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La arrogancia del poder

Ines Pohl (Texas)1 de marzo de 2016

En Estados Unidos, el “Supermartes” va más allá de los candidatos. Sirve también para saber cuán populistas tienen que ser los políticos para poder ganar elecciones. Ines Pohl opina desde Texas.

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USA Vorwahlen in Kershaw
Imagen: Reuters/C. Keane

El miedo se extiende en Estados Unidos. Por lo menos entre la gran mayoría de la clase política y las élites intelectuales. Cuando termine esta jornada electoral volverá a escucharse la frase: Y el ganador es… Donald Trump. El magnate logrará de nuevo un triunfo indiscutible, ofrecerá numerosas entrevistas y volverá a acaparar titulares y hashtags en twitter.

Nadie estaba preparado para esto. No lo estaban en el seno del partido demócrata y, lo que es peor, tampoco lo contemplaban los republicanos, quienes, obviamente, no tienen ni argumentos ni candidatos para detener al multimillonario Trump. ¿Cómo ha podido pasar? Los que centran la cuestión en Trump, se equivocan.

Al mismo Donald Trump le disgustaría escuchar esto: él no es más que un producto de su tiempo. Él existe como candidato porque los dos grandes partidos no han encontrado respuestas a las preguntas de la gente. No reaccionan ante los problemas de las personas que naufragan en este mundo. ¿Por qué? Porque no tienen los conceptos económicos para lidiar con los problemas que la mayoría de pobres de este mundo no están dispuestos a seguir aceptando: la enorme brecha entre el primer, segundo y tercer mundo. Los pobres exigen su parte, aunque sea con violencia.

Incluso los Clinton y Bush tienen parte de responsabilidad en lo que ha sucedido. El mundo entero, fuera de Estados Unidos, rechazaba la idea de volver a ver a un Clinton y a un Bush luchando por llegar a la Casa Blanca. Los caricaturistas, sin embargo, lo encontraban genial. Instintivamente, los votantes estadounidenses se sintieron engañados. ¿Cómo puede considerarse democrático un país de 322 millones de habitantes que, durante décadas, elige alternativamente a miembros de dos mismas familias?. Ese sentimiento de traición ha hecho posible la irrupción de Bernie Sanders en el partido demócrata, y de Donald Trump en el republicano.

Excitación continua en las redes sociales

Lo que está experimentando Estados Unidos actualmente es mucho más que un espectáculo bizarro alimentado por la excitación continua en las redes sociales. Estas elecciones servirán para demostrar si los políticos que se atienen a los principios democráticos son capaces de ganar la batalla a los populismos flagrantes y a los nacionalismos aterradores.

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Ines Pohl, corresponsal de DW en Estados Unidos.

Por lo menos aquí, en Estados Unidos, la arrogancia del poder cegó a muchas personas acerca del estado real de su país, y las llevó a dejar de lado el sentido común para perderse en un sueño americano que se ha desvanecido.

Todo apunta a que Hillary Clinton será la clara ganadora del “Supermartes” en el seno demócrata. Si es así, la retirada de Bernie Sanders es sólo cuestión de tiempo.

Una oportunidad para John Kasich

En el lado republicano lo único interesante es saber si Ted Cruz, senador por Texas, será capaz, al menos, de ganar en su propio Estado. Si no gana, perderá por poco. El también senador Marco Rubio será el tercero en discordia y seguirá aspirando a ser candidato hasta que se celebren primarias en Florida. Si pierde allí, será sin duda su final.

Y luego está John Kasich, el único candidato realmente moderado que le queda al partido republicano en la carrera por las presidenciales. Kasich debería retirarse y aprovechar la atención mediática para hacer algo insólito: apoyar a Hillary Clinton. En última instancia le haría un gran favor a los republicanos. Es difícil de imaginar que el partido de Abraham Lincoln, que abolió la esclavitud, sobreviva a un candidato presidencial que ni siquiera cree necesario distanciarse del Ku Kux Klan.