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Opinión: Anhelo de legitimación democrática

Reinhard Baumgarten 21 de julio de 2016

El estado de excepción concede amplias facultades al presidente Erdogan. El intento de golpe fue un enorme peligro para la democracia en Turquía. Lo que ahora pasa en el país también lo es, opina Reinhard Baumgarten.

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Imagen: Reuters/U. Bektas

El presidente Erdogan obtendrá lo que anhela. Durante tres meses podrá gobernar el país por decreto. Si bien eso ya lo hacía desde hace tiempo, ahora finalmente cuenta con el marco constitucional necesario. Esto es importante para él, por lo que también insiste en una reforma constitucional con el fin de instaurar un sistema presidencialista.

Puesto que de facto ya ostenta el poder, podría prescindir de ello. No obstante, la legitimación democrática de su omnipotencia es sumamente importante para él. Con ello, se asegura el apoyo de sus seguidores. No deja pasar ninguna ocasión para subrayar que es el primer presidente de la República de Turquía elegido directamente por el pueblo. “El golpe de Estado es un regalo de Dios”, dijo en la noche de la intentona golpista. Erdogan aprovecha la ocasión para deshacerse de enemigos reales y presuntos adversarios.

Ahora, usará el estado de emergencia como prueba de funcionamiento. Su forma de gobernar dividirá aún más a la población entre los que lo apoyan y los que se oponen a él. Esa ha sido la experiencia de los últimos días. La polarización aumentará.

Reinhard Baumgarten es corresponsal de la cadena alemana ARD en Estambul.
Reinhard Baumgarten es corresponsal de la cadena alemana ARD en Estambul.Imagen: SWR/Kluge

Pese a todo el escepticismo que despierta el presidente Erdogan, no se debe perder de vista la peligrosa situación en la que se encontraba Turquía en la noche del intento golpista. A raíz de todas las medidas del mandatario que socavan la democracia, en Alemania Erdogan es visto con mucha desconfianza. No obstante, mientras más detalles se dan a conocer sobre los planes y las metas de los golpistas, más se nos deberían poner los pelos de punta. Una junta militar hubiera causado mucho sufrimiento. Y hubiera podido hacer retroceder al país por años o incluso décadas.

Un antes y después del golpe

Turquía se salvó por poco de una probable catástrofe. Sin embargo, ahora se necesita una garantía de que el presidente Erdogan no usará el estado de excepción para llevar a cabo un “golpe blanco” a fin de hacer realidad sus metas políticas. Pero de cara a la actual realidad en Turquía, esto no pareciera ser más que un deseo.

Los golpistas se prepararon largamente para el derrocamiento. No obstante, Erdogan lleva aún más tiempo preparándose para lo que él llama “limpieza” y con la que empezó en la noche del golpe. El hecho de que seguidores de Gülen, presuntos y reales, se habían introducido en su círculo más cercano seguirá atizando la “limpieza”, así como la paranoia política del gobierno turco de estar rodeado de conspiradores.

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