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Ola de calor en el Ártico podría provocar reacción en cadena

25 de julio de 2019

El Ártico está sumido en una ola de calor extremo, y se están dando los incendios más grandes desde hace 20 años. El cambio climático descongela el permafrost y los expertos advierten de un posible círculo vicioso.

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Incendio en Alaska.Imagen: Imago Images/ZUMA Press/M. Risinger

Superficies inimaginablemente grandes del Ártico arden en llamas estos días. Gracias a imágenes satelitales, los científicos han calculado que hay cientos de fuegos que actualmente se extienden por el norte de Canadá, Rusia y Estados Unidos. Algunos de ellos podrían tener una extensión de más de 1.000 kilómetros cuadrados.

En un mapa que muestra en directo los incendios de Alaska hay tantos puntos rojos, que muchos se unen con otros. Cada uno de esos puntos es un incendio. Si se cliquea sobre ellos, en muchos aparece la leyenda: "Opciones de control del fuego: limitadas”. Y es que los incendios son demasiados y se encuentran en áreas muy alejadas. "Su número es sobrecogedor”, dice Stefan Kruse, investigador del Instituto Alfred Wegener y del Centro para la Investigación Polar y Marítima de Potsdam. Su voz suena sorprendentemente tranquila cuando habla del peligro que acecha en suelo ártico para el clima y la humanidad.

Los incendios en el Ártico en períodos veraniegos no suponen en sí mismos un fenómeno extraño. A menudo están provocados por rayos. Pero este año son especialmente grandes y persistentes. "Habitualmente, la estación de fuegos comienza en julio y agosto, cuando la vegetación está seca por el verano”, continúa Kruse. "Pero, este año, debido al cambio climático causado por el hombre, ha cambiado la fuerte corriente de viento de la capa más alta de la atmósfera. La consecuencia son los cambios de tiempo extremos que parecen asentarse." A principios de julio se registraron nuevos récords de temperatura en Alaska, con hasta 30 grados Celsius. Según el ecólogo, por ese motivo, la superficie ártica se descongeló antes de lo habitual. La vegetación se secó de tal manera, que surgió un mecanismo explosivo: en cuanto un rayo impactaba en el suelo, se desencadenaba un incendio. "Una situación tan extrema no se ha dado en los últimos 20 años”, asegura.

Incendios que liberan millones de toneladas de CO2

Las consecuencias de estos incendios son terribles: "En Alaska este año se han liberado ya a la atmósfera 50 millones de toneladas dióxido de carbono. Tanto como en todos los incendios que hubo en el Ártico en todo el año pasado”, advierte Kruse. También el humo representa un peligro. En cuestión de pocos días, el viento transporta partículas en suspensión y monóxido de carbono a miles de kilómetros de distancia.

El Ártico también es relevante para el cambio climático por otro motivo. Allí se encuentran los llamados suelos permafrost. Se trata de superficies congeladas durante al menos dos años. La capa superior se descongela solo en verano y vuelve a congelarse en invierno. En el hemisferio norte se calcula que hay 19 millones de kilómetros cuadrados de permafrost, una superficie 50 veces superior al tamaño de Alemania.

Los científicos están comprobando que el cambio climático provoca que el permafrost se descongele más rápido de lo que se creía hasta ahora. En algunas regiones está haciendo ya tanto calor como las predicciones auguraban para el año 2090, una situación que podría tener fatales consecuencias para el clima mundial.

Material orgánico que también libera gases perjudiciales

El problema es que el permafrost contiene importantes cantidades de plantas muertas acumuladas a lo largo de los milenios y conservadas gracias al frío. Se trata de un almacén gigante, que contiene tanto dióxido de carbono como la atmósfera. Si ese suelo se descongela, las bacterias pudrirán su contenido y se liberarán tanto dióxido de carbono como el aún más perjudicial gas metano, lo que calentará aún más el clima.

Por ese motivo, la situación del permafrost está considerada como uno de los puntos de no retorno más significativos para el clima. Ello significa que, a partir de un momento determinado, puede iniciarse un círculo vicioso  que se retroalimente a sí mismo y del que no haya vuelta atrás. La cuestión es cuándo se alcanzará ese momento. Stefan Kruse no puede responder a esa pregunta. "Sencillamente, todavía no está claro qué sucederá con las grandes cantidades de dióxido de carbono. Es posible que los océanos asuman una parte. Pero sus aguas podrían calentarse en algún momento hasta tal punto, que no puedan almacenar más gases peligrosos para la atmósfera, por lo que estaríamos ante un nuevo punto de no retorno”.

Ante la actual situación, Kruse hace un llamado a reducir la emisión de dióxido de carbono tan rápido como sea posible para limitar la temperatura global. También habremos de acostumbrarnos al hecho de que los incendios aparecerán cada año más temprano y serán cada vez más incontrolables. "Puede ser que en los próximos años tengamos muchas más situaciones extremas”, advierte Kruse. "Y eso es algo increíblemente drástico”, concluye.  

Autor: Michael Hartlep

(ms/ers)

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