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Opinión: Polonia y la ley de aborto

6 de octubre de 2016

El proyecto de prohibición absoluta de abortar fue desechado por el Parlamento polaco. No obstante, se prevé un endurecimiento de la ley de aborto.

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Polen Proteste gegen Abtreibungsgesetz
Imagen: Reuters/K. Pempel

Un aborto no es un placer para ninguna mujer. Todo lo contrario. Se trata a menudo de un drama personal, de una situación literalmente de vida o muerte. Acrecentar adicionalmente esa cruz con penas de cárcel de hasta cinco años sería inhumano. Tan inhumano que incluso les resultó excesivo a los conservadores obispos polacos. Presuntamente con su venia se rechazó el draconiano proyecto de ley presentado por los ultraconservadores antiabortistas. Por ahora.

La cúpula del gobernante partido nacionalista-conservador "Ley y Justicia” (PiS) ha anunciado que presentará su propio proyecto de ley. Su punto medular será la prohibición de abortar cuando el feto presente malformaciones, lo cual hasta ahora está permitido. Estos casos representan cerca del 95 por ciento de las aproximadamente 1000 interrupciones de embarazos que se practican legalmente al año en Polonia. Las otras dos causales –peligro para la vida de la madre y violación- seguirían siendo admitidas.

Calmando los ánimos

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Bartosz Dudek

Todavía no está claro cuándo se presentará el nuevo proyecto al Parlamento. Pero no es un secreto que el verdadero "hombre fuerte” de Polonia, el jefe del PiS, Jaroslav Kaczynski no es ningún ferviente partidario de un endurecimiento de la ley de aborto. Más aún: como astuto estratega, sabe que no se puede ganar popularidad con un tema como este, que polariza tanto sobre todo a las mujeres, más allá de las fronteras partidistas.

Para calmar los ánimos, la primera ministra Beata Szydlo anunció nuevas medidas. Por ejemplo, las madres de hijos minusválidos podrán contar pronto con más ayuda estatal. Una idea sensata, que quizás tenga más perspectivas de éxito -también desde la perspectiva de los antiabortistas- que la amenaza de castigos draconianos. Porque una cosa es clara: las sanciones y prohibiciones no resuelven el problema. Sabido es que decenas de miles de polacas abortan cada año ilegalmente. Las más adineradas lo hacen en clínicas de Alemania, Holanda o Eslovaquia. Las más pobres lo hacen en el país, a menudo en condiciones médicamente cuestionables. Nadie conoce la cifra exacta, como tampoco las consecuencias que tales prácticas acarrean a la salud de las mujeres.

¿Pueden las normas eclesiásticas convertirse en ley?

Y hay también otra pregunta pendiente: ¿puede el Estado forzar con sanciones legales la aplicación de los postulados morales de una comunidad religiosa, imponiéndoselos también así al resto de la ciudadanía? La pequeña Iglesia luterana de Polonia, por ejemplo, está a favor de la libre decisión de las mujeres, y no cree en prohibiciones y sanciones. Porque son las mujeres las que asumen la mayor responsabilidad por la nueva vida. Apoyarlas en lugar de amenazarlas con castigos es más eficiente y, al mismo tiempo, más humano.

Autor: Bartosz Dudek