliano Grossman.

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USA Präsident Macron Besuch
Imagen: Getty Images/AFP/L. Marin

DW: Sr. Grossman, en el exterior se ve al presidente francés como una figura que aborda una reforma tras otra y se mantiene firme ante las resistencias. ¿Cómo evalúa usted la situación?

Emiliano Grossman: Macron todavía tiene la imagen de ser muy dinámico y eficiente. Pero ya se perciben los primeros signos de un cierto cansancio en cuanto a la realización de reformas. Sus índices de aprobación han bajado drásticamente en las encuestas de las últimas semanas. Eso no se debe solo a la huelga ferroviaria, que se prolonga ya varias semanas. También se habla de un "efecto Sarkozy”. Nicolás Sarkozy inició igualmente su período con un torrente de proyectos reformistas, pero con cada mes que pasaba se le hizo más difícil materializar tales reformas.

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Creo que Macron se encuentra en un momento crucial: ¿será uno de esos presidentes franceses que comienzan de manera muy ambiciosa y se vuelven luego muy impopulares, o conseguirá superar este momento crítico y llevar a cabo su agenda de reformas?

¿De qué factores dependerá eso?

Frankreich Paris - Emiliano Grossman
Emiliano GrossmanImagen: Privat

Dependerá en gran medida de si sus reformas dan fruto. Actualmente, la situación económica es mejor que la de hace dos años, pero difícilmente Macron pueda atribuirlo a su propia gestión. Para él sería importante que se registrara una mejora sostenida, que hubiera crecimiento en sectores críticos y que las empresas generaran nuevos empleos.

Pero también existe otro factor, que quizás no se tome tan en cuenta en el exterior. Macron debe zafarse de la imagen de ser el "presidente de los ricos”. Comenzó con reformas que claramente benefician a los más acaudalados. Actualmente se discute, por ejemplo, sobre abolir un impuesto que dificulta a los ricos transferir dinero al exterior para ahorrar impuestos. Dicho impuesto no ha resultado ser muy eficaz, pero su abolición representa  un problema para Macron en el aspecto simbólico.

De acuerdo con algunas encuestas, el 56 por ciento de los franceses está descontento con Macron. Son resultados mejores que los de sus antecesores, pero no son realmente buenos. ¿Era esto previsible?

Creo que un problema estructural del sistema político de Francia, muy personalista, es que se cifran demasiadas expectativas en el presidente. El sistema fue concebido en la década de 1950 para evitar el peligro de la guerra civil. Y funcionó bien, con el carisma de Charles de Gaulle. Pero ninguno de sus sucesores ha tenido ese carisma.

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En el exterior también ha llamado la atención el trabajo de relaciones públicas de la actual presidencia. Macron gusta de los grandes gestos. ¿Cómo los recibe la población?

Hasta ahora, la mayor parte de las iniciativas de relaciones públicas ha tenido un eco positivo. Pero a mí me parece un arma de doble filo, porque esos grandes gestos son un poco maniobras de distracción. Eso puede funcionar a corto plazo pero, si no les siguen reformas sustanciales, puede provocar cansancio en la gente.

¿Y qué hay en cuanto al fondo? El think tank iFrap asignó a la política de reformas de Macron solo 5,3 de 10 puntos. ¿En qué falla?

Simplemente es difícil reformar Francia. Hay muchos obstáculos estructurales.

Autor: Andreas Noll (ERS/MS) 

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