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"Somos Mari Pepa" en la Berlinale

Eva Usi12 de febrero de 2014

La ópera prima del cineasta Samuel Kishi Leopo aborda los sueños de adolescencia que se estrellan contra la realidad mexicana en la que los jóvenes tienen pocas posibilidades para desarrollar su talento.

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Samuel Kishi Leopo (centro) y sus productores, Laura Blanco Salazar (izquierda) y Antonio "Toiz" Rodríguez (derecha).Imagen: DW/E. Usi

La cinta de 95 minutos de duración, rodada en su totalidad en Guadalajara, México, compite por el premio a la mejor ópera prima y por el Oso de Cristal de la sección Generación, de cine infantil y juvenil, en la que participan 60 cortos y largometrajes provenientes de 35 países. Samuel Kishi Leopo habló con DW sobre su película.

DW: ¿Cómo nació “Somos Mari Pepa”?

Samuel Kishi Leopo: La película tiene como antecedente un cortometraje que se llama Mari Pepa (2011), que ganó el premio de la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas y otros premios. Estuvo inspirado en una conversación con mi hermano sobre nuestra adolescencia. Hablábamos de nuestra primera banda de punk rock. Nadie nos quería ir a ver. Queríamos que fueran chicas, pero tampoco iban a vernos, sólo acudían un par de vecinos y nuestros amigos. No nos sabíamos muchas canciones pero lo que queríamos era tocar. Empecé a recolectar estas anécdotas junto con mi hermano. Al mismo tiempo, mi abuelita materna enfermó gravemente y en la familia nadie sabía que hacer. Le dio un derrame cerebral y fue decayendo poco a poco. No fue una muerte instantánea pero nos afectó mucho a todos. Fueron muchas cosas y no sabía que hacer con ellas. Y pensé que la mejor manera de comunicar esto era escribiéndolo. Escribí un guión en seis días. Rodamos el cortometraje al poco tiempo y nos fue muy bien, pero se quedaron muchas cosas fuera.

¿Qué quedó fuera?

Yo quería hablar de una carta de amor a mi abuela, a mis amigos y a mi barrio. Y a la adolescencia que se nos fue. Voy a cumplir 30, tengo 29 y apenas voy asimilando esa etapa vital. Aprovechando el empuje del cortometraje y la relación que tenía con los actores, pensé que estaban en el momento justo para contar esa historia, porque quería hablar del “no futuro”. Veía los problemas que estaban teniendo y que no había cambiado mucho la situación de cuando yo crecí como parte de la clase media mexicana. Tenemos muchos problemas para encontrar trabajo, para que nos tomen en serio como adolescentes, pero eso también afecta a los adultos, a la gente mayor. También la tienen difícil para encontrar trabajo. Vivimos el día a día. Me acuerdo de los sueños que tenían mis actores cuando tenían 14 años, cuando los conocí. Ahora que ya tienen 18 años, esos sueños van desapareciendo.

Un grupo de jóvenes tapatíos sueña con ser estrellas de rock.
Un grupo de jóvenes tapatíos sueña con ser estrellas de rock.Imagen: Octavio Arauz

¿Tiene la cinta algo autobiográfico?

A mi me pasó algo similar. Yo quería hacer rock, y lo que encontré fue el “no futuro”. La vida es vivir al día, batallar para pagar la renta, para conseguir un trabajo decente. Es como un balde de agua fría que recibimos al crecer.

Eso se ve en una de las escenas cuando al protagonista le roban su guitarra y se ve obligado a buscar un trabajo y responde al anuncio de una empresa de ventas de complementos alimenticios…

Eso es autobiográfico, yo creo que muchas personas en Guadalajara hemos caído en los engaños de una empresa piramidal. En una época en mi adolescencia faltaba el dinero en mi casa y me sentía como un parásito, además sacaba malas calificaciones y andaba en plan rebelde, pero sentí que tenía que aportar algo y busqué un trabajo. Pero no encontraba en ningún lado, hasta que encontré en el periódico un anuncio que decía que había que ir a un lugar y caí en las redes de una de estas empresas y fue de las experiencias más deprimentes porque me pidieron dinero; no tenía dinero, perdí toda la tarde y regresé deprimido a mi casa. Cuando escribí esta escena y se las leía a los chicos, me decían que también les había pasado a ellos. Todos levantaban la mano. En Guadalajara, en México, han surgido como hongos y muchos han sido timados.

