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Nord Stream 2: El daño producido por Angela Merkel

Frank Hofmann
22 de julio de 2021

La política de gasoductos de Berlín con Rusia es una vergüenza para la política exterior alemana. Ha dividido a Occidente. Alemania debe recuperar la confianza y apoyar a Ucrania, opina Frank Hofmann.

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Protesta en Berlín contra el gasoducto Nord Stream 2.
Protesta en Berlín contra el gasoducto Nord Stream 2. Imagen: Jens Büttner/dpa/picture alliance

La apuesta del régimen de Putin contra la política climática alemana y europea está sobre la mesa. Los consumidores y el próximo gobierno alemán tienen el poder de decidir quién gana: ¿sucumbiremos al dulce veneno del gas barato de Rusia o Alemania ampliará rápidamente las energías renovables para contrarrestar el gas dañino para el clima?

El daño causado a la política exterior solo puede repararse con una línea igualmente clara. La construcción del gasoducto germano-ruso por parte de Gazprom, ha dividido a Europa y a Occidente. La canciller alemana, con su habitual argumentación de que se trata de un proyecto puramente económico, es responsable de los daños en política exterior: se llevó a cabo en contra de la voluntad del Parlamento Europeo, en contra de la insistencia de sus amigos más cercanos, como Francia, los países escandinavos, los países bálticos y, sobre todo, Polonia. Y finalmente contra la voluntad del Congreso de Estados Unidos.

Esta política de Berlín se ha despedido de una constante hasta ahora fiables de la política exterior alemana: ya sea en tiempos de Willy Brandt (SPD) o Helmut Kohl (CDU), Alemania se situó en primer lugar al lado de sus amigos y socios más cercanos y persiguió sus intereses a partir de ahí. Esto era cierto incluso cuando Gran Bretaña y Francia tenían dudas sobre si la unificación alemana era una buena idea. Primero se convenció a París, luego vino el Tratado Dos más Cuatro.

Frank Hofmann, corresponsal de DW en Kiev, Ucrania.
Frank Hofmann, corresponsal de DW en Kiev, Ucrania. Imagen: DW

Las maniobras de Angela Merkel

Por otro lado, las acciones de Merkel con respecto a este gasoducto ruso solo pueden verse como una maniobra desesperada para salir de algún modo de un dilema sin solución. Putin y sus seguidores están construyendo gasoductos como medida geopolítica, también para chantajear a Ucrania.

Alemania y la canciller saliente pueden alegrarse de que, tras los oscuros años de Trump, los profesionales de la política exterior de Washington hayan mostrado una salida al atolladero. Incluso contra una mayoría bipartidista en el Congreso de los Estados Unidos. El gran prestigio de Merkel en los altos círculos políticos de la capital estadounidense sin duda ayudó. Y el hecho de que haya salvado vidas en el frente oriental ucraniano con su labor en el proceso de Minsk hace que en Kiev se conserve al menos una confianza residual en ella. Pero nada más.

Alemania debe cumplir

Para el futuro, Alemania debe cumplir y volver a una política exterior sólida y confiable. Solo debe haber un permiso de explotación para Nord Stream 2 con un contrato inequívoco que garantice que Rusia no puede dañar financieramente a Ucrania como país de tránsito de gas, más allá de los acuerdos ruso-ucranianos que terminan después de 2024.

Sobre todo, Berlín debe decir adiós a la ingenuidad geopolítica de los últimos años y, junto con nuestros amigos de París, representar los intereses comunes de Europa. Eso significa ahora también utilizar el grifo de gas de Lubmin, en las estribaciones de Pomerania, como lo que realmente es. No es solo un nexo técnico en la cadena de un proyecto puramente económico, sino una herramienta de poder geopolítico. Funciona en dos direcciones: se abre y se cierra.

Esto no ha cambiado desde las primeras ventas de tubos de la empresa alemana Mannesmann a Moscú en la década de 1970. Acompañaron la política de cambio mediante el acercamiento de Willy Brandt y fueron uno de los muchos elementos que finalmente dieron a los alemanes del Este la oportunidad de liberarse del régimen del SED. El hecho de que Angela Merkel, en particular, no viera esto desde el principio es especialmente preocupante.

(gg)