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Obispo Báez: “Ortega desató barbarie por dinero y poder”

13 de julio de 2018

Nicaragua sufre su peor crisis en 40 años. El obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez,acusa de la violencia al presidente Daniel Ortega, exguerrillero izquierdista, al que cree “sediento de dinero y hambriento de poder”.

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El obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez.
El obispo auxiliar de Managua, Silvio Báez.Imagen: picture-alliance/dpa/C. Herrera

"El pueblo está indefenso frente a esta barbarie y todos somos vulnerables”, dice monseñor Báez. A sus 60 años es considerado la figura de la Iglesia católica más crítica al gobierno. No por casualidad fue el más lastimado entre los sacerdotes atacados por "turbas” violentas en la basílica de Diriamba, al sur de la capital, el pasado 9  de julio.

Báez llegó ahí junto al cardenal Leopoldo Brenes y al nuncio apostólico en Managua, el polaco Waldemar Sommertag, para rescatar a un grupo de religiosos y civiles sitiados por seguidores fanáticos del gobierno. Insultos, empujones, puñetazos y una herida por arma blanca en el antebrazo de Báez, fue el resultado del inédito ataque a los obispos.

"En Nicaragua hoy toda persona es vulnerable, todos estamos en la indefensión”, señala al referirse al agudo conflicto que comenzó el 18 de abril con una protesta de estudiantes y que ha dejado 351 muertos, más de 2.000 heridos y cientos de detenidos y desaparecidos, según organismos de derechos humanos independientes.

El "proyecto humanista" que se convirtió en pesadilla

"Este es un país en manos de fuerzas paramilitares y grupos de choque violentos, donde no hay ley a la que recurrir ni autoridad confiable”, advierte el obispo, para quien la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) de la OEA dictó medidas cautelares por haber recibido amenazas de muerte.

Monseñor Báez no vivió el primer gobierno de Ortega, en la década de los 80, porque a sus 21 años, tras la caída del dictador Anastasio Somoza en 1979, se fue al seminario de la Orden Carmelita en Costa Rica. Sin embargo, junto con su familia y miles más celebraron el triunfo de la revolución porque prometía ser un proyecto humanista, aunque después –dice- "se fue deteriorando  por ambiciones de poder y liderazgo”.

El problema no por ideología, sino por puras ansias de poder

Para Báez, Daniel Ortega "no es heredero” de aquella revolución ni representa su continuidad. La crisis actual de Nicaragua tampoco es fruto de un complot externo ni de un conflicto "entre izquierda  y derecha”, como el gobierno asegura. "Daniel Ortega es un hombre sediento de dinero y hambriento de poder, que no conoce otro lenguaje sino el de la conspiración, el cinismo y desgraciadamente  la violencia”, asegura.

Señala que el gobernante y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, lograron tejer durante años "una estructura que se arraigó sobre el poder económico”. Por eso, la primera protesta estudiantil contra una reforma al seguro social sólo fue, a su juicio, el detonante de una crisis que "no empezó de la noche a la mañana”. Fue simplemente "una gigantesca olla de presión” que estalló por un conjunto de factores políticos y económicos.

Venezuela no ayudó al Estado nicaragüense, solo le regaló millones a los Ortega y sus amigos

 "Aquí se sumó una tradición histórica del poder ejercido como patrimonio personal, prácticas de fraudes electorales, corrupción gubernamental y caudillismo mesiánico”, razona Báez. A eso se agregó una millonaria ayuda de Venezuela "que no fue directamente al Estado de Nicaragua sino a la familia Ortega y sus más allegados”.

"En base a todo esto, unido a pactos políticos, compra de conciencias y clientelismo político, este hombre aliado con poderes económicos de Nicaragua logró ir tejiendo un sistema de poder cada vez menos institucional y más irrespetuoso de las leyes”, señala. Por eso, subraya, "en este momento hablar de izquierdas y derechas en Nicaragua es totalmente anacrónico”. 

Obispos "al lado de las víctimas de la represión"

Monseñor Báez vivió 30 años en Italia y volvió en 2009 a Nicaragua, tras ser nombrado obispo por el papa Benedicto XVI. Lee alemán y habla a la perfección  italiano, inglés y francés. En su apartamento del Seminario La Purísima, en las afueras de Managua, rodeado de verdes jardines, tiene muchos libros, un perro amistoso, un piano y una foto junto a doña Francisca Ramírez, la líder campesina que también lucha contra Ortega.

Exégeta y doctor en Sagradas Escrituras, Báez es también un jovial tuitero. Divertido, cuenta que allegados a Ortega le han confiado que al gobierno le irritan sus mensajes en Twitter (@silviojbaez), donde tiene más de 87.000 seguidores, en su gran mayoría jóvenes. Afirma que Ortega y el Frente Sandinista siempre han tenido una compleja relación "de amor-odio” con la Iglesia católica, en la que ellos nunca se sintieron cómodos. Y menos últimamente, en el diálogo, cuando los obispos mediadores se colocaron al lado de las víctimas de la represión.

"El Papa sabía que en Nicaragua se estaba gestando una dictadura"

Obispo Báez: "La Iglesia lucha por una solución pacífica”
Obispo Báez: "La Iglesia lucha por una solución pacífica”Imagen: picture-alliance/dpa/C. Herrera

Dice que de todas estas situaciones está "perfectamente informado” el papa Francisco, quien en dos ocasiones desde abril ha clamado por el cese de la violencia en Nicaragua. A manera de anécdota, Báez cuenta que hace un año, en una visita de los obispos nicaragüenses a Roma, el papa les instó a hablar claramente con el pueblo, a denunciar las injusticias y la corrupción.  "Él nos dijo: tengan en cuenta que en estos procesos  luego entra la persecución y el martirio”.

"En aquel momento eso parecía una cosa lejana, irrealizable y sin embargo ahora lo estamos viviendo. Estamos empezando a ser ya una iglesia perseguida”, comenta el religioso. "El papa sabía perfectamente que en Nicaragua se estaba gestando una dictadura y que estaba echando raíces un poder con características no solo dictatoriales, sino de un poder dinástico”, indica.

Sobre las perspectivas del diálogo nacional que inició en mayo y se encuentra virtualmente estancado, Báez asegura que los obispos no abandonarán el proceso, al que consideran "una válvula de escape” y también "una instancia crítica” frente al gobierno.

Aunque no vislumbra una pronta salida a la crisis y teme incluso el estallido de una guerra civil, si un sector de la población tomara las armas, Báez dice que los obispos harán todo lo posible para evitar un enfrentamiento bélico. "Esperamos encontrar una solución pacífica. La iglesia está luchando por eso”, subraya.

Gabriela Selser desde Managua (dpa, especial para DW)