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Opinión: Las dos caras de la integración

Sabine Kinkartz14 de abril de 2016

El Gobierno de coalición alemán acordó un paquete de medidas sobre integración. ¿Por qué tardó tanto? Después de todo, el proyecto de ley estipula cosas evidentes, opina Sabine Kinkartz.

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Imagen: picture-alliance/dpa/W. Kastl

Durante años, o más bien, durante décadas, diversos Gobiernos alemanes desatendieron el tema de la integración. El resultado es desastroso. Hay casos de personas que llegaron a Alemania hace 20 años y que aún no hablan ni una sola palabra de alemán. Es en parte por ello que no encuentran trabajo o solo trabajos mal pagados y que viven en condiciones de pobreza junto con otras personas que atraviesan una situación similar en barrios que hoy día muchos alemanes evitan.

¿Fue realmente necesario que las cosas llegaran tan lejos? Aparentemente sí. Esto también tiene que ver con que durante mucho tiempo los alemanes rechazaron la inmigración. Los extranjeros que llegaban a Alemania eran tratados como huéspedes y, como es bien sabido, después de cierto tiempo los huéspedes se tienen que despedir.

No obstante, muchos no lo hicieron. Y también podemos suponer que de los 1,2 millones de refugiados que actualmente se encuentran en Alemania muchos no regresarán a sus países de origen. Una vez que los niños se adaptan, también los padres suelen quedarse.

Una ley histórica

La simple idea de que los refugiados engrosen las filas del ejército varado en las zonas de conflicto social del país despertó miedos y protestas. Como consecuencia, la xenófoba Alternativa para Alemania (AfD) se apuntó victorias en tres recientes elecciones regionales. ¿Acaso esa fue la alarma que necesitaban los políticos? Da lo mismo; lo que importa es que finalmente sucede algo.

Por primera vez en la historia de la República Federal de Alemania se pretende promulgar una ley de integración. Una ley que estipulará que quien quiera vivir en Alemania deberá aprender el idioma germano; que es importante y correcto tratar de encontrar trabajo cuanto antes o tomar cursos de capacitación.

Sabine Kinkartz, corresponsal de DW en Berlín.
Sabine Kinkartz, corresponsal de DW en Berlín.Imagen: DW/S. Eichberg

La persona respectiva deberá estar dispuesta a integrarse, a adaptarse a la sociedad. Y aquellos que rechacen todo esto no podrán recibir prestaciones sociales. Eso es correcto; después de todo, quienes pagan esas prestaciones son aquellos con los que las personas que se oponen a la integración no quieren tener nada que ver.

Una comunidad -y la convivencia en un Estado no es otra cosa- solo funciona cuando existen una base común, valores compartidos y, sin duda, también reglas que todos siguen. Alemania es un país exitoso, pero para conservar el statu quo es necesario que aquellos que llegan se adapten. Eso es algo evidente. Quien no se quiera adaptar, no tiene por qué quedarse.

Alemania necesita inmigración

Una cosa más. Para los socialdemócratas, la ley de integración es el primer paso hacia una moderna ley de inmigración. A primera vista, una cosa no tiene nada que ver con la otra. No obstante, vale la pena analizarlo más detenidamente: desde hace 30 años, demógrafos calculan que Alemania necesita inmigración. Eso sí, una inmigración controlada. Nuestra sociedad envejece y necesita urgentemente gente joven que lleve adelante el modelo de éxito germano.

La ley de integración se concentra sobre todo en los refugiados con posibilidades de obtener un permiso de residencia. Los demás simplemente tuvieron mala suerte. ¿Por qué? Que una persona no tenga derecho a recibir asilo en Alemania no quiere decir que no pueda ser útil para el país, por ejemplo si está cualificada o tiene el potencial para suplir la falta de mano de obra. Quizá el Gobierno alemán debería reflexionar sobre ello. Entonces, el paso hacia una indispensable ley de inmigración ya no se sería tan grande.

>>>Para aprender alemán: aquí puede leer la versión original de este artículo.