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Alemania abandona el carbón, pequeño paso de un duro camino

Jens Thurau
3 de julio de 2020

Ya antes del coronavirus, el abandono del carbón por parte de Alemania iba a ayudar poco al clima. Ahora, en tiempos de pandemia, el camino hacia un futuro verdaderamente sostenible es aún más difícil, opina Jens Thurau.

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Imagen: Imago Images/R. Weisflog

En el pasado, antes de la crisis provocada por el coronavirus, la protección del clima y la cuestión sobre cuándo Alemania dejaría de utilizar el carbón, ambientalmente nocivo, para generar electricidad era uno de los temas más importantes en el país, según el gobierno. Hace algún tiempo, incluso la propia canciller Angela Merkel llamó al cambio energético, es decir, pasar de las fuentes de energía fósiles a las renovables, algo muy difícil o, por así decirlo, la tarea más importante desde la unificación alemana.

Pero todo esto precisamente antes del coronavirus. Este viernes, el Bundestag (Parlamento) y el Bundesrat (Consejo Federal), sin mucha bulla, aprobaron dos leyes que habían sido objeto de un feroz debate durante años. Según estas leyes, Alemania abandonará gradualmente la extracción y la combustión de la hulla para la generación de energía eléctrica hasta 2038. Una fecha anterior sería técnicamente posible, pero por el momento no era políticamente viable. Las regiones afectadas, especialmente en el este de Alemania y en Renania del Norte-Westfalia, donde actualmente todavía se extrae lignito, recibirán unos atractivos 40.000 millones de euros para compensar el cambio estructural que es ahora inminente. Una suma enorme, aunque parezca casi modesta si se compara a las sumas destinadas para hacer frente al COVID-19.

Un posible mejor resultado

Jens Thurau, corresponsal de DW en Berlín.
Jens Thurau, corresponsal de DW en Berlín.

Podría haber habido mejores resultados para la protección del clima que estas dos leyes. Pero en vista de la situación general de crisis, casi podemos alegrarnos de que la eliminación del carbón se haya producido. Los partidarios del carbón, por ejemplo en la Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU) y su aliada CSU, habían exigido, al menos temporalmente, que se aplazara el acuerdo debido a la pandemia y, sobre todo, por las consecuencias económicas. Y hasta el final, la CDU, la CSU y los socialdemócratas del SPD lucharon por detalles, por ejemplo, por una mejor promoción de la cogeneración respetuosa con el clima que luego tuvo éxito. Es una pena que no se haya acordado inmediatamente un plan de expansión vinculante para las energías renovables. Y realmente molesta que una nueva planta eléctrica de carbón, Datteln 4, se pusiera en marcha, precisamente, en días en los que el gobierno celebra su avance en el tema.

De modo que aunque el gobierno ha puesto un alto a la industria del carbón, sigue habiendo una rara sensación sobre si la decisión parlamentaria es realmente la última palabra en esta cuestión. A partir de hoy, el carbón puede seguir siendo extraído en Alemania por 18 años más, bastante tiempo para un tipo arcaico de producción de energía.

Es una sensación rara porque los viejos conflictos que se pretendía resolver con el abandono gradual pueden volver a estallar, agravados por la pandemia y sus consecuencias. Cualquiera que haya hablado alguna vez con los trabajadores de las zonas de extracción de lignito, especialmente en el este de Alemania, sabe lo grande que es la brecha entre estas personas y los protectores del clima. Y cuán grande es el temor de los políticos locales de que este tema sea tomado por los populistas. Por un lado, los jóvenes de la ciudades, con mejor educación, activistas del movimiento de protesta climática de "Fridays for Future"; por el otro lado, los trabajadores de las minas a cielo abierto, la gente de los pueblos, en la industria de suministros. Antes del coronavirus, podría haber habido una oportunidad de reconciliar a ambas partes opuestas, pero ahora esto será más difícil.

La lucha contra el cambio climático

No sirve de mucho en este debate señalar que la disminución, relacionada con el coronavirus, en las emisiones globales de gases de efecto invernadero no resuelve el problema. La gran presión que el movimiento de la joven sueca Greta Thunberg ha traído al tema del cambio climático en todo el mundo parece ser casi historia, al menos por el momento. Viéndolo de esta manera, es más que una nota al margen que el Bundestag haya despejado ahora el camino para el laborioso compromiso alcanzado, incluso si, por ahora, es de poca utilidad para el clima. Será bastante difícil para los defensores del clima mantener la presión si actualmente se sigue hablando de una pandemia que aún no ha sido superada, de condiciones inaceptables en los mataderos y de una disminución de la producción económica a una escala sin precedentes.

El cambio de energía sigue siendo un aterrizaje en la luna, y este viernes se marcó otro pequeño paso en el largo camino. El resto será más difícil de lo que se pensaba hace meses.

(ct/vt)