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¿Un eje Rusia-Venezuela?

Vera Müller-Holtkamp/Banchón15 de octubre de 2008

El presidente venezolano, Hugo Chávez, anuncia la visita de su homólogo ruso para noviembre, poco después de las maniobras militares conjuntas en el Caribe. ¿Significa esto un nuevo eje en la política internacional?

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Pedro el GrandeImagen: AP

Pedro el Grande, el buque nuclear orgullo de la marina rusa, hará pronto en el Caribe una escenificación del juego de poder venezolano-ruso. Diversos expertos dudan que esta relación sea de mucho alcance; sin embargo habiendo gas de por medio la relación podría tomar otro matiz.

Las maniobras en aguas caribeñas son una clara provocación contra los Estados Unidos y conforman un escenario que viene como anillo al dedo para la proyección del populismo del presidente venezolano, Hugo Chávez. En noviembre, Dimitri Medvedev visitará Venezuela, pocos días después de que ambos países realicen maniobras militares conjuntas en el mar Caribe, las primeras de este tipo que se realizan en la región desde la época de la Guerra Fría.

Si por un lado, Rusia ha estrechado lazos con Caracas vendiéndole cazas de combate, helicópteros y rifles de asalto por casi 5.000 millones de dólares en los últimos años, por otro, la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA) ha anunciado negocios conjuntos con importantes empresas energéticas rusas, como Gazprom y Lukoil, para explotar las vastas reservas petroleros y gasíferas de la nación sudamericana socia de la OPEP.

Hay que tener en cuenta también que las tensas relaciones de Chávez con la Casa Blanca, a la que acusa desde hace años de planear su derrocamiento, alcanzaron su punto más bajo en septiembre cuando expulsó al embajador estadounidense en el país y amenazó con cortar el suministro de crudo a su principal cliente energético.

Russland und Venezuela unterzeichnen Energieabkommen
Hugo Chávez y Dmitry Medvedev, tras firmar acuerdo energéticoImagen: AP

Retórica común contra Estados Unidos

“Sus ideas políticas son diferentes, pero las condiciones marco se asemejan”, opina Jorge Gordín, politólogo del Instituto para Estudios Globales de Hamburgo. “Ambos quieren molestar a la única potencia mundial que queda, Estados Unidos”, añade. También Alexander Rahr, experto de la Sociedad Alemana para Política Exterior, ve en las maniobras militares un afán de devolverle a Estados Unidos la bofetada que le dio estacionando su escudo antimisiles en la República Checa. Chávez, por su parte, no pierde oportunidad de gritar a los cuatro vientos su aversión a Estados Unidos.

La comparación con la crisis cubana de 1962 está, entonces, en boca de todo el mundo. Sin embargo, el símil histórico no funciona: “La Guerra Fría ya pasó, Venezuela no será una segunda Cuba”, discrepa Rahr y explica que las maniobras militares, en su opinión, parecen más una obra de teatro que una amenaza militar. Esta nueva alianza es la prueba de que la política mundial cambia y que la multipolaridad toma formas más claras.

Claro está que para Rusia, Venezuela es buen socio comercia. El presidente Chávez no ha escondido su pasión por el armamento; es más, ha manifestado su interés en seguir adquiriendo productos rusos.

Así las cosas y los intereses comunes: el 16 y el 17 de octubre el vicepresidente ruso, Igor Sechin, conversará en Caracas con su homólogo venezolano acerca de las relaciones bilaterales. Hay muchos intereses en común, asevera la información oficial venezolana, sobre todo en al construcción de barcos, en el ramo de la energía y en tecnología militar.

¿Un futuro cartel del Gas?

Si estas visitas bilaterales seguirán siendo las diversas escenas de una obra de teatro o si llegarán a conformar un verdadero eje está por verse. Ésta es la opinión de Susanne Gratius, politóloga del Instituto para Política Internacional de Diálogo Exterior (FRIDE) de Madrid. En su opinión no hay que sobrevalorar esta alianza. Venezuela, a pesar de sus reservas petroleras, no es más que una potencia mediana en la región y con sus 30 millones de habitantes es un socio más bien pequeño de Moscú.

Que Venezuela se convierta en la puerta de entrada hacia América Latina para los intereses rusos o que estas visitas sean preámbulo de un nuevo eje tampoco lo cree Rahr. Por lo menos, no todavía. Esto podría cambiar, según el experto, en caso de que ambos países lograsen ponerse de acuerdo en cuestiones de política energética y en ese acuerdo también participase Irán se podría formar un cartel del gas.