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Uruguay: ¿ejemplo para Latinoamérica?

Eva Usi20 de diciembre de 2013

La presidenta de la Unión Internacional de Juventudes Socialistas (IUSY), Viviana Piñeiro, exhortó en Berlín a fortalecer los movimientos sociales, vitales en la democracia. Ejemplo de ello es Uruguay.

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Viviana Piñeiro, en Berlín.
Viviana Piñeiro, en Berlín.Imagen: DW/E. Usi

Uruguay aprobó la ley del aborto, el matrimonio entre personas del mismo sexo y ha hecho historia con una normativa para la regulación del mercado de la marihuana. El país de 3,5 millones de habitantes es visto como tubo de ensayo en la puesta en práctica de regulaciones de vanguardia que, de tener éxito, podrían ser de utilidad en otros países. Viviana Piñeiro destacó que estas leyes fueron impulsadas por el debate de las organizaciones sociales desde hace dos décadas, y el Frente Amplio (FA) que gobierna el país por segunda legislatura consecutiva, partido al que pertenece el presidente José Mujica.

La joven, que creció en el seno de una familia socialista de viejo cuño, destacó la politización de la sociedad uruguaya, donde el Partido Nacional (centro-liberal) y el Partido Colorado (centro-derecha), han sido las formaciones históricas tradicionales. Su abuelo fundó el Partido Socialista en Tacuarembó, donde nació Piñeiro en 1982, cuando todavía había dictadura en Uruguay. “Recuerdo a los 8 o 9 años de edad escuchar con gran interés la discusión entre los dirigentes del Partido Socialista en casa de mis padres, sobre si eran marxistas, marxistas-leninistas o sólo socialistas”.

La líder socialista uruguaya llegó a Berlín para participar en un foro que analizó el legado del ex líder socialdemócrata y ex canciller alemán Willy Brandt, organizado por la Fundación Friedrich Ebert, cercana al Partido Socialdemócrata germano (SPD).

Piñeiro debatió en un panel de expertos la política norte-sur que impulsó el ex canciller, y la vigencia de las recomendaciones formuladas por el reporte de la Comisión Brandt, publicado en febrero de 1980. “El reporte hizo un diagnóstico sobre pobreza, salud, educación, la necesidad de desarme, y proponía un programa de emergencia que implicaba un programa mundial de alimentación, una reforma de las instituciones financieras internacionales, una estrategia energética internacional. Todas estas cuestiones no sólo siguen teniendo vigencia sino que se han profundizado porque se ha hecho muy poco”, afirma Piñeiro, en conversación con DW.

Júbilo tras la decisión del Senado uruguayo.
Júbilo tras la decisión del Senado uruguayo.Imagen: Getty Images/Afp/Pablo Porciuncula

DW ¿No se ha quedado la izquierda rezagada ideológicamente a nivel global desde la caída de la Cortina de Hierro?

Viviana Piñeiro: Hay que tener en cuenta las diferencias en la cultura política de las sociedades. Nosotros en IUSY tenemos 150 organizaciones miembro con una agenda política muy diferente, de acuerdo a las prioridades de cada sociedad. Pero como izquierda global hemos retrocedido en dar respuesta a los problemas. Como organización juvenil hemos sido muy críticos con la Internacional Socialista, que no ha podido liderar una agenda política común como una organización global. Se ha retraído en su propia burocracia. No es influyente ni democrática, ni ha puesto sobre la mesa una agenda con propuestas. Hemos tratado en IUSY ser la contracara, con un manifiesto político que intenta hacer un diagnóstico sobre los problemas que acucian al mundo. A los partidos políticos lo que les está costando más es volver a tener el vínculo histórico canalizador de las demandas de la gente. Se han cerrado en su lucha por el poder o por no perderlo. Los jóvenes y no tan jóvenes tienen un sentimiento de desolación. España es un ejemplo claro de esto.

¿Qué potencial de transformación tienen los movimientos sociales ante una clase política desacreditada?

La sociedad civil organizada es un factor clave. Los países que tienen una sociedad civil fuerte y organizada son más democráticos. Tienen más debate político en la sociedad y eso es fundamental. Pero esos movimientos han sido esencialmente juveniles, la fuerza de choque han sido los jóvenes. Las protestas de la Primavera Árabe, del 15M en España, el “YoSoy 132” de México, el Occupy Wall Street en Estados Unidos, marcan todos un momento de efervescencia y una demanda puntual, que retoman los movimientos sociales en un momento de vida democrática normal. Ejemplo de eso es Uruguay, con la serie de leyes como el matrimonio igualitario, la despenalización del aborto y la regulación del mercado de la marihuana, impulsados inicialmente por las organizaciones sociales.

¿Cómo perciben los uruguayos las políticas de vanguardia impulsadas por el presidente Mujica?

El presidente Mujica le ha dado una nueva imagen a Uruguay, se le percibe como el presidente “pobre”, que dona su salario. Para nosotros Frenteamplistas, estas políticas estaban en la agenda desde hace mucho tiempo. Se empezó a discutir sobre una nueva política de drogas desde hace más de diez años, pero cuesta mucho cambiar la mentalidad de los ciudadanos y de los partidos. Numerosas organizaciones han sido el telón de fondo de lucha de muchas de estas movilizaciones por todas estas leyes. La legalización de la marihuana tuvo un fuerte impulso del presidente Mujica, que facilitó que fuera aprobada en muy poco tiempo. Esperamos que en el próximo trimestre tengamos las primeras experiencias. Si es exitosa va a ser un punto de partida para el resto del mundo para establecer un nuevo paradigma en la lucha contra el narcotráfico.

José Mujica, presidente de Uruguay.
José Mujica, presidente de Uruguay.Imagen: PABLO PORCIUNCULA/AFP/Getty Images

¿Qué precedente sienta Uruguay en América Latina con todas estas leyes?

En dos períodos de Gobierno del Frente Amplio hemos logrado no sólo pasar por la crisis internacional de costado, hemos podido plantear una agenda de reformas profundas en el primer período de gobierno. La reforma del sistema tributario, del sistema de salud, reforma laboral, todas de corte estructural que fueron aprobadas durante el primer gobierno. El segundo ha avanzado en la agenda de derechos. El ejemplo que puede dar Uruguay a América Latina es que se pueden abrir debates. América Latina tiene sociedades conservadoras en donde no es fácil debatir sobre derechos sexuales y reproductivos. Uruguay es un país pequeño y fácilmente controlable. No funcionan los mismos modelos en todos los países, pero unos días antes de la votación en el Parlamento sobre la regulación de la marihuana, había manifestaciones en Sao Paulo que decían “todos somos Uruguay”. Hay un efecto de contagio entre los jóvenes que quieren discutir estos temas.