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Otto von Bismarck, el “canciller de hierro”

Alexander Drechsel (EL/CHP)1 de abril de 2015

Hace 200 años nació Otto von Bismarck. El primer canciller alemán dejó un legado histórico sobre el cual aún se debate. Expertos consultados por DW reflexionan sobre la figura del llamado “canciller de hierro”.

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Imagen: PD

Para muchos alemanes, la imagen está ligada a Otto von Bismarck. Príncipes y generales en uniformes oscuros aparecen de pie en el Salón de los Espejos del palacio francés de Versalles, y celebran con los brazos extendidos al káiser alemán Guillermo I. Pero no es el monarca el que ocupa el centro de la pintura, sino Otto von Bismarck, cuya presencia es resaltada por su uniforme blanco.

La obra glorifica el 18 de enero de 1871, fecha considerada fundacional del Reich alemán. Entonces, 25 Estados se unieron en uno solo bajo la tutela de Prusia. Se atribuye a la política de Bismarck el haber superado entonces el orden prevaleciente durante siglos, formado por pequeños Estados.

Por ello, los alemanes honraron desbordadamente a Bismarck con un marcado culto a su persona: por todos lados aparecieron monumentos a Bismarck, calles Bismarck, y muchos otros motivos que hasta nuestros días recuerdan al “canciller de hierro”. Los escolapios aprenden que Bismarck no solamente unió a Alemania, sino que durante su tiempo al frente de la cancillería, de 1871 a 1890, también instauró el derecho electoral y los sistemas de protección social como el seguro médico, el seguro contra accidentes o el sistema de jubilación.

Pero también hay voces que ven a Bismarck como el canciller de la guerra que, con todo y su casco prusiano, preparó el terreno para el futuro militarismo alemán. Después de todo, las guerras contra Dinamarca en 1864, contra Austria en 1866 y contra Francia en 1870/1871 permitieron la fundación del Reich alemán. Políticamente, fue Bismarck, entonces primer ministro de Prusia, quien preparó aquellos conflictos bélicos.

Imagen de Bismarck con casco prusiano
Imagen de Bismarck con casco prusianoImagen: picture-alliance/AP Photo/DW

Otros aspectos de Bismarck son también criticados. Se le atribuye la responsabilidad por la persecución estatal de los socialistas, por una política parlamentaria subdesarrollada en la Alemania de finales de siglo XIX y principios del XX, así como por el establecimiento de colonias alemanas en África y Asia.

Bismarck como reflejo

¿Fue Bismarck entonces un superhéroe alemán, o un villano? El historiador Christoph Nonn lo califica como “una pantalla en la que se proyectan valoraciones positivas o negativas de la historia nacional de Alemania”. El experto propone otros enfoques. Por ejemplo, la fundación del Reich no fue un asunto puramente alemán, y ciertamente no fue una obra personal de Bismarck, dice. El autor de la obra “Bismarck: un prusiano y su siglo” precisa que la fundación del Estado alemán “fue un proceso complejo y largo, en el que participaron muchos actores, tanto en Alemania como en el exterior. Algunos de ellos buscaron impedir la fundación alemana”.

Bismarck tampoco fue el único responsabe por las guerras que precedieron a la fundación del Reich: Nonn considera que el canciller no fue un militar ni un agresor, sino que prefirió apostar por la negociación. Arnd Bauerkämper, historiador de la Universidad Libre de Berlín, coincide. Fue hasta 1890, al elaborar sus memorias, cuando el propio Bismarck formó una imagen de sí mismo como un canciller guerrero, afirma el experto.

Monumento a Bismarck en Hamburgo
Monumento a Bismarck en HamburgoImagen: imago

Tanto Nonn como Bauerkämper subrayan que bajo el canciller Bismarck, el Reich se abstuvo de hacer demandas territoriales; en cambio, practicó una política exterior equilibrada, a fin de poder concentrarse en la evolución económica interior.

El dilema de la democracia

En cuanto a su política interior, Bismarck no siempre privilegió el diálogo o el equilibrio. El Estado fundado en 1871 fue una monarquía constitucional, pero el Parlamento tenía una influencia limitada en cuanto a las políticas del gobierno. Fueron tiempos difíciles para los partidos políticos. Para Bismarck, el naciente movimiento político obrero era incluso “enemigo del Reich”. A través de leyes, el canciller prohibió de facto los partidos socialdemócratas.

La introducción de los seguros médico, de accidentes y de jubilación también se originaron en este rechazo de Bismarck a los movimientos obreros. “Las reformas sociales pretendían mermar el apoyo a los socialdemócratas, así como asegurar la lealtad de las crecientes clases trabajadoras hacia el nuevo Estado alemán”, dice Bauerkämper.

El historiador afirma que la imagen de Bismarck se ha tornado positiva desde hace tres o cuatro décadas. Nonn, por su parte, ve algunos paralelismos entre la fundación del Reich en 1871 y la reunificación alemana de 1990. En ambos momentos hubo temor de que Alemania pretendiera expandirse territorialmente. Y como en 1871, en 1990 Alemania tambien tuvo que negar que tuviera tales intenciones. “Es la misma política, consistente en tranquilizar a los vecinos europeos”. El más grande logro de Bismarck en política exterior fue precisamente, según Nonn, “que el recién fundado Reich alemán se abstuviera de hacer la guerra por más de 40 años.”