La película aborda la falta de perspectivas que hay en México, no hay ninguna orientación para los jóvenes. ¿Está México empeñando su futuro?

Es una economía difícil y queríamos retratar eso. Los chicos que actuaron no son actores y esta situación la siguen viviendo a diario. Hay pocas posibilidades e incluso si tienes licenciatura o maestría es muy difícil encontrar un camino, un trabajo en el que puedas desarrollarte. Hay un vagabundo que vive por mi casa que es un exfutbolista. El tampoco es actor. A él le ocurrieron las cosas que cuenta y lo quisimos representar en la película, mostrando cómo los chicos ven a los adultos. Él era futbolista y tenía sueños, pero lo lesionaron y ya no pudo seguir. Es el no futuro, que produce una gran incertidumbre. Mi madre, que es periodista y abogada, estaba vendiendo productos de belleza porque no conseguía trabajo en ningún lado.

¿Cuál es el público de la película?

Yo pensaba que iba a ser para nostálgicos de entre veinte y treinta años, pero en las presentaciones nos hemos dado cuenta de que tiene un conecte muy fuerte con los chavos. Salen de la función y salen cantando las canciones de la película. Será porque son canciones con mucha chispa.

Alex, protagonista de la cinta.
Alex, protagonista de la cinta.Imagen: Octavio Arauz

¿Cuándo se estrena la cinta en México?

Se va a presentar en el Festival Internacional de Cine de la Universidad Nacional Autónoma de México (Ficunam), el festival de la Riviera Maya, y habrá una presentación en Guadalajara. También queremos estrenar comercialmente este año. Estamos buscando distribución en México o lanzarnos de manera independiente. Esta película se hizo de manera independiente, guerrera, con los recursos de Teonanacatl, Antonio “Toiz” Rodríguez y Laura Blanco y mi empresa productora. Pero también quiero destacar todo el recurso humano, todos nuestros amigos de la carrera, con los que crecimos con el ansia de hacer cine. Y descentralizarnos de la producción en el Distrito Federal. Casi todo el cine se hace ahí. Nosotros buscamos una nueva propuesta de producción para poder hacer cine y de manera continua. Esto ha sido posible con el apoyo de nuestros amigos, gente profesional, muy inteligente en la que confiamos, Octavio Arauz, el fotógrafo, Rebeca del Real, la directora de arte, y mi hermano, Kenji Kishi Leopo que hizo la música. La universidad de Guadalajara nos apoyó con equipo.

¿Cómo encontró usted al personaje estelar, Alejandro Gallardo?

En el cortometraje yo ya tenía a los chicos de la banda. Los vi cerca de mi casa y pensé: son ellos. Me dijeron que todos los días a las 4 iban a patinar. Me llevé la cámara y empecé a convivir con ellos y a grabarlos. Entonces saqué una convocatoria por Facebook, llegaron varios chicos pero no me convencían. La que hizo la decoración, Bonina Gallardo, me dijo que su hermano tenía el tipo. Cuando llegó le pregunté cuáles eran sus bandas favoritas y me respondió que los Rolling Stones. El chico tenía 14 años y pensé que el chico tenía algo distinto. Me dijo que sabía tocar la guitarra. Empezó a tocar y tocaba muy bien. Me gustó mucho su mirada. Todos vivían por mi casa, no eran amigos pero se ubicaban. Fue muy extraño porque todo empezó a unirse. Toda la película se filmó en el barrio, eran lugares en donde nos sentíamos muy cómodos.