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Unión bancaria, ¿en detrimento de los contribuyentes?

Danhong Zhang / JOV17 de marzo de 2014

La unión bancaria es el más importante proyecto de la UE. Así se realice, críticos advierten que llega muy tarde, tiene muy pocos fondos, no surtirá el efecto esperado y que quienes pagarán son los contribuyentes.

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Imagen: picture-alliance/Wiktor Dabkowski

La unión bancaria es, realmente, un sistema sencillo que se apoya en tres columnas: la primera es la supervisión bancaria que el Banco Central Europeo (BCE) debía empezar a realizar en noviembre de 2014. La segunda se ocupa de la liquidación de los bancos desahuciados, que entrará a operar dos años más tarde y que pretende reunir fondos hasta 2025.

Sobre el concepto de cada una de dichas columnas aún se está debatiendo, así que el comienzo de operaciones podría demorar meses, y hasta años. Aún más, cuando las posturas frente a la tercera columna, el seguro de los depósitos, parecen irreconciliables. No en vano, este punto se ha pospuesto.

Dos fórmulas, dos conflictos

En el debate sobre cómo debe asegurarse más el euro se enfrentan dos posturas: la fórmula defendida por la eurozona y las instituciones europeas, como la Comisión Europea, propone que la supervisión de todos los bancos le sea encargada al BCE. Los Gobiernos de la eurozona proponen, en cambio, que el BCE solo asuma la vigilancia de los mayores bancos y los entes supervisores nacionales conserven un papel importante en ello.

Pero muchos de los institutos nacionales de supervisión bancaria han hecho todo por ocultar las malas cuentas en sus inventarios. “Con razón”, dice Martin Hellwig, director del Instituto Max Planck para el Estudio de Bienes Colectivos. “Algunos Gobiernos de la eurozona se han dado cuenta que los bancos débiles se prestan para hacer acuñar dinero”, agrega Hellwig.

Un ejemplo: entre diciembre 2011 y febrero 2012 el BCE entregó créditos por mil millones de euros a intereses muy bajos. “Muchos de los bancos débiles toman ese dinero prestado del BCE y, a su vez, se lo prestan a su propio Estado”, explica Hellwig a DW, quien cree que así, “la unión bancaria es un intento de minar o suprimir la soberanía de los Estados miembro de la UE sobre la vigilancia de los bancos”.

Si el BCE decide cerrar bancos, entra en acción el mecanismo de liquidación. También aquí están enfrentados la Comisión Europea y los Estados miembro de la UE. Una disputa que solo ha demorado el proceso.

Manifestantes contra la malversación del dinero de los contribuyentes. Múnich, 2012.
Manifestantes contra la malversación del dinero de los contribuyentes. Múnich, 2012.Imagen: picture-alliance/dpa

Deudores vs acreedores

En el segundo conflicto están enfrentados los países deudores con los acreedores. De acuerdo con el economista Joachim Starbatty, “mientras los países estables frenan el proyecto, los países deudores quieren una pronta unión bancaria porque esta es una comunidad de garantías”.

Alemania, en efecto, ha frenado el proyecto con el argumento de que primero está la calidad y no la rapidez. El Gobierno de Merkel teme que sean los contribuyentes alemanes y europeos de a pie los que terminen pagando las deudas de bancos en quiebra, algo que los países deudores no ven como problema.

La propuesta del ministro germano de Finanzas, Wolfgang Schäuble, de introducir garantías, según las cuales, primero tienen que ser los accionistas y los ahorradores los que paguen las pérdidas de una bancarrota, y solo al final los contribuyentes, estaría a punto de caerse.

Pero tampoco el modelo de Schäuble protege verdaderamente al contribuyente. El fondo de liquidación tiene muy poco dinero. Los bancos aportarán 55 mil millones de euros, hasta 2025. Según Martin Hellwig “una suma irrisoria”, toda vez que Europa ha gastado 1.600 mil millones de euros en la salvación de bancos, en los últimos años.

Según Joachim Starbatty, con una unión bancaria “los riesgos los asume la colectividad”, ya que los bancos que son demasiado grandes para ser declarados en bancarrota pueden estar confiados en que sus deudas ya no solo serán pagadas por los Estados sino - casi que directamente - por los contribuyentes europeos”. Y esto no es, en absoluto, un incentivo para ser más cuidadoso a la hora de manejar el dinero ni de los accionistas ni de los ahorradores.