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Obama toma en serio el calentamiento global

Michael Knigge (ERC/ERS)3 de agosto de 2015

El nuevo plan de Barack Obama para frenar el calentamiento global no convertirá al país bajo su mando en una economía verde de la noche a la mañana; pero su importancia no debe ser subestimada, comenta Michael Knigge.

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Imagen: Reuters

Por lo menos en términos retóricos, el cambio climático han representado un asunto clave para el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, desde el principio de su mandato. El hizo del calentamiento global un tópico político central de su campaña electoral en 2008, prometiendo que su país se convertiría de nuevo en líder global en materia ambiental. Sin embargo, tras ascender a la jefatura del Gobierno, Obama desperdició la oportunidad en la histórica cumbre de Copenhague, en 2009, y luego dejó pasar su primera gestión sin hacer progresos significativos en el ámbito ecológico.

Ahora, preocupado por el legado que dejará como mandatario y sabiendo que la inminente cumbre de París es percibida por muchos como la última oportunidad de la comunidad internacional para disipar los escenarios climáticos más ominosos, el gobernante de Washington parece decidido a cumplir la palabra empeñada hace siete años.

Su “Plan de Energía Limpia”, anunciado originalmente el año pasado, clasificará por primera vez al dióxido de carbono como un elemento contaminador y decretará nuevas reglas de alcance nacional para el manejo de las emisiones de este gas en las centrales energéticas. El propósito es reducir en un 30 por ciento las emisiones registradas en las plantas energéticas estadounidenses en 2005. Alcanzar este objetivo de aquí a 2030 aceleraría el proceso de desactivación de las centrales que trabajan con carbón y que son fuentes fundamentales de emisiones de CO2.

Michael Knigge.
Michael Knigge.

Pieza clave del rompecabezas

Aún antes de que el nuevo plan de Obama viera la luz, muchos estados del país ya estaban bien encaminados hacia esa meta gracias a la caída de los precios del gas natural, propiciada por la recesión económica y al auge del fracking; pero muchos otros estados están rezagados. Por otro lado, dado el progreso alcanzado hasta ahora, es probable que el “Plan de Energía Limpia” tenga efectos apenas perceptibles en el historial de emisiones de CO2 de Estados Unidos.

Es por eso que el Ejecutivo de Obama propuso estándares de eficiencia de combustible más severos para camiones, tractores y remolques hace algunas semanas. También se anunciaron estándares de eficiencia más estrictos para aparatos electrodomésticos, como hornos y lavaplatos. De ahí que el plan ecológico de Obama deba ser visto como una pieza importante en ese gran rompecabezas que es la búsqueda de estrategias para frenar el calentamiento global. Individualmente, cada iniciativa será insuficiente para reducir las emisiones contaminantes; pero, combinadas, éstas pueden tener un impacto estimable en la producción estadounidense de CO2.

Importancia simbólica

La trascendencia del “Plan de Energía LImpia” de Obama no radicará en sus proyecciones en materia de emisiones, sino en su importancia simbólica. Primero, porque las nuevas leyes tienen en la mira a compañías que son vitales para la producción energética en Estados Unidos y las obliga a repensar sus respectivas estrategias para la generación de energía. Segundo, porque coloca de nuevo el asunto del cambio climático en el corazón de la agenda política ante las próximas elecciones presidenciales en el país. Eso forzará a los candidatos, sobre todo a los republicanos, a pronunciarse sobre ese tema frente a las miradas escrutadoras de los electores.

Y tercero, porque con este compromiso, la economía más grande del mundo –y segundo generador de emisiones de CO2– se convierte en ejemplo para otros países industrializados como China, India y los Estados de la Unión Europea, de cara a la cumbre climática de diciembre.