Perú, entre la indiferencia y la indecisión

Los observadores electorales de la OEA y la Unión Europea ya han llegado a Perú: en poco más de una semana, el país buscará poner fin a la crisis institucional en la que se encuentra sumido desde septiembre del año pasado.

Pero a los peruanos no parecen emocionarles mucho estos comicios parlamentarios extraordinarios. A escasos días de dirigirse a las urnas, el 54% de los peruanos afirma no saber aún a quién votará, según la compañía demoscópica CPI. Tal vez más preocupante: entre el 19,1 (CPI) y el 34% (Ipsos) asegura tener la intención de emitir su voto en blanco o anularlo.

Protesta con consecuencias

El llamado voto viciado, más allá de ser un voto de mera protesta, puede acabar favoreciendo a los partidos de menor respaldo popular. En Perú, la valla electoral - el mínimo de votos que necesitan los partidos para participar en el reparto de escaños - es del 5%. Un porcentaje más fácilmente superado ante un menor número de votos válidos.  

Frente a este panorama, candidatos de siete de los 21 partidos postulados en las elecciones congresales del Perú se enfrentaron este jueves para debatir los temas que más inquietan a los peruanos: la reforma política y electoral, el cierre de la brecha social, el fortalecimiento del sistema de justicia y la lucha anticorrupción.

El trauma de la corrupción

De todo el mundo, Perú es el país que más preocupación muestra por la corrupción política y financiera. Y no es de extrañar: cuatro de sus ex presidentes se han visto comprometidos en el caso Lava Jato. Uno incluso se quitó la vida en medio de las investigaciones en su contra.

"Hay grupos que tienen mejor reconocimiento y desempeño, pero para buena parte de la población es difícil distinguirlos", asegura Eduardo Dargent, politólogo en la Universidad Católica del Perú. "La enorme desconfianza sobre la política y la idea de que es una actividad sucia se han visto confirmadan estos años. Videos y audios han demostrado que esos prejuicios eran ciertos. Ante eso es muy difícil recuperar la confianza."

Y mientras que – hablando de la lucha anticorrupción – el candidato fujimorista Ricardo Vásquez se detuvo en cargar contra el presidente y en denunciar una persecución política a su formación, los pequeños partidos de izquierda pusieron toda la carne en el asador: pidieron la fiscalización al Congreso y la Junta Nacional, el fin del nepotismo, incluso una nueva constitución.

El politólogo Eduardo Dargent no descarta que esas propuestas terminen llegando al Congreso. "Sería una sorpresa 'moderada‘ que una de las izquierdas o el partido Solidaridad Nacional pasen la valla. Es posible, especialmente por el voto viciado." Una mayor sorpresa sería que algún partido logre más del 25% de las bancadas del Congreso: "Lo veo muy difícil, aunque la fragmentación y los votos nulos podrían ayudar a subir mucho a quienes queden en primer y segundo lugar", especula Dargent.

Elecciones históricas

Hay muchas incógnitas de cara a estas elecciones. Pero independientemente del resultado, ya está claro que los comicios del 26 de enero pasarán a la historia. Nunca antes Perú había elegido a sus congresistas sin votar por un mandatario de manera simultánea. Además, es la primera vez que los congresistas no se podrán presentar a ser reelegidos inmediatamente.

Otra peculiaridad es que los representantes elegidos en estos comicios sólo estarán en el cargo hasta 2021, cuando concluya el actual periodo legislativo y el presidente Martín Vizcarra deje el cargo.

Hasta entonces, estas elecciones prometen dejar a Vizcarra en una posición mucho mejor de la actual. El fujimorismo perdería su hegemonía y Vizcarra podrá seguir gobernando sin mayoría opositora en el Congreso. "Al fujimorismo la oposición le costó mucho", confirma Eduardo Dargent. "Habrá que ver si se mantiene en su línea, apelando a una minoría de votantes, o si cambia hacia algo menos confrontacional."

Y aún sin Fuerza Popular atándole las manos, no está claro que Vizcarra pueda implementar todas las reformas que plantea. Por ahora no parece que el nuevo Congreso vaya a ser tan reformista como el presidente. Pero con la mitad del país sin saber a quién votar, la suerte está todo menos echada.

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