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Opinión: Erdogan y Alemania: con las cartas sobre la mesa

Christoph Strack
6 de marzo de 2017

Alemania rechazó las expresiones del presidente turco, que habló de “prácticas nazis”. En esta crisis diplomática se requiere una postura firme, pero no agresiva, opina Christoph Strack.

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Imagen: Getty Images/V. Rys

"Las comparaciones con los nazis siempre son absurdas y desubicadas”, según Steffen Seibert, portavoz del gobierno alemán. Agregó que "solo conducen a bagatelizar los crímenes del nacional socialismo”. Esta aclaración fue una de las más extensas exposiciones en materia de política exterior del portavoz gubernamental en una conferencia de prensa. Eso, de por sí, pone en evidencia con cuánta preocupación observa Berlín la agitación que realizan políticos turcos contra y en Alemania.

Información: Merkel condena acusaciones de Erdogan

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Trasfondo: Alemania-Turquía: una relación toca fondo

Seibert también se pronunció sobre posibles presentaciones de políticos turcos en Alemania. Advirtió que en este tema, la parte turca debe actuar con las cartas sobre la mesa y, por ejemplo, no arrendar recintos de reunión con pretextos falsos. Eso suena casi marcial.

Advertencias interna

Pero la advertencia de Seibert iba dirigida al menos en la misma medida a receptores en Alemania. Porque la exhortación a actuar con las cartas sobre la mesa indica al mismo tiempo que, guardando los usos habituales, los políticos turcos sí pueden hablar públicamente en Alemania. Eso constituye una negativa a las pretensiones de aquellos políticos alemanes que demandan prohibir las presentaciones de políticos turcos y cosechan con ello mucha atención.

Christoph Strack, de DW.
Christoph Strack, de DW.Imagen: DW

También hay ese tipo de parlamentarios en las filas del partido de la canciller. Mientras Seibert estaba aún en la conferencia de prensa,  el portavoz de política exterior de la Unión Demócrata Cristiana, Jürgen Hardt, calificó de non grata la celebración de actos electorales de Erdogan y miembros del gobierno turco en Alemania. Seibert dijo, en cambio, que el gobierno alemán no está elaborando prohibiciones de ingreso al país y no se propone adoptar iniciativas para impedir posibles actos proselitistas de Erdogan. Tan escueta como sarcástica sonó la declaración del portavoz de Relaciones Exteriores, que indicó que el discurso del ministro de Economía turco se había desarrollado "sin contravenciones al orden democrático de Alemania”.

Equilibrismo político

El gobierno alemán se enfrenta a un acto de equilibrio: se trata de tener una postura clara y también de actuar con las cartas sobre la mesa. La diplomacia y las palabras duras entre aliados políticos son gratas en tiempos de paz e importantes en tiempos intranquilos. El mundo, y también Europa, están en un momento de intranquilidad.

Desde hace tiempo se plantea la cuestión de fondo de hacia dónde marchará Turquía en lo sucesivo y cómo debería comportarse Alemania al respecto. A fin de cuentas, está en discusión la situación de un aliado de la OTAN. Ya es difícil de tolerar que Europa y justamente la canciller Merkel tuvieran que cerrar un trato de reciprocidad con esta Turquía para frenar el flujo de refugiados. Las declaraciones sobre las excelentes relaciones turco-germanas han quedado atrás. Lentamente vuelven a surgir  incluso los debates sobre el sentido de la doble nacionalidad, ante el caso del periodista germano-turco Deniz Yücel.

Todo esto es serio. Cualquiera sea el resultado del referéndum constitucional turco en abril, los alemanes no deben evitar las palabras claras, o muy claras, de ser necesario. Y deberían demostrar qué valor tienen la democracia y la libertad de expresión y reunión. En todas partes, no solo en Alemania.

Pero, por buenas razones, Berlín no podrá perder de vista qué ayuda requerirá de parte de Europa la convulsionada Turquía cuando se haya estabilizado, con o sin el presidente Erdogan. Y por eso es bueno no actuar ahora de manera brusca.