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Opinión: La cohesión social cuenta

Birgit Maaß
4 de junio de 2017

El más reciente ataque terrorista registrado en Gran Bretaña es un llamado a actuar consecuentemente contra el extremismo, pero sin que se pierda la cohesión de la sociedad, comenta Birgit Maaß.

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Großbritannien London - Terroranschlag
Una oficial de policía pone flores cerca del Puente de Londres en homenaje a la víctimas del ataque terrorista.Imagen: Getty Images/AFP/D. Leal-Olivas

Debo admitir que estoy muy preocupada: tres atentados terroristas en tres meses. ¿Cómo puede un país mantenerse inalterado frente a la repetición de esos sucesos? ¿Qué pasa en mi querida y multicultural Gran Bretaña, sobre cuya reducida superficie convive pacíficamente tanta gente de tantos lugares diferentes. ¿Se verá obligada mi vecina musulmana a soportar insultos y miradas hostiles cuando vaya por la calle, como le ocurrió después del último ataque en Londres? ¿Tendrán lugar más atentados? ¿Qué tan tranquilos podremos quedarnos cuando nuestros niños vayan a la escuela, solos en el autobús?

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Birgit Maaß, comentarista de DW.

Más de treinta personas han muerto desde marzo de 2017 a causa de atentados; primero en Londres y luego en Manchester. Ahora Londres vuelve a ser sacudida. En comparación con el resto del mundo, el riesgo de sufrir ataques terroristas en Europa, también en Gran Bretaña, sigue siendo muy bajo. No obstante, la Policía británica tiene en la mira a 3.000 personas bajo la sospecha de que podrían cometer actos terroristas. La primera ministra, Theresa May, ha dicho que la manera de enfrentar el extremismo debe cambiar y que es necesario conducir "conversaciones difíciles”. De nuevo se alzan voces pidiendo que los sospechosos sean arrestados y encerrados de una vez, sin juicio previo. Eso había exigido el presidente de la formación populista de derecha Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP) durante la campaña electoral.

Cero tolerancia para los extremistas

Y es necesario que se haga algo contra los extremistas; cero tolerancia con ellos. Yo opino que la lucha contra el extremismo debe empezar en las escuelas británicas, muchas de las cuales no son aconfesionales. Las autoridades deben asegurarse de que a los niños se les inculquen valores británicos y nunca versiones pervertidas del Islam. Para fomentar la convivencia tendría aún más sentido prescindir del todo de la brecha religiosa que separa a las escuelas confesionales. A pesar de que la mayoría de las escuelas confesionales seguramente persiguen objetivos pacíficos, ellas propician el surgimiento de sociedades paralelas, que son suelo fértil para la intolerancia y la radicalización.

También es importante que cesen las medidas de austeridad de cara a la Policía y que se invierta en la lucha contra el terrorismo en los foros virtuales de Internet. Por otro lado, y ante todo, nadie debe olvidar que la cohesión social es decisiva. De eso me percaté en Manchester. Un día después del ataque, una agente policial a caballo, a cargo de mantener el orden entre una multitud, se tomó el tiempo para sonreírle a un hombre en silla de ruedas y decirle: "Cuídate, cariño”. Los amistosos sij aparecieron en el centro de la ciudad ofreciendo agua, papas fritas y tortas…

En Londres, sus habitantes le ofrecieron alojamiento a perfectos extraños que, en medio del caos, no tenían cómo regresar a sus hogares. Un taxista musulmán, todavía bajo shock, insistió en llevarnos de un punto a otro sin aceptar que le pagáramos; su argumento: "En un día como éste es importante, todos somos uno”. En la noche del atentado, como muchos de sus colegas, él se puso a la orden para llevar a los heridos al hospital sin cobrar nada a cambio.

La humanidad de la gente debe ser preservada

El alcalde de Londres, Sadiq Khan, es musulmán. Su mensaje: "No permitiremos que los terroristas ganen”. El mensaje de la madre de Olivia, una quinceañera que murió en el atentado de Manchester, era otro: "¡No dejes que mi hija esté entre las víctimas!”, gritaba frente a la cámara de televisión. Humanidad y compasión, ninguna de esas cualidades deben faltarnos.