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Opinión: Mentira piadosa

Christian Trippe27 de enero de 2016

Dijo no estar en el Vaticano como político, pero lo cierto es que la audiencia del presidente de Irán, Hassan Rohaní, con el papa Francisco fue altamente política, opina Christian Trippe.

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Imagen: DW

De seguro los dos expertos en asuntos religiosos deben haber hablado de ese tema y enriquecido las visiones y el diálogo entre el cristianismo y el islam, ampliando sus visiones desde un punto de vista católico y chiita. Eso es parte de su trabajo, pero es solo la mitad.

Francisco y Hassan Rohaní son líderes religiosos y, al mismo tiempo, jefes de Estado, los últimos de su especie. Ambos encabezan los últimos dos Estados teocráticos del planeta. Algo así une, sin duda, y ayuda a facilitar el diálogo religioso. Pero, al mismo tiempo, las diferencias entre ambos Estados es tan grande como diferentes son la blanca túnica papal y el negro manto del presidente iraní. El contraste no podía ser más fuerte.

Discreción vaticana

La situación de los derechos humanos en Irán es precaria. Justo durante la visita a Roma de Rohaní, algunas organizaciones recordaron que decenas de menores de edad han sido condenados a muerte y en cualquier momento pueden ser ejecutados. Si Francisco conversó del tema con su invitado nunca lo sabremos. La discreción absoluta es un sello distintivo de la legendaria diplomacia vaticana. En todo caso, la Iglesia católica nunca deja de referirse a la urgente necesidad de defender los derechos humanos y oponerse a la pena de muerte.

Irán es uno de los jugadores más activos y agresivos de Medio Oriente. Sus oficiales aconsejan al Estado Mayor General del presidente sirio Bashar al Assad. Desde Irán se financian las milicias que combaten codo a codo con el Ejército sirio. Con ello, la teocracia chiita lo que busca es un éxito geopolítico concreto: el acceso al Mediterráneo. En el Golfo, además, se intensificó el viejo conflicto de poder con la sunita Arabia Saudita en Yemen.

Francisco y Rohani en el Vaticano.
Francisco y Rohani en el Vaticano.Imagen: picture-alliance/AP Photo/A. Medichini

El acuerdo nuclear, que incluye la renuncia verificable de Irán a la posesión de armas atómicas, hizo por fin posible un viaje de Rohaní a Europa. Pese a este pacto, todavía muchos en Estados Unidos, el tradicional aliado de Arabia Saudita, ven a Teherán como parte del “eje del mal”. Como sea, el Vaticano no se ha referido a ninguno de estos puntos. Al contrario. Los diplomáticos del papa siempre han apoyado la idea de que Teherán debe estar en la mesa de negociaciones de un acuerdo en la guerra de Siria. Pasaron varios años antes de que se hiciera obvio que, junto a los sauditas, los iraníes también deberían tener una silla para formar parte de la negociación.

Los batallones del papa

El dictador soviético Stalin se preguntaba en tono sardónico “entonces, ¿cuántos batallones tiene el papa?”. De alguna manera es una ironía de la historia que fuera precisamente un papa, Juan Pablo II y su diplomacia clandestina, quien jugara un rol preponderante en la caída del comunismo en Europa del Este. Los medios políticos del Vaticano fueron muchas veces mirados en menos. Para el Estado católico eso es una ventaja, pues así los cardenales y los emisarios pueden actuar sin el estorbo de las expectativas. En el último tiempo, el Vaticano ha tomado por sorpresa al mundo con varias acciones exitosas, como por ejemplo llevar a rusos y estadounidenses a alcanzar un acuerdo sobre las armas químicas en Siria. O también con su aporte al comienzo de las relaciones diplomáticas entre Cuba y Estados Unidos.

Tras la conversación entre el presidente Rohaní y el papa Francisco, el Vaticano declaró que ahora Irán deberá ayudar a poner término a la violencia en Medio Oriente y a la expansión del terrorismo, además de combatir el contrabando de armas. Es un texto bastante claro para una reunión donde, presuntamente, no se hablaría de política.