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Opinión: Periodistas agredidos en Dresde, barbarie diaria

25 de agosto de 2018

La obstrucción abierta a un equipo de periodistas de la ZDF en Dresde es una barbarie casi diaria. La Alemania democrática debería rebelarse contra ello. Pero no parece que algo así vaya a suceder, dice Jens Thurau.

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Screenshot Bericht Frontal 21 Pressefreiheit in Sachsen
Manifestante que provocó a la Policía incidir contra el equipo periodístico.Imagen: ZDF/Frontal 21

En Alemania ya casi se ha vuelto costumbre denigrar a los sajones como un pueblo anticuado y de derechistas. Un absurdo cliché, por supuesto. Estas constantes complican las cosas en un Estado libre. Hace unos días, un equipo de periodistas de la televisión pública ZDF se desplegó para cubrir la manifestación del movimiento derechista Pegida en Dresde y recibieron hostigamientos con cánticos de los protestantes con  la frase "Lügenpresse”, un lema de la extrema derecha que se traduce como "prensa mentirosa” o "la prensa miente”. Primero, el acto pasó desapercibido frente a la Policía. Y luego, cuando las fuerzas de seguridad reaccionaron, fue en contra de los periodistas. Uno de los manifestantes instó a la Policía a operar en contra del personal de la ZDF. Y efectivamente así sucedió. Los gendarmes no tienen nada mejor que hacer que controlar la documentación de identidad de los periodistas hasta por 45 minutos.

"Solamente los policías se comportaron seriamente"

Sigue la historia: el primer ministro del estado federal de Sajonia Kretschmer, del mismo partido que la canciller, la CDU, declaró inmediatamente que solo los oficiales de policía se comportaron seriamente en este juego. Y una semana después de la flagrante obstrucción a la libertad de prensa, el Gobierno estatal dice que los manifestantes que cometieron este acto son miembros de la oficina estatal de investigación criminal. Una barbaridad pero ya no sorprende.

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Jens Thurau corresponsal de Deutsche Welle en Berlín.

Que en Sajonia y, desde luego, en cualquier otro lugar de Alemania las reglas de convivencia democrática, durante mucho tiempo válidas, ya no se puedan dar por sentado, no es novedad. Lo malo es la falta de resistencia oficial. Pegida cree que los periodistas son enemigos, no garantes de un derecho fundamental. Pero, al parecer, el primer ministro también piensa así. Cuando dice que solo la Policía se ha comportado "seriamente", está acusando al equipo de la ZDF de no serlo. Por cierto, en los videos registrados por los colegas periodistas también se muestra cómo son amenazados abiertamente por otros manifestantes. Y al respecto no hay comentarios por parte del Gobierno estatal.

Obviamente en Kretschmer y sus colegas hay miedo. En la elección del Bundestag del año pasado en otoño, el partido populista de derecha "Alternativa para Alemania" (AfD) ya era más fuerte en Sajonia que el partido de gobierno eterno la CDU. El año que viene se elige el parlamento en este estado federal y será extremadamente difícil formar un nuevo Gobierno con la AfD de por medio. Las ideologías de extrema derecha, antiinmigrantes y antidemocráticas están expandidas en todos los sectores de la población. Y como pueden ver, también en las autoridades.

¿Quién le cuida la espalda a la prensa?

Incluso en la política federal a los periodistas les resulta difícil encontrar apoyo. Así es. La ministra de Justicia, Katarina Barley, del SPD calificó los acontecimientos de Dresde como "preocupantes". Y la policía en Sajonia quiere reunirse esta semana con los enviados de la ZDF para aclarar las cosas. Y todo bien, como si nada grave hubiera pasado. Para nosotros los periodistas eso aporta poco si los incidentes como los de Dresde son cada vez más comunes.

El hecho de que la prensa libre y sin trabas sea una característica esencial de la democracia, ya no es un principio básico para muchos. Con ciudadanos furiosos, por supuesto, ya no es un principio básico, pero tampoco para muchos servidores públicos, autoridades, en los ministerios o para la Policía. Y eso no va a cambiar mientras el silencio de las masas en Alemania, a las cuales uno puede asumir optimista que valoran inmensamente la libertad de prensa, finalmente levanten su voz y lo pidan unánimes. La otra alternativa es que la canciller lo haga. Pero, lamentablemente, no es de esperar.

Autor: Jens Thurau (pana/MS)

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