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Opinión: se acabaron las certezas

Marcel Fürstenau14 de marzo de 2016

Tras las elecciones regionales, en Alemania se discute si ha comenzado una nueva era política. No solo el éxito de AfD habla de ello. Hay otros factores, que analiza Marcel Fürstenau.

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Imagen: Getty Images/AFP/J. Macdougall

Nunca antes los votos de protesta habían dejado una marca tan profunda como en estas últimas elecciones. Sin siquiera tomar impulso, AfD obtuvo tres resultados de dos dígitos. Recordemos que tanto en Baden-Württemberg, Renania-Palatinado y Sajonia-Anhalt los populistas de derecha estaban por primera vez en la papeleta. Y van bien encaminados para ingresar al Parlamento Federal: en ocho de los 16 parlamentos regionales el partido cuenta con representación. Para un movimiento que fue fundado en 2013 es, sin duda, un camino exitoso que nunca habrían logrado recorrer sin la crisis de los refugiados. Y debido a que este problema podría extenderse por mucho tiempo, Alternativa para Alemania podría incluso subir más y más.

Para obtener su éxito, AfD no tuvo que hacer más que sopesar el ánimo de las calles y escuchar las conversaciones de sobremesa. Los partidos más longevos harían bien en tomar en cuenta lo sucedido. Y sobre todo deberían cambiar su relación con AfD. Quienes se niegan a debatir con ellos, en realidad no se toman en serio la a menudo citada “voluntad del votante”. Es arrogante e indigno de una democracia asumir esa actitud, y eso es lo que ha demostrado de forma tan patente lo ocurrido este domingo. En los tres “Länder” la participación electoral fue mucho mayor que en 2011. De eso también tendrían que alegrarse quienes se quejan de la falta de interés de la ciudadanía en la política.

El periodista de DW Marcel Fürstenau.
El periodista de DW Marcel Fürstenau.Imagen: DW

Merkel también ganó

Por supuesto, detrás de todo esto hay también un voto de protesta, un reclamo por la política de refugiados adoptada por la canciller Angela Merkel. Pero fue también una elección donde han prevalecido las personalidades más convincentes. Eso es válido tanto para Winfried Kretschmann (Verdes) en Baden-Württemberg como para Malu Dreyer (SPD) en Renania-Palatinado. Ambos ganaron a pesar de que respaldan el curso adoptado por la canciller, un dato que suele ser pasado por alto. Se quedaron en sus cargos porque representan los intereses de sus estados. Eso también corre para Reiner Haseloff (CDU), el tercero en liza.

Tres estados, tres defensores exitosos de sus títulos y tres partidos políticos distintos. Nadie podría decir que las elecciones en Alemania son aburridas y predecibles. En todas partes comienzan ahora complicadas negociaciones para formar coaliciones, en las que habrá pocas dificultades para alcanzar acuerdos entre el SPD, la CDU, los Verdes y los liberales del FPD. Sí, porque el FPD también aparece mezclado ahí. A dos años de su bullada salida del Bundestag, los electores honran la seriedad de ese partido. El liberalismo tiene futuro en Alemania, por suerte. En la actual situación electoral, eso es muy alentador.

Más colores, guste o no

Más preocupados deberían estar en La Izquierda. Ellos son el único partido que pierde desde todo punto de vista. Su consecuente postura de solidaridad y amistad con los refugiados no los ayudó para nada. Al contrario. Y como partido de protesta ya fueron superados, para eso está ahora el AfD. El tiempo de las certidumbres en la política alemana es cosa del pasado. Cada partido que quiera tomar responsabilidades de gobierno debe estar dispuesto a adquirir ciertos compromisos. Negro-Verde, Rojo-Verde-Amarillo, Negro-Rojo-Verde... todo es posible. Alemania es políticamente más colorida. Porque eso quieren los electores. Ojalá los partidos entiendan ese mensaje.