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Opinión: Chemnitz y la amenaza de la utraderecha

Hans Pfeifer
29 de agosto de 2018

En Chemnitz, en el este alemán, una turba de ultraderechistas tomó las calles. La Policía estaba sobrepasada, y falta la voluntad política de luchar en serio contra las estructuras de extrema derecha, opina Hans Pfeifer.

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Deutschland Demonstration der rechten Szene in Chemnitz
Imagen: picture-alliance/AP Photo/J. Meyer

Cuando cae la noche en Chemnitz, en el Estado de Sajonia, muchos periodistas ponen fin a su tarea. La situación es demasiado arriesgada. Grupos de radicales de extrema derecha están dispersos por toda esa ciudad del este de Alemania, listos para actuar con violencia. Y la situación escala permanentemente. A un reportero le quebraron la nariz de un golpe. Un hombre hace el saludo hitleriano ante las cámaras y acosa a los periodistas. Cientos de neonazis, hooligans, y también habitantes de Chemnitz dispuestos a la violencia quieren dar rienda suelta a su agresividad. La Policía está sobrepasada por los acontecimientos, ya que le falta personal. No es un buen día para una sociedad abierta.

Una turba de ultraderecha organizada

Hans Pfeifer, de DW.
Hans Pfeifer, de DW.Imagen: DW/B. Geilert

Que esto haya llegado tan lejos se debe a un hecho tan asombroso como aterrador: en Alemania, el país de los crímenes de Hitler, la violencia de derecha y las amenazas de los extremistas organizados de derecha todavía se juzgan incorrectamente, se minimizan e incluso se aceptan. La escalada en Chemnitz es una prueba más. Porque fue todo, menos espontánea.

Durante años, los neonazis se han estado organizando en Chemnitz en el entorno del club de fútbol local. El nombre (del grupo de hooligans) "NS Boys" dice todo sobre sus convicciones. En ciertos distritos, los grupos de ultraderecha están intentando apoderarse de las calles. Actúan con la rutina de una subcultura que tiene conexiones a nivel nacional e intercambia experiencias. Son grupos pequeños, pero bien entrenados y efectivos. Eso les permitió movilizarse en muy poco tiempo para el despliegue del 27 de agosto de 2018.

La Policía sabía sobre esta movilización y también sobre estas estructuras. Sin embargo, no puso a disposición más oficiales a fin de garantizar la seguridad y el orden. Los políticos y las autoridades de seguridad simplemente no toman la amenaza lo suficientemente en serio. ¿Por qué? Porque la mayoría de los funcionarios y políticos no está en la mira de los delincuentes de derecha. Falta claramente empatía con las víctimas.

La Policía y la política carecen de empatía

Un error peligroso debe ser aclarado: el odio de estas personas en la calle no está dirigido únicamente contra la política de refugiados o contra Angela Merkel. Está dirigido contra la democracia en Alemania en su conjunto. Porque esta turba de ultraderecha rechaza casi todos los párrafos de la Constitución alemana: la dignidad de las personas, la igualdad de los ciudadanos, la prohibición de la discriminación por motivos de religión, origen o género.

Durante décadas, los neonazis han combatido a personas con otras ideas políticas, personas de otro color y, en los últimos años, cada vez más a los musulmanes. Se ubican a sí mismos dentro de la tradición de Adolf Hitler, muestran el saludo de Hitler, celebran los crímenes de la Wehrmacht alemana en la Segunda Guerra Mundial y luchan contra sus oponentes cada vez que pueden. Quieren que el terror vuelva a las calles de Alemania.

El gran peligro reside en que, desde hace varios años, marchas como la de ahora en Chemnitz se mezclan cada vez más con la protesta de los decepcionados y los marginados de la sociedad. Estos últimos, en su mayoría, no son partidarios del nacionalsocialismo. Pero están peligrosamente cerca de las ideas racistas y antidemocráticas. Eso es alarmante. La historia de Alemania enseña que la turba de extrema derecha organizada puede llegar muy lejos si logra unirse a la frustración y la ira de la sociedad. La política alemana debería estar prevenida.

Autor: Hans Pfeifer (CP/ERS)

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