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Opinión: ¿Sin antídoto contra Putin en Europa del Este?

16 de noviembre de 2016

En Bulgaria y Moldavia los pro-rusos ganaron las presidenciales. La creciente influencia de Moscú en la región requiere un replanteamiento de la UE y la OTAN, según Robert Schwartz.

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Moldavien Chisinau - Soldat wählt
Imagen: picture-alliance/dpa/D. Doru

Los resultados de las elecciones presidenciales en Bulgaria y Moldavia no traen buenos presagios para Occidente, aunque no han debido tomar por sorpresa a los analistas de la OTAN y la Unión Europea. Un cuarto de siglo tras la caída del telón de acero, cada vez más gente en Europa del Este está decepcionada con el oeste. Muchos se consideran ciudadanos europeos de segunda clase. Los laureados valores de la democracia, el estado de derecho y el respeto a los derechos humanos están socavados por la corrupción generalizada y la crisis económica. El entusiasmo inicial por Europa ha dado paso a una resignación que supone un caldo de cultivo perfecto para populistas y nacionalistas.

La opción de Rusia

Un giro total hacia Moscú no parece inminente (salvo en Moldavia), aunque la República Checa, Eslovaquia y Hungría coquetean desde hace tiempo con Rusia y su autoritario presidente Putin. Han criticado las sanciones de la UE por la anexión rusa de Crimea y la guerra en el este de Ucrania sin preocuparse del consenso en Bruselas. Con ello, tanto socialistas como liberales, los mandatarios de esos países han mantenido la puerta abierta a una mayor proximidad con Moscú.

A pesar de su integración en la Unión Europea, los ortodoxos países eslavos de los Balcanes no quieren alejarse de la tutela rusa. Y Putin ha sabido capitalizar políticamente su dependencia económica y, sobre todo, energética. Con palpable éxito: los candidatos pro-rusos ganan cada vez más elecciones. Bruselas no ha querido afrontar esta realidad o ha fallado al reconocerla. Y le será difícil reparar la brecha.

Deutsche Welle Rumänisch Robert Schwartz
Robert Schwartz, jefe de la redacción rumana de DW.Imagen: DW

Y en la OTAN la situación no es más estable. Turquía, cada vez más autoritaria, también estrecha lazos con Rusia. Y el presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, ha anunciado cambios radicales: Europa, dice, debe asumir mayor responsabilidad en su propia defensa. Nadie sabe todavía exactamente a qué se refiere. E incluso ahora, estando todos de acuerdo en que hay que fortalecer el flanco oriental, no todos los miembros de la Alianza están dispuestos a colaborar en la misma medida. Sólo los países bálticos, Polonia y Rumania preparan activamente junto a Estados Unidos la defensa en Europa del Este ante una hipotética amenaza militar rusa.

La expresión de la crisis de la Unión Europea

No hay duda de que el acercamiento a Rusia no es sólo el retorno a una conexión histórica. Es mucho más una consecuencia de la profunda crisis en la que está sumida la UE. Durante años Bruselas observó de lejos, impasible, esta tendencia. Esto debe cambiar. Los países de la Unión y los que aspiran a serlo deben tener un claro compromiso con los valores compartidos, como la democracia y la libertad. Los nacionalistas y populistas no pueden seguir marcando la agenda.

Es hora de enviar mensajes claros, tanto a la Unión como al mundo. Sólo se debe parar cuando se observe un cambio en la postura imperialista de Rusia. Las sanciones no fueron la causa del enconamiento del conflicto entre Europa y Moscú, sino las agresiones de Putin. El pueblo ruso necesita el apoyo de Europa si quiere encontrar una vía alternativa a la lógica aislacionista de Putin. La propaganda antioccidental de los políticos y los medios rusos debe ser expuesta. No era Occidente quien quería esta nueva polarización. Pero debe ser Occidente quien finalmente encuentre unas políticas coherentes si quiere evitar que se derrumbe una historia de sesenta años de éxito.

Para aprender: aquí puede Usted leer la versión original de este artículo en alemán.