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Opinión: A la caza de conservadores

Mathias Bölinger25 de agosto de 2016

Políticos de la Unión Demócrata Cristiana de Alemania no cesan con sus demandas. Reinstaurar el servicio militar obligatorio es la última. ¿En verdad quieren esto? No, opina Mathias Bölinger.

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Imagen: picture-alliance/dpa

Batallones de protección nacional: suena más a algo del pasado. Estas unidades de reservistas fueron parte de la estrategia de defensa alemana en tiempos de la Guerra Fría. EStaba previsto que en caso de conflicto armado entraran en acción para proteger ciertos edificios. En 2007, fueron abolidas, y ahora, parecen estar resurgiendo, al menos, en las noticias. El político cristianodemócrata, Patrick Sensburg pide que se restablezcan, al igual que el servicio militar obligatorio, que fue suprimido en 2011. Tales batallones de reserva fueron, de hecho, reincorporados en 2012 bajo el nombre de “fuerzas regionales de seguridad y apoyo”. Sensburg, teniente coronel de reserva, debería saber esto. Pero el nombre no suena a tiempos pasados.

Rearme verbal

Prohibición del burka, fin de la doble ciudadanía, reinstauración del servicio militar obligatorio, mayor lealtad de inmigrantes, más policía, más cámaras de seguridad, software de reconocimiento facial y renovación del concepto de protección contra catástrofes: la larga lista de demandas de los conservadores ha estado abarrotando últimamente los medios. Especialmente la fuerte discusión sobre seguridad interna, la cual contrasta con la relativa calma que se vive después de los últimos ataques terroristas del mes de julio, según revelan recientes encuestas. ¿Una contradicción? Para nada. No es la sociedad la que está presa del pánico, sino los conservadores. Unión Demócrata Cristiana (CDU) está perdiendo votantes, que se pasan al bando de la derecha populista.

Mathias Bölinger
Mathias BölingerImagen: DW/C. Becker-Rau

El conservadurismo fue una vez la ideología dominante en Alemania. Hace cincuenta años, la CDU ganó con su eslogan “sin experimentos” –una de las campañas políticas más exitosas de la posguerra, o al menos, la más discutida–. Hoy, la sociedad se diferencia de la de aquel entonces: es más diversa, liberal y sofisticada. En el ámbito de los tradicionalistas se puede ganar algunos votos, pero no elecciones.

Así, en este contexto, la canciller Angela Merkel ha notado la necesidad de cambiar las políticas de su partido, si es que este quiere mantener su mayoría. La CDU es hoy un partido más liberal. Y debido a que el éxito le ha dado a Merkel la razón, sus oponentes tienen pocas chances de parar este cambio –aun cuando Merkel perdió, a raíz de su política de refugiados, cierta popularidad–. Y es que la sociedad no ha cambiado tanto: la gente aún prefiere a políticos moderados alineados que comparten las visiones políticas de Merkel. Perder votos de centro para ganarlos en la derecha no es ninguna estrategia viable; pero una que otra señal en esa dirección tal vez lo sea, por lo menos en tiempo de campaña. Por esta razón, mucho de lo que se dice y se demanda busca solo persuadir a un cierto sector de la sociedad. El mismo lenguaje que utilizan los conservadores para este cometido los delata.