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Pena de muerte, una reliquia del pasado

10 de abril de 2016

El número de países que han erradicado la pena de muerte sigue en aumento. Sin embargo, el número de ejecuciones en todo el mundo, también. Culpa, sobre todo, de cuatro estados, según Matthias von Hein.

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New York Anti Iran Protest Menschenrechte Todesstrafe
Imagen: Getty Images/AFP/J. Lott

El más fundamental de los derechos humanos, inalienable y consagrado también en la Declaración Universal de los Derechos Humanos, es el derecho a la vida. Es difícilmente tolerable las veces que se atenta contra este derecho: en guerras y conflictos armados, con el terrorismo y la delincuencia. Pero lo que es intolerable es que aún hayan estados, gobiernos, que asesinen respaldados por el poder judicial. Al menos 1.634 veces en 25 países el año pasado.

La oscura cifra sigue creciendo

La ONG Amnistía Internacional ha recopilado estos números, que representan un retroceso en los esfuerzos para abolir la pena de muerte. El número de ejecuciones no se reduce (en 2015 fue el mayor en 25 años). Incluso puede que cada vez más gente pierda la vida a manos de un verdugo. Además, muchos estados no publican sus cifras. Algunos, como China, consideran que el número de ejecutados son un secreto de Estado. Al menos 46 delitos se pueden castigar allí con la pena de muerte. Cabe esperar que en China haya más muertos por esta causa que en todo el resto del mundo. Como no se puede contabilizar exactamente, China no entra en las estadísticas de Amnistía Internacional.

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Matthias von Hein, redactor de DW.

Irán, Arabia Saudí y Pakistán representan el 90 por ciento de las ejecuciones registradas. En los tres países, la pena capital se aplica no sólo a delitos como el asesinato, siguiendo al "ojo por ojo y diente por diente" del Antiguo Testamento. O los "delitos más graves", como antiguamente el propio derecho internacional también permitía. Al igual que en la Edad Media en Europa, los adúlteros son empedrados en estos países, los homosexuales son colgados o los acusados de "blasfemia" son también asesinados. Como si esto no fuera suficiente, tampoco se puede hablar en muchos casos de imparcialidad en los jucios.

Otros delitos no violentos, como el tráfico de drogas o el contrabando pueden ser castigados con la muerte masivamente. Por ejemplo, en Irán: de las mil personas ejecutadas el año pasado, dos tercios lo fueron por delitos de drogas. Y, además, estos castigos draconianos no consiguen cambiar nada: las drogas están disponibles en Irán por doquier y en grandes cantidades. Esto demuestra que el supuesto efecto disuasorio de la pena de muerte no existe.

Intentos europeos fracasados

Hablando de estupefacientes, entre las grandes decepciones en la preparación de la conferencia mundial sobre el tema de Nueva York, a mediados de este mes, está que la Unión Europea no pudo imponer su propuesta de abolir la pena de muerte por delitos de drogas. En el proyecto del documento final no se hace referencia al tema. China, Indonesia, Malasia, Pakistán, Egipto y otros insisten en su actitud: la pena de muerte es un asunto judicial de los Estados soberanos y no es un tema a tratar en la conferencia sobre drogas.

La pena de muerte es una reliquia anticuada en la que, a veces, se trata de venganza, no de justicia. Es inútil, cruel, degradante y conduce al embrutecimiento de la sociedad. Duele que, en plena Europa ilustrada, Bielorrusia siga manteniendo la pena de muerte, aunque sea el único país. Y duele especialmente que Estados Unidos, con el liderazgo político y moral que ostenta, haya ajusticiado en el último año, en promedio, a un preso cada dos semanas.

La mayoría de los países del mundo han reconocido que el Estado no puede responder con la pena de muerte ni al asesinato ni a otros delitos. Un total de 102 países han abolido completamente la pena de muerte. Cuatro lo hicieron el año pasado. Estos datos muestran, de hecho, que la Justicia moderna y el derecho penal, no necesitan verdugos.

Para aprender: aquí puede Usted leer la versión original de este artículo en alemán.