Los dispositivos móviles han revolucionado casi todos los aspectos de nuestra vida. Constantemente se mejoran la velocidad, cobertura y multifuncionalidad. En consecuencia, retiramos a nuestro compañero digital tras un promedio de solo 18 meses. En 2019 se vendieron unos 1400 millones de teléfonos inteligentes en todo el mundo. Cada uno de estos productos contiene valiosas materias primas: cobalto, litio, cobre, plata y oro. Estos minerales a menudo se extraen en condiciones precarias en países de África y América del Sur. Y tras una corta vida dentro de un teléfono, demasiadas veces acaban en la basura. Este reportaje muestra los trucos con los que los fabricantes animan a comprar un nuevo teléfono y cómo se podría producir menos basura. El sociólogo Felix Sühlmann-Faul ha llevado a cabo un estudio sobre el impacto ambiental de la digitalización. Está seguro de que el cambio frecuente de teléfono contribuye a la destrucción del medio ambiente: "Puesto que los fabricantes sacan nuevos modelos cada año, al consumidor le parece que el suyo se quedó anticuado. Y quiere uno nuevo. La estrategia psicológica de los fabricantes es conseguir que el cliente reemplace voluntariamente su teléfono inteligente sin ningún motivo técnico", dice Sühlmann-Faul. Que las reparaciones sean más difíciles y costosas de lo necesario, es otra contribución de los fabricantes al enorme problema de los residuos y la contaminación. Pero también hay propuestas que podrían mitigar los efectos negativos del auge de los teléfonos inteligentes. Algunos ejemplos son una empresa internacional de materias primas que ha descubierto el reciclaje de tecnología como modelo de negocio, y una compañía que cuelga en Internet instrucciones para reparar dispositivos móviles.