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No hay memoria sin olvido

Babette Braun17 de septiembre de 2008

El disco duro está copado. Muchos han tenido que lidiar con tal problema en su PC. Pero también el cerebro humano necesita a veces borrar archivos para liberar espacio. En este caso, el proceso se llama “olvidar”.

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Los recuerdos a veces son efímeros, como una escultura de arena.Imagen: AP

Olvidar es humano. Si alguien afirma no haber olvidado jamás alguna cosa, quiere decir que en ese preciso instante no se acuerda de ello. Científicos afirman que el olvido es condición para que funcione la memoria. Feliz aquel que en la vejez aún está en condiciones de olvidar. Para entender ese proceso, resulta necesario comprender cómo se transmiten las informaciones.

El asunto es complejo, indica el Dr. Josef Kessler, director de la sección de neuropsicología de la universidad de Colonia, quien explica así el proceso a grandes rasgos: “determinada señal llega a una célula. Allí se liberan sustancias químicas. Éstas establecen contacto con otras células. Entonces se produce un impulso eléctrico y las informaciones son transmitidas”.

El cerebro y la computadora

Forschung zu hirnorganischen Grundlagen an Universität
La memoria humana no funciona como la del PC.Imagen: picture-alliance/ dpa

También en la computadora las señales eléctricas se traducen en información. Pero no se puede decir que la computadora tiene un cerebro. Por lo pronto, eso se evidencia en la forma en que selecciona la información: la almacena ordenadamente en archivos. El cerebro opera de manera diferente. “En el cerebro humano no existen lugares en los que residen las palabras o se almacenan determinados acontecimientos”, afirma el Dr. Kessler, haciendo notar que “hay que imaginar redes, es decir, que muchas neuronas están interrelacionadas”.

Las neuronas intercambian información continuamente. Kessler lo explica así: “en esa actividad permanente de nuestro cerebro surgen determinados patrones. Es una especie de destello. Y ese destello representa determinado contenido de la memoria”.

Tales “patrones” cerebrales no se pueden descifrar a la rápida, en vista de que el cerebro de un adulto tiene una cantidad estimada de 100.000 millones de células. Su peso bordea los 1.400 gramos. En el caso de los recién nacidos, el peso equivale apenas al de 3 tabletas de chocolate: 300 gramos.

Informaciones fugaces

El intercambio de informaciones es permanente, incluso cuando la persona duerme. Aun así, también el olvido está programado ya que, como hace notar Kessler, “a lo largo de nuestra vida aprendemos también muchísimas cosas inútiles”. Y pone un ejemplo elocuente: “Cuando atravieso una calle, tengo 1000 impresiones. Si las registrara todas, mi capacidad de almacenamiento estaría copada en dos días”.

Los niños pequeños olvidan casi todo lo que les ha ocurrido antes de cumplir los 3 años de edad. Sin embargo, informaciones triviales también pueden ser de suma importancia durante cierto tiempo. Mientras se atraviesa la calle, hay que captar si viene o no un auto a la distancia. Con tal fin, nuestros órganos sensoriales, como los ojos y los oídos, registran informaciones y las almacenan durante algunos milisegundos. “Entonces se puede volver a filtrar esas informaciones, que se almacenan en la memoria inmediata, donde permanecen aproximadamente 18 o 20 segundos”, aclara el científico, agregando: “si no les prestamos atención, las volvemos a olvidar”.

Modo automático

Lo mismo ocurre cuando uno escucha sin prestar mucha atención. El cerebro ahorra donde puede. Por eso sucede, por ejemplo, que nos dirigimos directamente del trabajo a casa, olvidando que debíamos ir a recoger un paquete a otro sitio. En tal situación, actuamos automáticamente. Según el Dr. Kessler, “estas operaciones automáticas requieren muy poca atención, es decir, son parte de una rutina”. En cambio, cuando ocurre algo especial, se ponen en funcionamiento otras regiones del cerebro.

En la memoria de largo plazo está almacenada nuestra vida. Para que un recuerdo se instale allí debe haber causado un fuerte estímulo. Dicho en otros términos, las sustancias químicas y los haces eléctricos que se intercambian entre las neuronas deben alcanzar determinada intensidad. Aquello que provoca placer u otras sensaciones intensas causa estímulos especialmente fuertes en el cerebro. Cuál es el grado de intensidad necesario para grabar un recuerdo es algo que la ciencia aún no ha podido determinar.

Ejercicios que ayudan

Symbolbild Erinnerung, Gedächtnis
Con los años, los recuerdos se desvanecen.Imagen: picutre-alliance/bildhuset.se

“No sabemos con exactitud cómo se almacenan las informaciones, de modo que tampoco sabemos con precisión cómo se produce el olvido”, apunta el especialista. Ése es un problema, ya que por ende tampoco se sabe con qué estímulos químicos y eléctricos se podría ayudar a la gente senil o a pacientes que sufren de demencia.

Algunos científicos afirman que lo que olvidamos permanece en algún lugar del cerebro. Otros opinan que lo olvidado primero se desvanece y luego desaparece.

Ya sea que se trate de personas jóvenes o ancianas, lo mejor contra la pérdida de la memoria es alimentar el cerebro con gran cantidad de informaciones que puedan ligarse en contextos dotados de significado. “Mientras más sé, más fácil me resulta integrar nuevas informaciones en mi sistema de conocimiento”, asegura Kessler, puntualizando que “no se trata de cosas dispersas, sino que tienen sentido, porque sé mucho acerca de eso”.