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Opinión: No hubo milagros, solo gestos

Daniel Pelz 30 de noviembre de 2015

Concluyó el viaje del Papa por África y vuelve la normalidad a Kenia, Uganda y República Centroafricana. Aunque nada haya cambiado allí tras el paso de Francisco, su visita tiene un gran significado, opina Daniel Pelz.

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Imagen: Reuters/S. Rellandini

Lo hizo todo bien: les leyó la cartilla a los dirigentes políticos, atrajo la atención mundial sobre los barrios pobres de Nairobi y los desplazados de la República Centroafricana y presentó sus respetos a los representantes de otras religiones.

Tres países en cinco días. Francisco ha conseguido durante su gira africana todo lo que era posible conseguir. El Papa no solo quería hablar de los problemas de África, sino también llegar al corazón de la gente, y en eso ha tenido éxito. Es cierto que mañana, cuando los habitantes del barrio marginal de Kanguemi se despierten, nada habrá cambiado para ellos. Seguirá habiendo pocas escuelas, poca agua limpia, el terror de las bandas criminales y un vida sumida en la más amarga pobreza. Eso no lo puede cambiar ningún Papa, ni era esa la intención de Francisco.

El actual pontífice es consciente de las limitaciones de su puesto y no quería hacer milagros, sino hacer gestos. Ya el solo hecho de que un Papa se haya atrevido a viajar hasta su país, es para la gente de la República Centroafricana un milagro. A los barrios marginales de Nairobi tampoco acude nadie de forma voluntaria. Con su visita, el Papa deseaba, sobre todo, mostrar al mundo que estas personas están ahí y que nadie puede ignorar su sufrimiento.

El papal redentor de Francisco no decepcionó. Por el contrario, hizo revivir a la gente con sus claras palabras. Su mensaje fue claro en Kenia, Uganda y la República Centroafricana: ya sea en el ámbito de la corrupción, enriquecimiento de las élites, violencia contra las mujeres, crímenes contra el medio ambiente o violencia étnica, la propia gente debe resolver sus problemas. A pesar de su crudeza, el mensaje del Papa llegó, porque a ello añadió: “Son capaces de resolverlos ustedes mismos”. Una y otra vez, Francisco mostró respeto y alabó el coraje y la fuerza con las que los pobres luchan por sus vidas. Francisco quedó impresionado por el tradicional respeto que las gentes muestran hacia la naturaleza y la enorme solidaridad entre las familias.

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Daniel Pelz, de Deutsche Welle

Nunca antes había aparecido un Papa ni ningún jefe de Estado occidental tan claro y, al mismo tiempo, tan respetuoso y tan elogioso hacia el pueblo de África. Pero, aunque el pontífice haya sido celebrado durante sus misas y en sus apariciones públicas, la visita papal también ha suscitado polémicas y discusiones. En Kenia prescindió de viajar en el vehículo oficial y fue conducido en un austero Honda desde el aeropuerto hasta el encuentro con el presidente del país. Desde entonces, la gente se pregunta públicamente por qué las escoltas de los políticos constan de varios vehículos, incluso para los traslados desde su casa al trabajo. Y los medios de Kenia advierten de que la tendencia al enriquecimiento no se limita tan solo a los políticos, y que esa es una de las razones del aumento de la corrupción.

A nadie le van las cosas mejor en África por la visita del Papa. El pontífice ha hecho lo que una autoridad moral y religiosa puede hacer: observar, sacudir conciencias, dar nombre a los problemas e infundir coraje a las personas diciéndoles que son fuertes y capaces de manejar conflictos. Quienes deben enfrentarse a ellos son aquellas personas con influencia política y económica y, naturalmente, también el resto de la gente. No está en manos del Papa que los problemas de Kenia, Ugana y la República Centroafricana se resuelvan.