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OCDE: Venezuela, cuarto lugar mundial en migración

Christoph Hasselbach | Peter Hille
18 de septiembre de 2019

Menos solicitantes de asilo, más trabajadores migrantes. Es la síntesis del último informe sobre migración de la organización de países industrializados que exige más apertura a los gobiernos, sin negar los problemas.

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Migrantes venezolanos en la frontera con Colombia (archivo)
Migrantes venezolanos en la frontera con Colombia (archivo)Imagen: Reuters/Stringer

La cifra más importante carece de dramatismo: en 2018, el número de migrantes permanentes hacia los países de la OCDE aumentó en un 2%, en comparación con 2017. En términos absolutos, los países industrializados occidentales recibieron a unos 5,3 millones de migrantes permanentes en 2018. Estados Unidos y Alemania son los países preferidos por los migrantes.

El mayor grupo es el de trabajadores temporales. En 2017 (no hay cifras para 2018), había alrededor de 4,9 millones de personas, un aumento del 11 por ciento con respecto a 2016. Quizás sorprenda que Polonia sea el primer destino de los trabajadores migrantes temporales de todos los países de la OCDE, seguido de Estados Unidos.

Más restricciones

Aunque los solicitantes de asilo son a menudo el centro de debate, en 2018 representaron solo una pequeña parte de los migrantes. Su número cayó en 2018 a poco más de un millón. En comparación con los años récord de 2015 y 2016, esta es una disminución de un tercio. Afganistán, Siria, Irak y Venezuela son los países que obligaron a la mayor cantidad de ciudadanos a emprender los caminos de la emigración. El número de refugiados registrados en 2018 proviene de 2017. En ese momento, se otorgaron 700.000 permisos de residencia, en comparación con 900.000 en 2016.

Muchos países de la OCDE han endurecido sus políticas sobre todas las formas de migración, aunque busquen trabajadores migrantes con cada vez más altas calificaciones. Por otra parte, las oportunidades en el mercado laboral de los migrantes han mejorado. En promedio, dos tercios de todos los migrantes tenían trabajo en los países de la OCDE en 2018, y su tasa de empleo era solo 2,4 puntos porcentuales más baja que la de la población local. Pero hay grandes diferencias de país a país. En Francia e Italia, por ejemplo, solo alrededor del 40% de todos los migrantes tenía empleo.

El migrante como chivo expiatorio

El informe aborda abiertamente las preocupaciones de la ciudadanía frente al alto de número de migrantes. Preguntas como quién puede ingresar al país y quién puede permanecer allí legalmente, si los migrantes pueden traer a sus familias y cuándo y quién puede adquirir la ciudadanía y las consecuencias de la migración para la sociedad de acogida son muy controvertidas en muchos países, admite la OCDE. Por lo tanto, el control de la migración y la integración de los migrantes son desafíos importantes en todas las sociedades. Todavía existe una percepción distorsionada de los migrantes en muchas sociedades, en las que a menudo sirven como chivos expiatorios para problemas que no tienen nada que ver con ellos.

Muchas personas confunden la migración legal con la ilegal. A menudo existe la impresión de que la migración no es controlada y es costosa para los fondos sociales, y que los migrantes le están quitando empleos a los locales. Estos miedos son conocidos por la OCDE. Varias investigaciones han refutado tales percepciones. La migración manejada inteligentemente puede traer beneficios económicos y sociales tanto a los países de destino como a los países de origen.

Sería absolutamente equivocado no atender las preocupaciones de los ciudadanos que critican la inmigración, advierte la OCDE, porque "no se trata solo de cuestiones económicas y empleo”. El escepticismo sobre la voluntad de integración de los migrantes debe tomarse en serio. Es correcto que se espere que los migrantes acepten, por ejemplo, los valores y las normas básicas de comportamiento del país de acogida. Está bien que el estado de residencia permanente dependa de los resultados de la integración.

(jov/elm)