Magia de hilo y nudos: las bordadoras de Copiulemu
En Copiulemu, centro sur de Chile, los bordados de lana son una reconocida y elogiada tradición campesina con cuatro décadas de historia.
Artesanía tradicional de Chile
En Copiulemu, centro sur de Chile, los bordados de lana son una reconocida y elogiada tradición campesina con cuatro décadas de historia. Copiulemu, que en la lengua de los indígenas mayoritarios de Chile, los mapuche, significa “bosque de copihues”, un grupo de 30 bordadoras destaca con coloridas e ingeniosas creaciones.
Una historia chileno-alemana
En 1974, la escultora alemana Rosmarie Prim reunió a un grupo de mujeres en Copiulemu. El motivo era que pudiesen generar dinero extra con la venta de bordados a lana. Como resultado, brotaron creativas y originales piezas que rápidamente ganaron reconocimiento internacional.
Paisajes rurales
Los paños son de diferentes tamaños y, por lo general, exponen costumbres propias del mundo rural, como el arado de la tierra o la cosecha de hortalizas, siempre en paisajes boscosos y cordilleranos.
Jardína de infantes "Manderscheid"
En abril de 1974, y gracias a una donación proveniente de Alemania, Rosmarie Prim fundó el primer jardín rural de Chile, al que además llamó “Manderscheid”, como su ciudad de origen. Esta obra social antecede a la creación de las bordadoras de Copiulemu.
La visita
La década del ’80 fue una etapa productiva. Las bordadoras ya eran reconocidas en Chile, también en Europa. En 1987, llega un nuevo desafío. Al grupo de mujeres se le solicita confeccionar un gran tapiz Papal, con motivo de la visita a Chile del Papa Juan Pablo II.
El árbol de la vida
María Riquelme se encargó de bordar el “Árbol de la Vida”, una creación muy alabada por su destreza con la aguja, pero también por representar tan fielmente una parte de la vida rural.
Sello de excelencia de la UNESCO
En 2010, la Unesco entregó a las bordadoras de Copiulemu el sello de excelencia de artesanía. Se destaca, especialmente, la originalidad de la obra. “Ningún bordado es igual a otro. La regla es que no se pueden repetir”, dice a DW la artista Rosmarie Prim.
Paisajes de la imaginación
Los paisajes campesinos, pero también las experiencias de vida se bordan en las arpilleras. “Siempre depende de la imaginación de cada una. En mi caso, me interesan los animales, árboles y pájaros”, cuenta a DW la bordadora Auda Zambrano.
Lucha contra el machismo
Rosmarie cuenta que en su época también tuvo que luchar contra el machismo, muy arraigado en zonas rurales chilenas, ya que algunos maridos o parejas no se acostumbraban a ver a sus mujeres fuera de las casas, bordando todo el día, viajando y exponiendo en galerías las obras.
Herederos
Hoy – en el mismo parvulario Manderscheid, que Rosmarie fundó hace más de cuatro décadas− se enseña a bordar a los niños. El sueño es que la tradición popular no desaparezca y surja una legión de nuevos herederos, que logre manejar la técnica tan bien como sus antecesoras.