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Opinión: Colombia, una señal de esperanza

15 de enero de 2017

Pese a incontables amenazas, los esfuerzos de paz en Colombia son una innegable señal de esperanza para el resto del mundo, además de despertar gran interés en las grandes economías europeas, opina Andreu Jerez.

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Frank-Walter Steinmeier y Juan Manuel Santos en Bogotá
En Bogotá, el ministro alemán de Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, se reunió con el presidente colombiano Juan Manuel Santos, Premio Nobel de la Paz 2016.Imagen: Reuters

"Colombia es un ejemplo positivo de que los esfuerzos diplomáticos valen la pena. Allá se ha demostrado que con tenacidad, valentía y voluntad para el compromiso se puede alcanzar la paz pese a décadas de guerra civil. Es una señal de esperanza no sólo para los colombianos, sino para toda la región”.

El ministro alemán de Exteriores pronunció estas palabras pocas horas antes de una visita relámpago al país sudamericano. Frank-Walter Steinmeier eligió Colombia como último destino oficial fuera de Europa, antes de dejar su actual cargo para −más que probablemente− ser elegido como próximo presidente federal de Alemania el próximo 12 de febrero.

La elección de Colombia no es casual. Detrás de ella hay dos razones fundamentales: Steinmeier considera que el acuerdo de paz en Colombia debería ser un mensaje para todo el mundo en un momento en el que tablero de la política internacional parece más cerca de la confrontación, del juego de suma cero, que de la cooperación entre potencias. Además, una Colombia con una paz relativamente estable se abre como una enorme fuente de oportunidades de negocios para las empresas alemanas. No en vano, Alemania ya es el primer socio comercial de Colombia dentro de la Unión Europea.

Kommentatorenfoto Porträt Andreu Jerez Provisorisch
Andreu Jerez, desde Colombia.

Interés, pese a amenazas

En una agenda vertiginosa de menos de 24 horas, Steinmeier tuvo tiempo de acudir a uno de los centros de desarme y desmovilización de las FARC previstos por el acuerdo de paz entre el Gobierno y la guerrilla. El presidente de Francia, François Hollande, hará lo mismo a finales de este mes. Ello demuestra el creciente interés de las grandes economías europeas por la Colombia del postconflicto.

El acuerdo de paz firmado por el Gobierno y la guerrilla no asegura, sin embargo, una implementación exitosa del mismo. La paz en el país sudamericano está acechada por muchas amenazas: el paramilitarismo ultraderechista, las posibles escisiones dentro de las propias FARC y los intentos de una parte de la oposición de obtener capital político de un posible fracaso del acuerdo de paz son sólo algunas de ellas.

Incluso si el acuerdo con las FARC es implementado con éxito, Colombia seguirá enfrentando amenazas para una paz estable: la segunda guerrilla del país, el Ejército de Liberación Nacional (ELN), sigue activa pese a las conversaciones exploratorias con el Gobierno de Juan Manuel Santos; Colombia seguirá sufriendo la violencia estructural derivada de un largo y complejo conflicto interno; el enorme negocio del narcotráfico no desaparecerá tan fácilmente aunque se firmen mil y un acuerdos de paz; el número de ataques contra defensores de Derechos Humanos crece pese al acuerdo de paz; el país muestra una enorme brecha entre las zonas rurales y las zonas urbanas, y también una gran desigualdad social, el gran pecado de toda la región latinoamericana.

Numerosos factores podrían, por tanto, hacer descarrilar el éxito de un acuerdo de paz que supondría el fin definitivo de un conflicto armado de más cinco décadas. Y pese a todo, los intentos de alcanzar la paz en Colombia son una innegable señal de esperanza para el resto del mundo.

Autor: Andreu Jerez