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Polémica por Siria en la ONU

6 de febrero de 2012

La lucha por una resolución contra Siria ante las Naciones Unidas fracasó por el veto emitido por Rusia y China. Esto se esperaba. Sin embargo, el hecho resulta más que lamentable, opina Daniel Scheschkewitz.

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Vergonzoso, triste, una bofetada en la cara de los sirios y una hora negra para las Naciones Unidas. La indignación por el veto de Rusia y de China contra la más reciente resolución sobre Siria propuesta por los países de Occidente y por la Liga Árabeno conoce límites. Y esto es comprensible, porque el veto se emitió justamente en el día en que la violencia brutal del régimen de Bashar al Asad alcanzaba su punto más álgido. En la ciudad de Homs hubo cientos de muertos.

Aún así, este veto ya se había perfilado desde hacía tiempo. Mientras en la Conferencia de Seguridad en Múnich se discutían temas importantes en materia de defensa, al margen los altos diplomáticos de Estados Unidos y Rusia tenían un verdadero enfrentamiento debido a Siria. En su discurso del sábado, la secretaria de Estado de Estados Unidos, Hillary Clinton, había instado a un ajuste de cuentas por la política de opresión brutal del régimen de Bashar al Assad.

Derechos Humanos importan poco

En una suite de lujo en el hotel "Bayerischer Hof", Clinton habría discutido de forma inusualmente severa con el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Sergei Lavrov. Éste a su vez abogó en Múnich de forma insistente contra cualquier intromisión en los asuntos internos de otro país. Lavrov argumentó que Assad no es amigo de Rusia, pero que Siria es un país soberano e independiente. Lavrov ya había amenazado durante el día en Múnich con un escándalo en Nueva York. Por eso no sorprendió que su misión diplomática en el Consejo de Seguridad de la ONU emitiera el tan temido veto contra el ya suavizado proyecto de resolución.

Junto a los rusos estaba -sin mayor sorpresa real- China. Los Derechos Humanos parecen no tener mucha importancia para Pekín, a diferencia del prinicipio de la no intromisión. ¿Y dónde estaban los europeos? El ministro de Relaciones Exteriores alemán, Guido Westerwelle, se quejó ampliamente del fracaso del Consejo de Seguridad de la ONU. Con ello se mantuvo firme al lado de su ya no tan leal aliado, Estados Unidos, pero a nivel europeo se quedó bastante solo.

Antes de este suceso, la encargada de la diplomacia de la Unión Europea, Catherine Ashton, ya había cancelado su participación en la Conferencia de Seguridad de Múnich. Le dio mayor prioridad a Brasil antes que a la capital de Baviera. Quizá debido a razones climáticas, ya que en Múnich no sólo existe un gélido momento entre las antiguas superpotencias, sino que realmente el invierno está muy frío.

Llegará la justicia

¿Cuál será ahora el camino a tomar? El Gobierno de Moscú quiere que también la violencia de los rebeldes sea juzgada por la comunidad internacional y que se descarte cualquier posibilidad de una intervención externa en Siria, como la que se llevó a cabo en el caso de Libia.

Pero no se debería conceder este favor a Moscú. Si fuera así, la comunidad internacional estaría cediendo un prinicipio importante ya reconocido. Se trata de la responsabilidad de proteger a la población civil, independientemente de l país. Rusia aprovecha con este veto un anacronismo de la política mundial, y se vanagloria de una posición de poder que en realidad perdió a más tardar con el fin de la Unión Soviética. Esto no va a cambiar, pero el veto no podrá contener el devenir de la historia .

¿Y China? Para los chinos este veto fue una buena oportunidad para responder con una afronta diplomática al anuncio de la nueva orientación de la política de defensa de Estados Unidos. Queda la duda de si su respuesta fue inteligente en el caso particular de Siria. China difícilmente podrá continuar con su veloz crecimiento económico sin las reservas de materias primas de Oriente Medio. La población civil que busca la libertad en esta región podría acordarse algún día de este veto. Es muy posible que Pekín se arrepienta en algún momento de su decisión.


Autor: Daniel Scheschkewitz / Cristina Mendoza Weber
Editora: Emilia Rojas