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Nómadas: las primeras víctimas del cambio climático

6 de julio de 2010

Con su estilo de vida, los nómadas apenas contribuyen al cambio climático. Sin embargo, se ven afectados por los cambios que experimenta la naturaleza. En parte, con consecuencias catastróficas.

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Restos de un camello: el sustento de los nómadas.Imagen: CC / prilfish

En las regiones de Borana y Somali, en Etiopía, los nómadas emigran desde hace siglos acompañados por sus rebaños de una zona de pasto a la siguiente. Su forma de vida tradicional se adapta a los cambios entre la época de lluvias y la estación seca, a las inundaciones y a las sequías. No necesitan ningún estudio a largo plazo ni ninguna tabla de temperaturas, para ellos el cambio climático es una realidad desde hace ya mucho tiempo, tal como lo refleja un informe elaborado este mismo año por la organización humanitaria CARE. Los pastores etíopes explican que antes las sequías se producían una vez cada seis o diez años. Ahora, se repiten prácticamente de año en año. Eso significa que los nómadas apenas sí tienen tiempo para recuperarse entre un periodo de sequía y el siguiente. El agua escasea y hay que recorrer grandes distancias para garantizar el suministro. El terreno se erosiona con mayor rapidez, el ganado es más propenso a las enfermedades, hay cada vez menos crías y descienden los ya de por sí escasos ingresos. En resumen, los nómadas pierden su sustento.

Rentiere Schweden
Un rebaño de renos se desplaza a través del paisaje invernal en el norte de Suecia.Imagen: picture-alliance/ dpa

Cuarenta millones de afectados

Las extremas oscilaciones climatológicas, las sequías, las inundaciones, las tormentas, las temperaturas en aumento y el constante avance del desierto amenazan a millones de nómadas en Etiopía, pero también en Níger, Mauritania, Kenia o Sudán. "En Somalia, por ejemplo, la mayoría de la población se gana la vida de esa forma", explica Günther Schlee, del Instituto Max Planck de Investigación Etnológica con sede en Halle. Schlee es uno de los investigadores del fenómeno nómada más prestigiosos de Alemania. Según sus cálculos, hay alrededor de 40 millones de ganaderos nómadas en todo el mundo.

Pero no sólo los pastores africanos sufren las consecuencias del cambio climático. Los inviernos suaves con grandes precipitaciones suponen también un enorme problema para los pastores de renos en el norte de Finlandia y en Rusia: donde antes había terreno congelado ahora hay ciénagas, con lo que animales y pastores se hunden en el barro. La vegetación también se transforma, y las rutas y el momento adecuado para la trashumancia sufren un auténtico desbarajuste debido a que los ríos se hielan más tarde y el deshielo llega antes.

El devastador "Dzud"

En Mongolia, 2,7 millones de personas viven de la ganadería, casi la mitad de la población. Alrededor de una tercera parte son nómadas que emigran con sus animales a través del país. El país de las estepas en Asia central se ve afectado de forma especialmente dura por el cambio climático. "Dzud" es el término que los habitantes de Mongolia emplean para referirse a ello: el paso de la sequía en verano a un invierno glacial. El frío extremo y las fuertes nevadas del último invierno, por encima incluso de lo que es habitual en Mongolia, han sumido a los nómadas en la miseria. Según informaciones de Cruz Roja, temperaturas de hasta 40 grados bajo cero acabaron con la vida de 4,5 millones de cabras, ovejas, camellos y caballos. Decenas de miles de nómadas perdieron su sustento.

Ya sea en Etiopía, Finlandia o Mongolia, los nómadas necesitan ideas para adaptarse a las condiciones climatológicas cambiantes. Ideas que, en Mongolia, pueden pasar por aprovechar el potencial para la generación móvil de electricidad. También por reforzar las medidas para el almacenamiento y la obtención de agua en las regiones amenazadas por la sequía a través de la construcción de fuentes y cisternas. Pero sobre todo se trata de cambiar aquello que, a medio plazo, puede cambiarse: las condiciones marco a nivel social y político. "Porque los problemas de los nómadas no se deben, en ningún caso, tan sólo al cambio climático", considera Schlee. Una política unilateral a favor de los sistemas económicos sedentarios, el aumento de la población y las cada vez más escasas áreas de pasto de libre acceso son mucho más perjudiciales para los nómadas que los efectos del cambio climático.

Brot für die Welt: Kenia
La lluvia también escasea en Kenia. Las plantas se secan y el ganado de los nómadas apenas encuentra agua.Imagen: Frank Schultze / Brot für die Welt

¿Guerra climática entre nómadas y sedentarios?

El psicólogo social Robert Welzer considera que las consecuencias sociales del cambio climático suponen "el mayor reto de la modernidad". En su libro "Klimakriege" ("Guerras climáticas"), Welzer enumera 70 conflictos globales que amenazan con agudizarse por culpa del cambio climático. La guerra civil en Sudán, en la que participan alrededor de veinte milicias al margen de las tropas gubernamentales, tiene a agricultores sedentarios y ganaderos nómadas. Para Welzer, se trata de la primera "guerra climática".

Pero los conflictos entre nómadas y sedentarios son tan antiguos como la propia humanidad. Es por ello que Schlee no cree que el cambio climático suponga el final de las formas de vida nómadas. Al contrario, nuevas tecnologías como la telefonía móvil pueden en realidad hacer más fácil la vida para los nómadas. "A decir verdad, cada vez hay menos argumentos para ser sedentario", afirma Schlee. El nomadismo va también en aumento en los países industrializados: "La mayoría de las empresas son dirigidas hoy en día por nómadas, que emigran de país en país y de habitación de hotel en habitación de hotel".

Autor: Oliver Samson
Redacción: Emili Vinagre