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"Una América Latina dividida ideológicamente"

Amir Valle23 de septiembre de 2015

"Como lector, también creo que la literatura de autoayuda es una literatura menor, pero lo creo igual que creo que un libro de matemáticas no es literario; eso no niega su utilidad social", dice el argentino Jorge Bucay.

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Imagen: DW/A. Valle

Aunque confiesa no saber de política y cree importante su oficio de "ayudador profesional" en un mundo dividido por las ideologías y la política, invitado al XV Festival Internacional de Literatura de Berlín y a la presentación oficial de la edición alemana de su éxito editorial El libro de los sueños, publicado por la prestigiosa editorial Fischer, se encuentra en Alemania el escritor argentino Jorge Bucay, quien asegura ver una luz al final del túnel que atraviesa hoy América Latina.

DW: Usted es, sin dudas, uno de los autores latinoamericanos más leídos en todo el mundo, pero ¿cómo es, profesionalmente, trabajar un género que es despreciado por quienes consideran la literatura un arte?

Yo no soy un escritor de profesión. Un escritor es un artista que hace de la palabra su pincel para pintar una realidad diferente y crear mundos donde antes no existían. Yo no inventé la depresión, ni la tristeza, ni la infelicidad; soy simplemente alguien que describe esos fenómenos y lo hace de una manera suficientemente afable y comprensiva para que lo pueda leer todo tipo de público. Ese mérito, por cierto, no es mío; es de mi madre, que llegó sólo a estudiar hasta tercer grado de primaria pues tuvo que trabajar desde casi niña para poder parar la olla, como decimos los argentinos. Y aunque conocía las letras, no sabía leer; así que, lo digo con orgullo, comenzó a leer para leerme a mí. Pero muchas veces no entendía: tuve que regalarle diccionarios y, también muchas veces, explicarle. Un día me dijo: ¿y por qué no lo escribes como me lo explicas a mí? Me vi así frente a una duda razonable: ¿a quién estaba yo escribiéndole como para que mi madre no entendiera? Empecé a escribir así para que cualquiera como mi madre pudiera entender, pues pensé que, si lo podía entender ella, Carl Sagan también lo podía entender.

A partir de su experiencia como analista de la sociedad, de fenómenos sociales e individuales, ¿qué opinión le merece la actual realidad de su país, Argentina?

A mí Argentina me duele. No sé nada de política. Nunca supe. Es difícil comprender los procesos latinoamericanos. Es difícil además querer entender Latinoamérica restringiéndose a lo que sucede en cada país, sin entender que Latinoamérica es una región. Es absurdo pensar en el problema de Argentina entendiéndolo sólo como un problema nacional. Hace mucho tiempo aprendí, y lo aprendí escribiendo mi novela, que las cosas que le pasan a un país le pasan a toda Latinoamérica y la afectan como región, con matices. Hoy creo que hay una Latinoamérica dividida ideológicamente, con dos posiciones muy enfrentadas, y quizás el destino de estas dos Latinoaméricas pudiera parecer diferente, pero finalmente tenemos el mismo destino. Las diferencias entre los diferentes países, más que por índoles culturales (que obviamente también inciden) están armadas por intereses económicos. Pero existe una hermandad, que es genuina y visceral; como decía Eduardo Galeano, una misma sangre, la sangre de América nos une.

En estos tiempos, quizás como sucedió en los años sesenta, Cuba sigue estando al centro de los debates ideológicos y políticos en la región. Usted confiesa sentirse muy cerca del pueblo cubano, ¿por qué?

Es seguramente una idea romántica. Me parece impensable un pueblo oponiéndose a un gigante. Y esa idea, desde el puro romanticismo de la idea, siempre me ha emocionado. Cuba ha tenido un proceso que la ha inscripto en la historia; uno puede estar de acuerdo o no, puede enojarse o no; puede pelearse con Castro como uno se peleaba con Perón; puede pelearse con Perón y odiarlo tanto como se odiaba a Stroessner; y puede pensar que ellos se parecen a Pinochet. Pero el proceso del pueblo es otro. Y yo creo que la historia va a terminar rescatando lo esencial, lo humano, lo hermoso de esta lucha.