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Premio de Ecología: de franja mortal a reserva natural

Brigitte Osterath
8 de septiembre de 2017

La Fundación Federal de Medio Ambiente dio honores a tres luchadores por el Cinturón Verde de Alemania.

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El Cinturón Verde es una reserva natural de 1.400 kilómetros de extensión en Alemania.
El Cinturón Verde es una reserva natural de 1.400 kilómetros de extensión en Alemania.Imagen: BUND/K. Leidorf

El ganador del Premio Alemán de Ecología Kai Frobel nos cuenta cómo empezó todo y por qué las aves se sentían tan a gusto en la frontera entre la República Democrática Alemana y la República Federal de Alemania.

Deutsche Welle: ¡Felicitaciones por el Premio Alemán de Ecología, Sr. Frobel! Seguro que está muy contento al respeto.

Kai Frobel: Sí, es un gran honor. Estoy vinculado con el Cinturón Verde ya desde hace 42 años y desde entonces, a mediados de los años 70, en mi juventud, senté las bases para el proyecto.

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¿Cómo sucedió eso?

Mi lugar de origen, el distrito de Coburgo, estaba rodeado en tres lados por la frontera de la RDA, la cual podía ver desde mi ventana cuando era niño. Estaba interesado en la biología y sobre todo me dediqué a la ornitología, es decir, a la identificación de aves. Pero cuando quería descubrir especies raras en este, entonces vacío, paisaje bávaro con su intensa agricultura, todas estas aves se encontraban en la franja límite. Este tesoro escondido de la biodiversidad estaba al lado de esta espantosa e inhumana frontera interalemana.

Pero en esa época no se podía entrar a la zona fronteriza, ¿cierto?

Del lado oriental, esa zona estaba estrictamente restringida. Sólo podían acercarse los residentes directos. Pero del lado occidental, uno podía ir casi hasta el límite, hasta una distancia de entre 50 y 100 metros. Y desde esa distancia, se podían observar con binoculares las llamativas y cantoras tarabillas norteñas que se balanceaban sobre la valla fronteriza.

Kai Frobel
Kai FrobelImagen: BUND

¿Por qué eran justo ahí tan numerosas?

Porque era una zona que estaba desde hace décadas inutilizada, no había molestias ni fertilizantes, donde la naturaleza tuvo un respiro por unos 40 años. Las especies aprovecharon esta oportunidad. Hemos determinado, por ejemplo, que especies raras y en gran peligro de extinción, como la tarabilla norteña, el triguero, el alcaudón o las chotacabras, aparecían en un 90% en esta franja de la frontera. Este era un refugio para muchas especies y lo es hasta el día de hoy.

¿Qué pasó después de la caída del muro?

Se volvió claro para nosotros que, en nuestra corta existencia, nuestra huella ecológica había comprometido una estructura muy singular.

¿Temieron que la zona fuese cerrada?

No, sobre todo que fuese arada. El temor fue también acertado: desde los primeros años hasta 1993 hemos perdido cerca de 2.000 hectáreas de superficie en el Cinturón Verde por la agricultura. Biotopos que se formaron en décadas estuvieron bajo rejas de arado en cuestión de minutos. Por eso tuvimos, ya en diciembre de 1989, el primer encuentro alemán de ecologistas del este y oeste. El término "Cinturón Verde" lo escogí yo en ese entonces. Y ese fue el comienzo de este proyecto de protección ecológico completamente alemán; y también el más grande de Alemania. La franja verde es también, con 1.400 kilómetros de extensión, el biotopo más largo de Alemania.

¿Qué ecosistemas existen ahí?

El Cinturón Verde va desde Hof hasta Lübeck en diagonal a través de Alemania y -visto desde los Alpes- a través de todos los paisajes naturales de Alemania, con una interesante diversidad. Tenemos actualmente en el Cinturón Verde 150 reservas naturales, un parque nacional -el Harz- tres reservas de la biósfera y 17 parques naturales.

¿Aparte de las especies raras de aves, qué animales y plantas aparecen en esta área?

Hemos comprobado la aparición de más de 1.200 especies de animales y plantas, que están en la lista roja de especies amenazadas o que están, incluso, parcialmente en peligro de extinción. Está el árnica, una planta medicinal con flores amarillas, también la cigüeña negra e incluso la nutria. También está por ejemplo la libélula de agua corriente así como la libélula común, la rana de árbol, que utiliza el Cinturón Verde para la hibernación.

En la antigua franja fronteriza crecen muchas plantas en peligro de extinción.
En la antigua franja fronteriza crecen muchas plantas en peligro de extinción.Imagen: BUND/H. Schlumprecht

Ya desapareció la Cortina de Acero no solo en Alemania, sino también en toda Europa. ¿Cómo surgió el proyecto europeo del Cinturón Verde?

Hubert Weiger tuvo la idea en 2002. Dentro de la alianza, él coordina conmigo el proyecto y ha sido también galardonado con el Premio Alemán de Ecología. En el año 2002, en un evento con Gorbatschow en Eichsfeld, Weiger expresó por primera vez su idea sobre el Cinturón Verde de Europa. 24 países están involucrados, y 150 organizaciones ecologistas en todo Europa trabajan en esta fascinante tarea. Se trata de 12.500 kilómetros -desde los bosques de Carelia sobre el lago Neusiedl hasta los fantásticos parques nacionales en Macedonia, por ejemplo, o en el norte de Grecia.

¿Han conseguido ya todo lo que se habían propuesto?

No, nuestro trabajo aún no acaba. El Cinturón Verde es una obra constante. Una parte de esta zona en Alemania -casi 400 kilómetros- no tiene hasta ahora un estatuto de protección. Esperamos una nueva categoría de reserva natural: el monumento nacional. La categoría fue presentada en Alemania recién hace un par de años e implica también aspectos históricos y culturales.

¿De qué están especialmente orgullosos?

De que el Cinturón Verde no se haya convertido en un cinturón pardo de arado o en un cinturón negro de asfalto. Hemos logrado conservar este Cinturón Verde por 30 años, dentro de tiempos trepidantes, y en un país donde cada metro cuadrado es utilizado. Esto no es algo gratuito.

Kai Frobel es geoecólogo y referente de la protección de especies de la Alianza de Conservación Natural de Baviera (BUND, por sus siglas en alemán). Se le considera el padre del Cinturón Verde. Fue galardonado, junto con Hubert Weider, de BUND, e Inge Sielmann, de la Fundación Heiny-Sielmann, con el Premio Alemán de Ecología 2017 de la Fundación Federal Alemana de Medio Ambiente (DBU, por sus siglas en alemán).

Autor: Brigitte Osterath (GAR/VT)