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Sociedad

Opinión: la ayuda en vez del odio

5 de diciembre de 2017

En un país profundamente filantrópico, como lo es Alemania, muchos atentan contra las buenas labores del voluntariado en nombre del odio. Es hora de defender el valor de ayudar al prójimo, opina Astrid Prange.

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Deutschland Tafel in Nürnberg - Lebensmittelausgabe
Imagen: picture-alliance/dpa/D. Karmann

Hoy en día los valores comunes se han puesto de cabeza y a veces me pregunto: ¿cómo hemos llegado a este punto? También hay que preguntarse seriamente ¿cómo es posible que los que trabajan como voluntarios deban justificar sus acciones y explicar por qué ayudan al prójimo? ¿Cómo es posible que los que trabajan libremente por el bien común reciban ataques y hostilidad?

En el Día Internacional de los Voluntarios, que se celebra este martes (05.12.2017), no nos debemos quedar callados. ¡Debemos llevar a cabo una ofensiva! No es suficiente que el Gobierno alemán haga una ceremonia en honor y elogio al voluntariado. Estas personas necesitan más que reconocimiento: necesitan protección y apoyo social y político.

Cualquiera que insulte o ataque a los trabajadores humanitarios, bomberos o paramédicos, debe rendir cuentas por sus actos. Los titulares de los medios no le deben pertenecer a aquellos que incitan el odio en lugar de prestar ayuda. Tampoco podemos permitir que estos instigadores se puedan esconder bajo el anonimato.

Los que se burlan de los que ayudan, deberán explicar públicamente cómo la falta de respeto, el racismo, y los disturbios contribuyen a la sociedad.

Kommentarbild Astrid Prange
Astrid PrangeImagen: DW/P. Böll

Andreas Hollstein ha hecho un llamado a debatir las amenazas que enfrenta nuestra sociedad, y con mucha razón. Hollstein, alcalde de la ciudad de Altena, sobrevivió un atentado perpetrado por un hombre que lo acuchilló, en un intento por "castigarlo” por su política de ayuda a los refugiados. Anteriormente, Hollstein había recibido amenazas anónimas de muerte por correo.

Es una paradoja. Alemania es un país profundamente filantrópico, donde casi el 45 por ciento de la población (más de 30 millones de personas) hacen trabajo voluntario. Especialmente admirable es la participación de personas de la tercera edad en estas actividades. Entre los adultos de 70 a 74 años, el trabajo voluntario se ha incrementado 11 por ciento desde el año 2000.

Pero al mismo tiempo existe en Alemania una minoría vociferante que torpemente equipara la exclusión y la falta de decencia con la "resistencia social”. Es esta minoría la que debe rendir cuentas, no los voluntarios a los que agobian. A diferencia del voluntariado, en especial los bomberos o los paramédicos, estas multitudes demagogas y su odio al islam no han logrado salvar ni una vida.

Odiar a los que prestan ayuda o vivir en el cinismo es lo más fácil. Este tipo de persona logra con éxito motivar a votantes y crear un ambiente de miedo entre la población, pero no es capaz de resolver los problemas de los que se queja, ni de impulsar una sociedad más humana y tolerante.

En Alemania se necesita con urgencia un debate serio sobre las medidas que debemos tomar para contrarrestar la ansiedad y la ira en la sociedad. El voluntariado no debería tener que justificar su compromiso por un mejor país. Sin ese compromiso, la nación se convertiría en el infierno que los supuestos "protectores del Occidente” buscan liderar.

Autor: Astrid Prange (JCG/RRR).