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Opinión: Definir prioridades

Volker Wagener18 de noviembre de 2015

El terror no solo se propaga con kaláshnikovs y bombas. También tiene una dimensión psicológica. Promueve el miedo, sobre todo el colectivo. Pero es posible hacerle frente, opina Volker Wagener.

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Frankreich Schießerei bei Polizeiaktion in Saint-Denis Paris
Imagen: Reuters/B. Tessier

La discusión era previsible. ¿Debemos ir este año al mercado de Navidad? Las familias discuten acaloradamente en el comedor. La tendencia mayoritaria es que la madre diga que no. “No es necesario. Es demasiado peligroso, y con los niños, ni pensarlo”. Los hombres, ya sean padres o no, reaccionan de modo racional y distendido y responden con una conclusión: nunca hay tanta seguridad, dicen, como inmediatamente después de un atentado.

Conversaciones como ésta muestran una cosa: el lado abstracto del terror se abre de capa. Carcome, convertido en miedo, nuestros corazones y nuestros pensamientos. ¿Puedo ir seguro a un concierto de rock o al estadio de fútbol? ¿Y qué pasa con las escuelas y parvularios? ¿Es seguro viajar en tren? Y pronto vendrá el carnaval. El miedo parece justificado.

Pero antes de que aparezca la paranoia, debemos respirar hondo. Sí, el enemigo es invisible y no marcha exhibiéndose frente a todos. Solo se hace visible cuando ya es demasiado tarde y cuando los muertos son separados de los heridos. Pero, ¿qué consecuencias puede tener para nosotros todo esto?

Reforzar la seguridad profesional

En estos momentos se impone mejorar los estándares de seguridad. Durante años nos pareció totalmente adecuado reducir al máximo los cuerpos de policía. El ahorro de costos tenía prioridad. Fueron recortados puestos de trabajo y se dispararon las horas extras. La de policía es considerada una de las profesiones más frustrantes. Sobre todo los recursos técnicos de la policía lucen el encanto de antaño, pero son obsoletos. Naturalmente, los policías uniformados no pueden evitar todo lo que planean los comandos terroristas suicidas. Pero una mayor presencia en los espacios públicos nos da mayor seguridad a todos. Un par de ojos atentos adicionales ven mejor.

Lo mismo puede decirse de los organismos encargados de proteger la Constitución, así como de los servicios secretos. Es erróneo pensar que en Alemania podíamos vivir sin ellos luego de siete décadas de paz y 25 años después del colapso del comunismo. ¿Quiénes, sino los nombrados organismos, deben recabar la información necesaria para desvelar posibles intentos de atentados, e impedir que se conviertan en hechos? Varios ataques fueron frustrados en Alemania a lo largo de los pasados años, con ayuda de servicios secretos de otros países. Esto no habla bien de las propias capacidades. Uno de los objetivos debe ser el que Alemania misma sea capaz de analizar el panorama de las actividades del islamismo radical en su territorio.

Volker Wagener, periodista de DW
Volker Wagener, periodista de DW

Establecer prioridades

Y analizar el panorama implica controlar Internet. Pero la protección de datos es en Alemania una vaca sagrada. Esto es algo totalmente extraño para británicos, estadounidenses y franceses, e incluso despierta sospechas entre estos. En épocas de amenaza terrorista, deben establecerse prioridades claras. El cuidado de la vida y la integridad física debe tener más valor que la protección de los datos personales. No hay seguridad sin limitaciones a la protección de datos. No hay que hacerse ilusiones al respecto. No es posible garantizar todas las libertades y los derechos en el marco de un estado de excepción. ¿O acaso debemos indignarnos cuando cuerpos de seguridad franceses proporcionan pistas sobre posibles atentados en Alemania, obtenidas a través de medios que autoridades alemanas consideran ilegales?