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Opinión: La doble personalidad de Trump frente a Irán

Matthias von Hein
31 de julio de 2018

En su trato hacia Irán, Donald Trump también parece apostar por una mezcla de amenazas y concesiones. Sin embargo, a diferencia de Pyongyang, esta táctica no funcionará con Teherán, opina Matthias von Hein.

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Imagen: picture-alliance/abaca/D. Olivier

Todo aquel que haya visto una que otra novela policiaca conoce el principio del "policía bueno" y de "policía malo". Con el presidente estadounidense, Donald Trump, este principio también ha llegado al mundo de la política internacional, solo que con una singularidad: Trump representa ambos roles: el del policía bueno y el del malo.

En el caso de Corea del Norte, este trastorno de identidad disociativo (¿será un problema genético o una escenificación?) por lo menos llevó a una cumbre con el dictador más aislado del mundo, líder de una dinastía monárquica comunista. Aunque aún no se puede decir mucho sobre los resultados de ese encuentro.

Amenazas y diálogo 

En el caso de Irán, Trump parece seguir un guión parecido. Las amenazas y el estrés que se han acumulado son enormes: aún resuenan las amenazas del más reciente duelo en Twitter.

Casi tres meses después de la salida de Estados Unidos del Plan de Acción Conjunto y Completo (JCPOA, por sus siglas en inglés), también conocido como acuerdo nuclear, la economía iraní está severamente afectada, y la presión interna es enorme. Casi a diario hay acciones de protesta en el país.

Incluso antes de que las sanciones financieras estadounidenses entren en vigor la próxima semana, la moneda iraní, el rial, ha caído masivamente, cerca de un 20 por ciento tan solo en los últimos días. Asimismo, funcionarios estadounidenses del Ministerio de Relaciones Exteriores y de Finanzas han salido a pregonar en todo el mundo cuán dolorosas serán las consecuencias si se importa petróleo iraní después del 4 de noviembre. Este anuncio ya ha llevado a una caída de los encargos. Sin embargo, la capacidad de exportar petróleo es de vital importancia para el Estado iraní. Y cada vez parece estar más claro: la presión de Estados Unidos no solo tiene como meta cambiar el comportamiento de Teherán, sino cambiar todo el régimen.

Ahora llegamos al policía bueno. Vía Twitter, Trump sugirió un encuentro con el presidente de Irán, Hasán Rohaní, sin "condiciones previas". Este juego de intimidaciones y concesiones probablemente funcione en el sector inmobiliario y haya funcionado con Corea del Norte. Sin embargo, en el caso de Irán, las posibilidades de éxito no son muy buenas.

Diferentes señales desde Washington

En primer lugar, Trump ya ha tratado de entablar conversaciones con Rohaní en el pasado. Según informaciones iraníes, lo intentó ocho veces al margen de la Asamblea General de las Naciones Unidas. En segundo lugar, parece haber diferentes puntos de vista al respecto en la Administración estadounidense. El ministro de Exteriores, Mike Pompeo, por ejemplo, sí nombra condiciones para un encuentro de ese tipo. 

Matthias von Hein, editor de DW.
Matthias von Hein, editor de DW.

Y en tercer lugar, Irán no está tan aislado como Corea del Norte, y Rohaní acaba de concluir una gira por Europa. Cuarto: el presidente persa no depende de imágenes con Trump en una cumbre para fines propagandísticos o para su propio ego. Teniendo en cuenta los diferentes centros de poder en Irán y la postura escéptica del hombre más poderoso del país, el líder religioso Alí Jamenéi, una cumbre con Trump podría traerle incluso más problemas a Rohaní de los que podría solucionar.

Por último, ¿por qué Rohaní negociaría un nuevo acuerdo nuclear con EE. UU., si fueron precisamente los norteamericanos los que abandonaron el acuerdo existente? La reacción de Irán es comprensible: antes de un encuentro de ese tipo, EE. UU. debería declararse a favor del acuerdo nuclear que abandonó en mayo pasado.

Incluso si el negociador jefe de la Casa Blanca tuviese la genuina intención de alcanzar un nuevo acuerdo con Irán, el ministro de Exteriores, Pompeo, y el consejero de Seguridad, John Bolton, parecieran querer obligar a Irán a capitular. En ese sentido, vale la pena echar una mirada atrás: hace casi un año, John Bolton -que todavía no era consejero de Seguridad en aquel entonces- presentó un plan detallado para abandonar el acuerdo nuclear.

En ese documento se lee la frase: "Tras la salida del JCPOA, Irán probablemente no intentará negociar más. Pero el gobierno de EE. UU. podría dejar la posibilidad abierta a nivel retórico".

Preparar bien las conversaciones

En principio, estaría bien si Washington y Teherán entablaran conversaciones. Y es que, de cara al actual ambiente tóxico, un mal cálculo en uno de los muchos conflictos entre Siria, Yemen, Irak y el estrecho de Ormuz podría llevar a una catástrofe. Quizás no estaría mal retomar el contacto de forma clásica, a través de relaciones diplomáticas, que en los meses pasados fueron cortadas sistemáticamente. Pero de forma sostenible y bien meditada, y no como una nota de pie de página al margen de una conferencia de prensa. 

Matthias von Hein (VT/CP)

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