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Opinión: Sin tolerancia al odio

Kersten Knipp (DZC/FEW)24 de enero de 2016

Las declaraciones de un imán de Colonia sobre los ataques registrados el 31 de diciembre provocaron revuelo. Para Kersten Knipp, esas palabras dejan en evidencia un problema profundo del islam.

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El imán colonés Sami Abu-Yusuf alcanzó una inusitada exposición en Alemania. Los ojos se centraron en el religioso tras su aparición en el canal de TV ruso REN TV, donde habló sobre las acciones de acoso sexual y robo cometidas contra cientos de mujeres la noche de Año Nuevo en esa ciudad del oeste germano. “Cuando ellas andan medio desnudas y perfumadas, no es de extrañar que pasen estas cosas”, habría declarado el imán. Al menos así tradujo al ruso las declaraciones de Sami Abu-Yusuf la emisora REN TV.

Lost in Translation

Es precisamente ahí donde el imán se siente malinterpretado. Él quería decir algo distinto, aseguró al periódico colonés Express. “Eran mujeres vestidas con ropa ligera y perfumadas que caminaban rodeadas POR hombres borrachos. Eso fue una oportunidad para algunos norafricanos para manosear a las mujeres. Eso no significa que yo crea que las mujeres no pueden vestirse como ellas quieran. Todos tenemos que aceptarlo. Y quien no lo acepte debe irse a otro país”, declaró a Express.

Si el imán se refirió de ese mismo modo al tema en su conversación con los periodistas rusos deberá determinarlo la Justicia, tras una denuncia presentada por el representante de Colonia en el Bundestag Volver Beck, de la Alianza 90/Los Verdes.

El imán Sami Abu-Yusuf.
El imán Sami Abu-Yusuf.Imagen: YouTube/REN TV

Una parte de la opinión pública alemana se inclinó por atribuir a los ataques de Nochevieja un trasfondo relacionado con el islam. Y no están equivocados. El problema no tiene que ver con un pensamiento islamista inherentemente sexista, sino con los errores de su estructura jerárquica. Para decirlo más claro: la gran mayoría de los musulmanes aborrecieron lo ocurrido en Colonia el 31 de diciembre. El problema radica en que los ataques no fueron condenados desde las más altas instancias del islam, y no lo serán.

Interpretación pervertida

En la medida de que no existe, especialmente del lado de los sunitas, ninguna autoridad comparable con el papa católico, la interpretación de los principales postulados del islam carecen de un guía y se impone un cierto desorden teológico.

Como ejemplo, baste echar un vistazo a Arabia Saudita, la autonominada potencia del mundo sunita. Allí, el líder religioso Muhammad Salih Al-Munajjid lanzó una página salafista que está entre las diez más leídas entre quienes buscan información sobre ese tema. En ella un usuario preguntó hace poco a Al-Munajjid si un musulmán casado puede tener sexo con las llamada “esclavas”, como cínicamente se conoce a las empleadas domésticas asiáticas. La respuesta del líder religioso: claro que sí, obviamente, sobre ese punto no existe duda.

Teología del bajo vientre

Una especie de “teología del bajo vientre” similar también constituye uno de los fundamentos del grupo terrorista Estado Islámico. Este permite a sus miembros abusar sexualmente, y sin temor a castigo, de las cristianas yazidíes, así como de otras mujeres presas. Los miembros del EI aseguran que actúan así con la bendición de Alá.

Ideólogos cínicos que buscan justificar sus abusos a través de las Escrituras existen también en otras religiones. En Uganda, el brutal carnicero Joseph Kony quería fundar una teocracia cristiana de la mano de su Ejército de Resistencia del Señor. Y en Chile, el exsoldado nazi Paul Schäfer prometió a sus seguidores en Colonia Dignidad una “vida cristiana en la Tierra Prometida”. Por cierto, los abusos sexuales contra mujeres y niños forman parte de estos relatos.

“Tolerancia a la ambigüedad“

Esa es una de las desventajas de practicar la ambigüedad religiosa. La amplia libertad interpretativa de la que disfrutan imanes dudosos puede llevar a direcciones muy sombrías. Una gran parte de la opinión pública alemana está preocupada por ello.

Puede ser que Sami Abu-Yusuf haya sido mal traducido y que él no quisiera legitimar lo sucedido aquella noche en Colonia, sino que quería destacar los hechos para intentar comprenderlos. Eso lo determinará ahora la justicia. Aclarar lo ocurrido en Colonia es una deuda de Alemania con sus musulmanes. Pero, ante todo, con su identidad como estado de derecho. La prédica del odio detrás de una máscara piadosa no debe ser tolerada.