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Rompimiento con el ELN: con o sin Santos, habrá que dialogar

José Ospina-Valencia
11 de enero de 2018

La paz con el ELN no se logrará bajo Santos, pero los costos de la guerra no le dejan a Colombia otra alternativa que acabar la guerra a través del diálogo, a pesar del dogmatismo y los abominables crímenes del ELN.

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Miliciano de la guerrilla marxista ELN
Miliciano de la guerrilla marxista ELNImagen: Reuters/F. Rios

"El ELN tiene todo por perder en la guerra, o todo por ganar en la mesa”, decía el politólogo de la Universidad Nacional de Colombia Boris Duarte en la revista Razón Pública hace justamente un año, cuando el ELN tuvo que reconocer que asesinó a un agente de policía.

Duarte agregaba que para que los colombianos no perdierean la ilusión de alcanzar la paz, "es necesario el cese al fuego bilateral, así como un cambio de actitud de esta organización guerrillera”. El ELN quería presionar con este atentado un cese al fuego bilateral que al fin de cuentas fue pactado, pero que concluyó este 9 de enero, sin que las partes pudieran acordar su prórroga.

Este 10 de enero de 2018, un año después del asesinato del policía y solo un día tras el fin de la tregua, el ELN volvió a matar a un representante del Estado. Esta vez, al soldado de la Armada Colombiana Luis Ascencio Alape, asesinado por un francotirador del ELN en Arauca, departamento fronterizo con Venezuela.

Además, dicha guerrilla dinamitó cuatro puntos de la infraestructura petrolera generando, de nuevo, grandes daños ambientales. Estos atentados llevaron al presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, a ordenar el regreso al país de los negociadores de paz con esa guerrilla en Quito con quienes se evalúa si vale la pena seguir dialogando con esta guerrilla de orígenes religiosos.

"Indignación en todo el país”

Ahora, las conversaciones de paz que debían reanudar las delegaciones del Gobierno y el ELN este jueves 11 de enero en la capital ecuatoriana están en el limbo. "Los colombianos lo han tomado con mucha indignación”, dice a DW María Victoria Llorente, directora de la Fundación Ideas para la Paz, con sede en Bogotá.

Y la verdad sea dicha: "Nadie esperaba que el ELN fuera a llegar a un acuerdo de paz hasta el fin del Gobierno de Santos en agosto próximo”, acota esta politóloga colombiana. A pesar de todo, "así el diálogo con el ELN fuera un proceso en el que pocos creían, además de gozar con un mínimo interés, sí se guardaba la esperanza de que los Diálogos de Paz de Quito irían a avanzar, por lo menos, hasta un punto de no retorno”, confiesa Llorente.

Otros, por su parte, apostaban al fracaso. Álvaro Uribe, jefe de la bancada del Centro Democrático, dijo este 11 de enero a los medios en Colombia que "Santos estaba en mora de parar los diálogos”, sin mencionar empero, una alternativa distinta a la guerra.

Pero es que para aceptar dejar la guerra, hacer la paz tiene que ser más rentable. Y para el ELN este no parece ser aún el caso. Según la Policía Nacional de Colombia, a pesar de estar sondeando la paz en Ecuador, "el ELN ha seguido secuestrando a civiles como una de sus principales fuentes de ingresos”. Los "elenos” secuestraron en 2017 a once personas, de las cuales aún mantienen a cuatro en cautiverio.

"El ELN no puede seguir escudándose en luchas territoriales para generar conflicto y afectar a la población civil, que en muchas ocasiones tiene que desplazarse”, dice, por su parte, Jorge Restrepo, director del Centro de Recursos para Análisis del Conflicto, Cerac. Restrepo, especializado en el impacto económico de conflictos armados, se refiere a la orden de captura que la Fiscalía General emitió en contra de tres jefes guerrilleros del Chocó, en el Pacífico norte de Colombia, por reclutamiento de menores y desplazamiento de comunidades indígenas y afrocolombianas. El ELN ha aprovechado la tregua para invadir territorios que antes ocupaban las FARC y a los que el Estado aún no entra.

Así, el cese al fuego con el ELN era insostenible. Es más, a pesar de la existencia del Mecanismo de Monitoreo y Verificación de Naciones Unidas, que es acompañado por la Iglesia católica, ese grupo habría violado 37 veces el cese al fuego. El escenario real es que mientras unos jefes del ELN en Quito hablan de "intenciones de paz”, sus colegas de otros frentes desplazan a campesinos, secuestran, vuelan oleoductos y corren a esconderse a Venezuela, el país fronterizo que les sigue permitiendo utilizarlo como retaguardia.

"No estamos condenados a la guerra..."

Es paradójico, reconoce la directora de Ideas para la Paz, "ninguna otra guerrilla ha hablado más de paz que el ELN, pero es la que aún le sigue declarando la guerra a los colombianos”. Algunos advierten del fuerte dogmatismo religioso y político del ELN, mientras otros recuerdan los vínculos del ELN con el narcotráfico, sobre todo en la selva del Chocó.

Pero "no estamos condenados a la guerra”, concluye un trabajo de investigación colectiva del Centro de Recursos para Análisis del Conflicto. "Si bien las Fuerzas Armadas han golpeado las estructuras del ELN,  en 50 años no han logrado su derrota militar”, destaca el informe. Ni es probable que se logre. Como tampoco se logró derrotar a las FARC, ni con metralletas, ni bombardeos, ni 885.842 policías y soldados.

A pesar de que hoy pocos en Colombia apuestan por una reanudación del diálogo con el ELN, por lo menos hasta que sea elegido un nuevo presidente el 27 de mayo, el Cerac destaca que "en construcción de paz, Colombia cuenta hoy con grandes capacidades, gracias a la experiencia acumulada en Laboratorios de Paz y Programas de Desarrollo y Paz, hay ricas experiencias –exitosas y fracasadas– de construcción de paz a través de estrategias de desarme, resolución de conflictos, protección comunitaria y planes de desarrollo regional”.

El asesinato del soldado Luis Ascencio Alape es lamentable, pero también aquí vale mencionar una cifra de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz: "Tres mil muertes se han evitado, gracias a la paz con las FARC ”. Y justo en esa "ganancia de vidas" se basa el estudio de Cerac, dirigido por Jorge Restrepo: "No estamos condenados a la guerra, porque tenemos la opción de dialogar".

José Ospina-Valencia (vt)

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