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Opinión: Cumbre Trump-Kim, un éxito rotundo

Alexander Freund
12 de junio de 2018

Un apretón de manos histórico y un ambiente casi amistoso: el encuentro entre Trump y Kim en Singapur fue todo un éxito. Sin embargo, en opinión de Alexander Freund, una verdadera distensión requiere tiempo.

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Kim Jong Un und Donald Trump Treffen
Imagen: picture-alliance/dpa/E. Vucci

¿Quién lo hubiera pensado? A cambio de garantías de seguridad, Corea del Norte renunciará a su programa nuclear. Ambos líderes acordaron mirar hacia adelante y refundar sus relaciones. Esto parece prometedor y causa un alivio general. Y es que hace pocos meses el eterno conflicto entre Donald Trump y Kim Jong-un parecía poder escalar en cualquier momento cuando, tras mutuos insultos y provocaciones por parte del líder norcoreano ante la ONU, el presidente de Estados Unidos amenazó con destruir a Corea del Norte. Y ahora precisamente estos dos personajes se dan la mano en busca de un acuerdo de paz.

Una victoria para Trump y Kim

Sobre todo ante el electorado estadounidense, Trump se podrá presentar ahora como un gran político en el escenario internacional, quien finalmente trae la paz a un conflicto que parecía imposible de solucionar. En las semanas pasadas, el presidente estadounidense causó mucho daño a nivel diplomático. De ahí que también necesite presentar éxitos en materia de política exterior ante su propia base.

Parecería un mal chiste de la Historia que justamente el tan criticado Trump, con su actitud impulsiva, haya logrado dar un paso adelante en un conflicto tan viejo y que ahora pudiera convertirse en el presidente estadounidense que, en un posible futuro cercano, quizá logre firmar un acuerdo de paz con Corea del Norte.   

Alexander Freund, periodista de DW.
Alexander Freund, periodista de DW.

Ni los demócratas Clinton y Obama, ni los republicanos Bush padre e hijo, lograron tanto. Esto hay que reconocerlo. No obstante, tampoco hay que olvidar que cualquier presidente demócrata que hubiese emprendido el rumbo de Trump de cara a Corea del Norte, hubiera sido tachado de "traidor" por parte de los conservadores en Estados Unidos.

También Kim Jong-un salió ganando: para el descendiente de la dinastía norcoreana, el acuerdo es un enorme éxito. Primero se "bombardeó" a la mesa de negociaciones, donde logró sostener conversaciones al mismo nivel que el presidente estadounidense. Quiere evitar que su régimen termine como el de Sadam Hussein o Gadafi. De ahí que apueste por la disuasión.

Al mismo tiempo, Kim logró que China y Rusia le cubrieran las espaldas. Ambas potencias protectoras estuvieron indirectamente sentadas en la mesa de negociaciones en Singapur; al igual que Japón, que a través de Estados Unidos no quiere perder su influencia en la región.

Se ha dado un primer paso importante, pero la confianza necesita tiempo. Además, por lo general, en este tipo de acuerdos, los detalles son los que causan problemas. Un ejemplo de ello es el arduamente negociado acuerdo nuclear con Irán que Trump ha abandonado.

Si a mediano plazo se lograra establecer la paz en la península coreana, la siguiente pregunta será cómo Estados Unidos piensa posicionarse en el futuro en Asia: a nivel económico, el país norteamericano no podrá hacerle frente a la superpotencia china. Sin embargo, a nivel de política de defensa, Estados Unidos se sigue viendo como una potencia mundial que debe ponerle límites a una China cada vez más segura de sí misma.  

Despedida de una superpotencia

En la cumbre de Singapur, Trump pudo poner de relieve una vez más el rol central de la potencia norteamericana. Los buques de guerra estadounidenses que patrullan los mares y visitan puertos de países aliados envían siempre el mismo mensaje: Estados Unidos apoya a sus aliados y se enfrenta a sus rivales. Sin embargo, aumentan las dudas sobre si EE.UU. todavía enviaría a soldados jóvenes a luchar -e incluso a morir- en otras partes del mundo en nombre de la democracia y libertad.    

Con su retórica de "América primero", los aranceles punitivos y la suspensión de varios acuerdos, Trump tampoco ha generado confianza en Asia. De ahí que la cumbre de Singapur, más allá de todo el simbolismo, marque el principio del fin de Estados Unidos como policía del mundo. 

Alexander Freund (VT/ER)

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